Al oír el sonido, Xenia miró bruscamente hacia la puerta.
El hombre llevaba un traje oscuro, probablemente acababa de volver de estar fuera,.
"¿Qué ha estado haciendo?"
El primer pensamiento que le vino a Xenia al ver a Simón fue este.
Pero cuando el rabillo del ojo miró la pequeña cara que había encima de la pantalla del portátil, que no era muy diferente de la de Simón, Xenia se sonrojó ligeramente y accionó el ratón para apagarlo con una calma fingida.
La llamada se cortó bruscamente, y Bernabé seguía parpadeando por allí cuando Xenia se perdió de vista de repente.
Bernabé observó la repentina ausencia del rostro de Xenia en la pantalla, se quedó sentada en su sitio parpadeando inocentemente durante un momento antes de girar repentinamente la cabeza para mirar a Naomí, que estaba sentada en el sofá a un lado comiendo una manzana con gusto, y luego preguntó.
-¿Por qué se colgó la videollamada de repente?-
Naomí tragó un bocado de su manzana, luego se levantó y caminó detrás de Bernabé, operando su laptop por un momento cuando vio un mensaje de Xenia.
Se lo pensó y luego le dijo a Bernabé, -Bernabé, el internet no es muy bueno del lado de tu mamá, así que la llamada se interrumpe automáticamente.-
-¿Qué?- Bernabé miró a Naomí, con ojos puros.
Naomí se sintió culpables por engañarlo, por lo que no se atrevía a mirar, sólo puede desviar la mirada y dijo,- Entiéndelo Bernabé, tu mamá se está quedando en un hotel en el extranjero después de todo, tal vez la señal allí se ha vuelto mala de repente, vamos a llamar a tu mamá más tarde, se está haciendo tarde, deberías ir a ducharte y hacer tus tarea también.-
Bernabé aplastó su boca de mala gana y gruñó.
-Antes de aquí, hemos sido a muchos de vuelta al hotel, nunca pasó algo así, ¿no?-
-Tú.- Naomí inmediatamente se puso de perfil ante eso, -¿Ves cómo hablas? ¿estás cuestionando mis palabras?-
Bernabé volvió a tararear con fuerza y giró la cara para encontrarse con la de Naomí, -eres mala, se lo voy a decir a mamá cuando vuelva.-
-¿Ves si le tengo miedo a ella? A ver si tu madre me da lecciones.-
Con eso, Naomí se rodeó con los brazos y puso expresión de susto, haciendo coincidir su boca con, -¡Tengo tanto miedo, tanto miedo!-
Bernabé sólo pudo hacer un intento desesperado, -Olvídalo, mamá no está en el país ahora mismo, es inútil decírselo, voy a llamar a mi tío ahora y decirle que Naomí se portó mal con el bebé.-
Bernabé saltó de su silla, y salió corriendo por la puerta.
Cuando escuchó al Bernabé decir tío, el rostro de Naomí cambió instantáneamente y los movimientos de sus extremidades se congelaron.
Tres segundos después, ella reaccionó y gritó, -¿A quién dijiste que se lo vas a decir? ¡¡Bernabé, trae tu culo aquí!!-
***
Después de colgar la llamada, Xenia abrió su panel de trabajo como si no hubiera nadie, fingiendo que no había pasado nada.
Unos dedos saltaron por el teclado mientras Xenia preguntaba despreocupadamente, -¿De vuelta?-
Simón iba hacia ella y dio un respingo al oír su voz, luego se quedó quieto y la observó en silencio.
La mujer estaba sentada en la cama grande de la habitación, con su portátil en el regazo y sus dedos trabajando en el teclado.
Como ella no había salido afuera, aún llevaba puesto su pijama, de un color azul pálido que resaltaba su piel clara de forma cristalina. La suave seda verde estaba atada en un fardo informal y colgaba detrás de su cabeza. Su carita limpia era sencilla, y sus labios, normalmente rojos, eran ahora de un ligero tono rosado.
La escena le produjo a Simón una sensación extraordinariamente cálida.
Él era como el marido que salía y ella era la esposa que se quedaba en casa y le esperaba obedientemente.
Y este hombre que tenía delante era, sin duda, el que estaba arraigado en su corazón, y era un veneno adictivo para Xenia cuando le decía estas conmovedoras palabras de amor y dulzura.
Lo que dijo Simón tocó una fibra sensible en su corazón, sin poder resistir el impulso de probarlo.
-¿Realmente no te importa que no sea tu hijo biológico?-
Probablemente era la primera vez que Xenia le hacía esta pregunta a Simón con tanta seriedad.
Y la pregunta cayó en los oídos de Simón con un toque de cautela, mientras sostenía a la mujer en sus brazos.
-¿Será que te has negado a aceptarme por esta razón?-
Xenia se lo pensó un momento y respondió, -Esa es solo una de las razones.-
-Bueno, ya podéis dejar de preocuparos, porque vuestro hombre, está trabajando para acabar con todas vuestras preocupaciones.-
Xenia se mordió el labio inferior y, de repente, alargó los brazos y rodeó el cuello de Simón con cierta fuerza.
Su repentino ofrecimiento de un abrazo sobresaltó a Simón, y tras reaccionar volvió a sonreír con una sonrisa de cariño.
-¡Simón!-
-¿Qué?-
-No te defraudaré.-
Simón levantó una ceja con sorprendiente, y escuchó a Xenia decir de nuevo.
-Por supuesto, no me decepciones. De lo contrario, ¡te odiaré por el resto de mi vida!-
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