Esposa falsa de Simón romance Capítulo 631

Simón no la soltó.

Sabía que si ella lo empujaba, sería aún más difícil para él averiguar qué sucedía.

Así que la abrazó por la cintura con fuerza, no importaba lo que hiciera, no reaccionó ni la soltó.

Al final, Xenia estaba cansada, se detuvo, apretó los dientes y lo miró fijamente, Simón suspiró.

-Me fui al extranjero sin avisar a firmar un contrato muy importante.

Xenia lo miró sin hablar, pero según sus ojos, obviamente no le creyó.

Simón tuvo que continuar explicando, -Tuve una reunión larga y estuve muy lejos de aquí. Te compré un regalo y volví en la misma noche.

Con eso, se inclinó hacia adelante para que ella pudiera ver claramente sus ojos encarnizados.

-Puedo darte incluso mi vida, ¿por qué crees que estoy con otras mujeres? Xenia, ¿qué estás pensando, por favor?

Él suspiró, se inclinó y la abrazó con fuerza.

-No he tenido relaciones sexuales con nadie en los últimos cinco años, me temo que nadie más que tú podrá curarme en esta vida.

Xenia no se movió ni siquiera en sus brazos, como si sus palabras no la movieran en absoluto. Simón estaba desconcertada, por lo que se enderezó lentamente y la miró.

-¿Todavía no me crees?

Xenia lo miró fijamente y se rió con frialdad.

-Palabras conmovedoras, ¿de quién aprendiste esta habilidad en los últimos cinco años? Pero no sé si lo que piensas es lo mismo que dices.

Simón se quedó sin palabras.

-¿Con quién te acostaste anoche?

Simón frunció el ceño, -Demasiado alboroto, ¿no?

¿Qué?

Los ojos de Xenia se agrandaron y de repente se dio cuenta de que este hombre no tenía nada que ver con ella, de hecho estaba causando alboroto.

Pero ella quería ser así.

Le dio asco cuando pensó que el hombre frente a ella podría haber estado en la misma habitación con otra mujer anoche y haber tenido relaciones sexuales.

-¡Sal!

De repente maldijo, -Vete al extranjero a buscar a tu mujer.

Al principio, Simón pensó que ella solo sospechaba de él, y luego lo estaba probando y burlándose de él, pero ahora sintió que algo andaba mal. Si era solo para probar, ¿cómo podía estar tan enojada?

Acaso…

Simón recordó de repente algo de anoche.

Zoe se sentó en el sofá con el móvil de Simón. Sonrió triunfalmente, como si hubiera ganado una batalla.

Zoe estaba un poco nerviosa cuando lo vio, pero rápidamente se calmó y lo llamó.

Acaso…

Simón entrecerró los ojos afilados.

¿Fue que la mujer se coló en la habitación mientras él se duchaba e hizo algo con su móvil que enfureció tanto a Xenia?

No tenía nada que ver con Zoe, incluso si Xenia no lo sabía, no temía que ella lo supiera.

Él tampoco confiaba en ella.

-Siempre has dudado de mí -dijo Xenia con seriedad, su voz resultó ser un poco tranquila. -Ahora es mi turno, ¿no? Simón, no seas demasiado arrogante, porque no puedes controlarlo todo. Ya no soy la Frida hace cinco años, y ya no me preocupo por vivir en la familia Freixa. Ya no soy la mujer de la que se reían en la empresa por toda la gente, ni la mujer que sabía que no la amabas pero que aún te amaba decidida.

-Esa mujer murió hace mucho tiempo. Han pasado cinco años, ¿ya no entiendes? Desde el reencuentro, siempre has querido volver a estar conmigo, pero ¿recuerdas el daño que me hiciste? ¿Cómo me trataste en ese entonces? ¿Tuve que esperar bajo la lluvia en la puerta hasta que me desmayé solo porque no me querías ver? ¿Por qué debería creerte como dices?

-Pero una mujer respondió a mi llamada. No me interesa investigar si hay algún malentendido, que no puedo creer que la tarjeta de la habitación de un presidente durante una reunión en el extranjero haya sido robada tan fácilmente.

Ella lo empujó y se dio la vuelta.

-Ahora soy una mujer con dignidad. Si no puedes darme total felicidad y seguridad, entonces no vuelvas a presentarte frente a mí.

-Nunca.

Habló con frialdad y decisión.

Después de que Xenia entró en el cuarto interior, Simón todavía no se había recuperado.

Le tomó un tiempo darse cuenta de que una llamada anoche lo había cambiado todo, estaba muy enojado y apretó los puños.

¡Zoe Espinar!

Xenia se apoyó contra la puerta del cuarto interior, jadeando.

Ella todavía no podía calmarse. Después de escucharla hace un momento, Simón debería haber entendido lo que sucedió. Pensó Xenia, “Si no puede resolverlo, no vendrá a verme de nuevo”.

“Está bien, ya estoy muy cansada de tratar con estos dos. Le mencioné a su padre a Bernabé antes, pero ahora tengo que hacer una excusa para explicárselo”.

Xenia cerró los ojos, un poco cansada.

Así era la vida.

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