Xenia le miró con desconfianza y Simón se rió ligeramente.
-A una esposa que quiere atrapar a un adúltero.
Estas palabras consiguieron que el cuerpo de Xenia se pusiera rígido, de inmediato, le miró los ojos y preguntó, -¿Quieres decirme que tienes un adulterio que atrapar?
Aunque Simón no había hecho nada malo, Xenia lo dijo con el motivo de ponerlo a prueba. Sin embargo, Simón no pudo percibirlo, porque no había visto los registros de llamadas, ni tenía ninguna implicación emocional con esa mujer llamada Zoe Espinar.
De esta manera, no sentía ningún remordimiento hacia ella.
-¿Verdad? -Al ver que no decía nada, Xenia prosiguió con la pregunta de nuevo, sin darse cuenta de lo ansiosa que estaba, y todo eso fue captado por Simón.
Simón bajó sus párpados ligeramente, -¿No lo hueles todo?
En realidad, solo había su propio olor en él, nada más.
Sin embargo, era porque estaba tan limpio que resultaba más sospechoso, además Xenia ya había escuchado la voz de esa mujer.
La voz de esa mujer era mucho más suave que la suya, y a primera vista, era una chica más joven que ella.
Pensando en esto, Xenia también se dio cuenta finalmente de algo serio.
Habían pasado cinco años, ya no era joven.
Para una mujer, ella ya estaba entrando en los años de envejecimiento lento, pero el caso de Simón era totalmente diferente porque estaba en el mejor momento como un hombre en este entonces.
Las miradas de Xenia se volvieron frías, y lo apartó.
Las emociones de Xenia se bajaron casi al instante, y Simón lo percibió de inmediato, al ver que ella se giraba para irse, se acercó directamente y la abrazó por detrás, apoyándose en su hombro.
-¿No me crees?
Xenia giró un poco su cara hacia un lado para mirar a Simón que estaba apoyado sobre su hombro. Por fin sus labios rojos se movieron.
-¿No conoces el dicho de que cuanto más impecable es, más rastros hay?
Simón frunció ligeramente el ceño y preguntó, -¿Quién ha dicho eso?
-No importe quién lo haya dicho. Has cambiado la camiseta, ¿no? ¿También te has duchado? ¿Incluso está tu cuerpo desinfectado?
Xenia se rió sarcásticamente al terminar decir esto, y agregó, -Eliminaste todos esos rastros para hacerte impecable, y engañas a los demás mientras también te engañas a ti mismo. ¿Crees que es interesante?
Al principio, solo pensó que estaba bromeando, pero ahora al escuchar su tono burlón, Simón se dio cuenta de que estaba hablando en serio.
En eso, las cejas de Simón ya no estaban ligeramente fruncidas como al principio, sino con mucha seriedad. Le preguntó con mucha confusión, -¿No me crees?
-¿Qué creo en ti? -El corazón de Xenia se llenaba de rabia cada vez que pensaba en esa suave voz femenina. La rabia creció como un fuego en la pradera que no podía detenerse una vez que se encendía.
A menos que lloviera mucho.
Xenia apartó las grandes manos que la sujetaban por la cintura y se volvió para mirar a los ojos de Simón, con una sonrisa de desprecio.
-No has aparecido durante tantos días, con la excusa de que te has ido al extranjero por negocios. Sin embargo, no lo creo mucho.
Simón la miró fijamente, con las cejas muy juntas, y el aliento de su cuerpo era algo frío, lo que impedía ver lo que estaba pensando.
¿Estaba tan enfadada?
¿Sería porque la estrategia de “dejar alguien en libertad para detenerlo” había funcionado?
¿Funcionó de verdad lo que dijo ese señor gordo?
Aunque Xenia expresó sus burlas, eso también mostró que estaba enfadada.
-No me he puesto en contacto contigo, ¿y eso te ha hecho sentir descontenta? ¿O es que no te gusta este collar que te regalé?
Xenia, -Suéltame.
-No te soltaré hasta que lo dejes claro -Al terminar esas palabras, la rodeó aún más.
Xenia lo miró así, y de repente se acordó de cuando estaba abrazando a otra mujer, una aún más encantadora y más joven que ella.
Su enfado se explotó, y después de que empujara un par de veces sin éxito, curvó sus labios rojos y se burló.
-¿Sueles ser así con otras mujeres?
Simón frunció el ceño y preguntó, -¿Qué quieres decir?
-Quiero decir - Xenia se acercó a él y le limpió con el dedo índice el carmín que le había dejado en los labios, mirando la mancha de rojo en las yemas de los dedos y riéndose burlonamente, -¿También eres así de pícaro cuando estás con otras mujeres? ¿Así es como has aprendido en cinco años?
Simón finalmente captó el significado de sus palabras.
Lo que ella había dicho le parecía normal antes, pero ahora ya no si lo analizaba.
Todo lo que había dicho era una prueba o una burla de su promiscuidad.
Simón no lo entendía por qué ella le pensaba de esta manera, ya que él mismo solo había desaparecido por solo unos días.
Pensando en algo, entrecerró los ojos con alerta.
-¿Alguien te ha dicho algo?
Al verle los ojos entrecerrados y su alerta, Xenia pensó que había acertado y apretó los dientes, -¡No te importa nada quién me haya dicho algo! Simón, no esperaba que fueras este tipo de persona!
Lo apartó con fuerza mientras maldecía, -¿No sientes asco? Incluso me abrazas y besas después de estar con otra mujer. ¿Dónde está tu misofobia? He creído que realmente lo tienes... Sin embargo, no pensaba que estabas haciendo un teatro. ¡Suéltame!
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