Esposa falsa de Simón romance Capítulo 629

Inesperadamente, Óliver también apagó el motor y la siguió fuera del coche.

Xenia estaba un poco sorprendida, -¿Por qué?

-Para acompañarte arriba -Óliver sonrió débilmente, -Viéndote que estás en tan mal estado de ánimo, me preocupa que subas sola.

Xenia no dijo nada.

Estiró la mano y se pellizcó la mejilla, pensando:¿de verdad se veía tan mal?

Para Óliver esta reacción inconsciente le pareció muy interesante y graciosa. A pesar de que ya era una madre, sus gestos inconscientes mostró su inconsciencia atractiva.

Óliver tenía ganas de alargar su mano de nuevo, pero no lo hizo tras pensarlo bien.

-Vamos, te acompañaré arriba.

Estaba a punto de dar un paso adelante cuando alguien apareció corriendo hacia dentro.

Era Isidora que dio unos pasos hacia delante y se acercó a Xenia, -Xenia, por fin has vuelto, te necesito.

-¿Qué pasó?

Isidora echó una mirada a Óliver, entonces Xenia entendió lo que significaba su mirada, así que se volvió hacia él y le dijo, -Gracias por la hospitalidad de hoy, lo invitaré la próxima vez como compensa.

Viendo a Isidora a su lado, naturalmente Óliver no pudo decir nada sobre mandarla arriba en este momento. Solo pudo sonreír ligeramente y decir, -Bien, lo tomo en serio. ¿Por qué no cenamos juntos esta noche? ¿Te recojo esta noche? ¿Y de paso recojo a Bernabé?

Al oír esto, Xenia cambió un poco de su expresión y respondió, -Es mejor no.

-Trato hecho, te recogeré después del trabajo.

Sin embargo, Óliver no le dio la oportunidad de negarse y se marchó cuando terminó de hablar.

Cuando se fue, Xenia le veía subir al coche sintiendo dolor de cabeza. De repente, se le ocurrió algo y se volvió hacia Isidora, preguntando, -¿Por qué me necesitas?

Isidora negó con la cabeza, -No soy yo quien te necesita, sino que es Simón quien te necesita.

-¿Qué?

¿Simón?

Isidora tosió ligeramente y observó cómo se marchaba el coche de Óliver. Luego, preguntó embarazosa, -Xenia, ¿cuál es tu relación con él? ¿Te está persiguiendo?

Al escuchar eso, Xenia frunció sus hermosas cejas. Antes de que pudiera responder, Isidora añadió, -Ay, es mejor no hablar contigo de esto ahora. Esto tampoco es importante, será mejor que te des prisa en subir y volver a tu despacho, Simón te está esperando en tu despacho.

Se lo dijo Isidora, y la empujó hacia el ascensor.

-Espera, ¿de quién estás hablando?

¿No se fue de viaje de negocios? ¿Por qué volvió de repente? ¿Incluso se metió en su oficina?

Ese hombre llevaba días sin decirle una palabra, como si se hubiera evaporado de la tierra, ¿y qué hacía aquí?

-¿Quién puede ser si digo Simón? -Isidora preguntó, luego miró a Xenia y dijo, -Lleva mucho tiempo esperándote, más o menos una hora.

¿Una hora?

¿Podría ser que viniera de cuando ella acababa de salir con Óliver?

-¡Te dejo!

Después de que las puertas del ascensor se abrieran, Isidora volvió a la planta en la que estaba trabajando, y el ascensor siguió subiendo después de que se cerrara.

Tras salir del ascensor, Xenia se dirigió a su despacho.

Era su propia oficina, pero Xenia se sentía un poco nerviosa en este momento al entrar en ella, así que se mantenía aturdida, de pie a la puerta sin empujarla.

No sabía cuánto tiempo llevaba así, pero Xenia finalmente suspiró y alargó su mano para empujar la puerta.

Esperaba ver a Simón sentado en su escritorio con una mirada mordaz, pero no había imaginado que la oficina estuviera vacía después abrir la puerta.

-¿Te gusta? -Los finos labios de Simón se enarcaron en un ligero arco, cerrando los ojos y acercándose a frotar su frente. Todo su aliento cálido llegó a la cara de Xenia.

Inmediatamente, Xenia escuchó su queja susurrada.

-Lo elegí especialmente para ti. No pegué los ojos durante dos días para llegar a tiempo a verte.

Xenia no dijo nada.

Cuando este hombre terminó de hablar, se apoyó en el hombro de Xenia con ojos cerrados.

Xenia, -¿Qué estás haciendo?

¿Acaso quería quedarse aquí durmiendo contra su hombro? Xenia le empujó, pero él le rodeó la cintura con sus brazos y se frotó en su cuello, susurrando, -No te muevas, déjame así por un rato.

En este pequeño espacio separado detrás de la puerta, el aire estaba lleno del aroma masculino perteneciente a Simón, mientras Xenia, al ser abrazada por él de esta manera, recordó de repente la llamada telefónica que había hecho la noche anterior.

Parpadeó, y no pudo evitar mover su cabeza lentamente para oler la camisa que llevaba opuesta Simón.

Era limpio, con un olor típico de Simón.

Xenia no pudo creerlo y volvió a olfatearla, y otra vez solo sintió el olor de Simón.

No, esa chica había contestado el teléfono por él y dijo que estaba en la ducha, entonces, los dos debían estar en la misma habitación... ¿Cómo era posible que no tuviera ningún olor?

¿Podría ser que ... se hubiera cambiado la camisa de antemano?

Mientras especulaba, una risa leve surgió desde su nuca, -¿Qué estás oliendo?

Xenia dio un respingo y se encontró con un par de ojos sonrientes.

Él apretó su cintura y dijo con cierta satisfacción, -¿Sabes a qué te pareces ahora?

¿A qué?

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