Ella nunca pareció pensar en ello de esa manera.
A pesar de saber que no se gustaba ella, a pesar de saber que perseguirlo sería una tarea difícil.
Pero, ¿no sabía ella ya este asunto? También se había animado con ella misma de antemano, así que tenía que perseguirle por muy difícil que fuera.
Un hombre con una cara y un corazón fríos como él es mucho trabajo para ella misma.
Ni siquiera Carmen, que había sido su secretaria durante tanto tiempo a su lado, había conseguido tocarle la fibra sensible ni siquiera un minuto ...
¡Secretaria!
Los ojos de Naomí se iluminaron y de repente giró la cabeza para mirar a Bernabé.
-¿Qué te parece a mí, Bernabé?-
-¿Eh?- Bernabé la miró confundido, sin entender cómo un segundo parecía desamparada, pero al siguiente volvía a estar enfadada y parecía segura de sí misma.
-¡Creo que tal vez tenga una oportunidad! No voy a trabajar más para tu mamá, ¿por qué no me postulo para la secretaría del presidente en el Grupo Leguizamo?-
Los ojos de Bernabé se volvieron resentidos de inmediato.
-Tía Naomí, si no ayudas a mi mamá, ¿no estará ella aún más ocupada?-
-Mocoso, sólo piensalo, ella todavía puede gastar dinero para contratar a alguien más sin m'i. Una empleada como yo, solo gasta algo de dinero y puede encontrar uno. Pero tu tío es diferente, si le echo de menos, no habrá un segundo Diego al que perseguir en el futuro.-
Después de decir un montón, Naomí volvió a sentirse mal. Bernabé era sólo un niño de cinco años, ¿por qué le decía esto? Esto no era que él podía entender.
Al pensarlo, Naomí se levantó y le dio una palmadita en la frente del niño.
-Olvídalo, no voy a hablar contigo, de todas formas no entiendes de estas cosas, esperaré a que vuelva tu mamá y le comentaré la propuesta. Cuando conquisto a tu tío, no tendré que preocuparme del resto entonces, volveré a la compañía de tu mamá para ayudar.-
La expresión y los ojos de Naomí se embellecen al instante al pensar en los días que se avecinan.
Bernabé miró a Naomí, impotente en sacudió la cabeza, y dijo con un falso tono hosco de anciano, -Tía Naomí, no quiero ni pegarte, pero el camino es largo.-
-¿De verdad?- Naomí giró bruscamente la cabeza para mirar a la pequeña Bernabé, -¿Dónde has oído eso? ¿Cuándo lo aprendiste?-
-Vaya.- Bernabé dijo sin sonrojarse, -El maestro me enseñó.-
-¿El profesor te enseñó?- Naomí entrecerró los ojos con desconfianza y se mordió el labio inferior, -Qué raro, ¿no fuiste a la guardería? ¿Cómo es que el profesor enseña eso?-
-La última vez que nuestro profesor nos estaba enseñando a aprender, dijo que todavía somos muy pequeños y que tenemos mucho que aprender después, así que nos enseñó esta tema.-
Naomí lo pensó de lado a lado, pensando que aquello parecía tener sentido, y asintió sin decir nada más.
Viendo que ella no se detiene en el tema, Bernabé siempre se sentía aliviado, afortunadamente era lo suficientemente inteligente como para explicarlo.
Cuando llegaron a la puerta de la casa, Naomí preguntó mientras pulsaba el código, -no debería haber problema para dejar temporalmente el puesto de mi trabajo, pero si me incorporo allí, ¿qué pasa si tu tío no está de acuerdo entonces?-
Esta era la verdad obvia, el tío parecía no tener ningún interés en las mujeres, la tía Naomí lo había demostrado de manera evidente, si fuera a la empresa a solicitar la secretaría del presidente, el tío probablemente sólo la evitaría.
Al pensarlo, Bernabé levantó de repente los ojos y le dirigió a Naomí una mirada de lástima.
Naomí era tan patética.
Contrastaba con su madre, a la que persigía los hombres, pero Naomí no sólo no tenía a nadie a quien perseguir, sino que tenía que perseguir a los hombres al revés, y además con especial dificultad.
-¡Uf!-
Pensando en ello, Bernabé no pudo evitarlo y suspiró con fuerza.
Naomí empujó la puerta y le oyó suspirar, preguntando con curiosidad.
-¿Por qué suspiras a una edad tan temprana? Entra, vamos a cocinar unos fideos para la cena de esta noche, ¿de acuerdo?-
-¡Bien!-
"¿Darles mi información de contacto?" Bernabé frunció sus finos labios al pensar en su edad, y luego continuó escribiendo.
Legumbre: {¡De ninguna manera! ¡No está de acuerdo mi mamá!}
Gordo: {??!}
Colocasia: {????}
Viento: {?????}
Papas fritas: {??????}
Inmediatamente, una gran fila de signos de interrogación se extendió por toda la pantalla, rozando a Bernabé sin responder un rato.
Viento: {¿Estoy leyendo bien? ¿Qué acaba de decir el jefe? ¿su mamá no está de acuerdo?}
Papas fritas: {Pfft, me voy a morir de risa, ¿nuestro jefe es un mamarracho? ¿De los que sólo siguen las órdenes de mamá y no tienen ego?}
Colocasia: {Tengo un muy mal presentimiento sobre el jefe ... ¿Eres todavía muy joven?}
Gordo: {Huh? En ese caso lo parece, jefe, no acabas de cumplir la mayoría de edad, ¿verdad?}
La pequeña Bernabé parpadeó y tecleó.
Legumbre: {No.}
Gordo: {me asusté mucho, te lo dije, cómo puede ser que el jefe sea un niño, lo más molesto es que tú tal traigas el ritmo.}
Sin embargo, las palabras del hombre gordo acababan de terminar cuando el Legumbre lanzó otra fila de palabras.
Legumbre: {Tengo cinco años.}
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