¡Era él!
¡De verdad era él!
A Xenia solo le quedó esta idea en su mente, y de repente se dio cuenta de que desde sus ojos había salido un flujo cálido, y que eran las lágrimas que brotaban.
Siempre había pensado que ... llevaba un hijo de un desconocido, y al principio había querido abortarlo.
Más tarde, todavía lo conservó, y empezó a amar poco a poco la pequeña vida que llevaba en su vientre.
Más tarde, Sofía dijo que le ayudaría a buscar la realidad, y comprobó que Óliver podría ser el padre de su hijo.
En el momento en que se enteró de eso, Xenia casi se derrumbó, preocupada por que se avergonzaría de enfrentar a Simón después de dar a luz.
Más tarde ...
El pasado era simplemente demasiado para mirar atrás.
Xenia cerró los ojos y las lágrimas cayeron silenciosamente por las comisuras de los ojos antes de esconderse en la almohada que tenía a su lado.
-¿Qué pasa?-
Simón que estaba detrás de ella probablemente sintió que algo iba mal, así que preguntó con ansiedad.
Xenia volvió a sus cabales y sacudió la cabeza.
-No es nada, ya es tarde y he preguntado todo lo que debería, así que descansemos -
Simón llevó un rato callado, pero todavía no pudo evitar preguntar, -¿Segura que estás bien?-
Xenia rió ligeramente mientras dejaba caer sus lágrimas, -¿Qué clase de problemas puedo tener? Duerme-
Al terminar eso, ella misma se adelantó para cerrar los ojos, pensando, -Bernabé...-
-Te alegrarás mucho si ves a tu padre, ¿verdad?-
-Este es tu verdadero papá-
Aunque habían ocurrido muchas cosas antes, Xenia ya no tenía fuerzas para insistir en lo del pasado.
Tampoco no había celos que tener para ella, porque Simón era suya, no importaba si era aquel anterior o este actual.
Xenia entró en el sueño poco a poco pensando de esta manera.
Estaba satisfecha y se durmió, pero Simón se sintió inquieto.
Le pareció sentir un toque extra de humedad en el aire después de decirle a Xenia la fecha, y entonces adivinó si ella estaba llorando.
Pero Xenia volvió a reírse suavemente, y esa risa no parecía nda rara.
Hasta que la respiración de Xenia se calmó, Simón se apoyó lentamente y observó sus mejillas a la luz de la luna, notando la huella de lágrimas en la esquina de sus ojos.
Aunque se habían secado las lágrimas, al tocar su cara todavía se notaba esa humedad.
Simón empezó a pennsar, ¿Estaba llorando?
Frunció sus finos labios y sus cejas con fuerza, y siguió dudando.
¿Se puso celosa porque él había recordado la fecha con demasiada claridad? ¿Se sintió triste y lloró por eso?
Pero Simón pudo recordar la fecha con tanta claridad era porque en ese día habían sucedido muchas cosas, no solo porque se acostó con eta mujer que era desconocida para él mismo en aquel entonces, también porque fue ese día cuando le tendieron una trampa.
Recordaría bien ese día para siempre, y no volvería a caer en ese tipo de trucos.
Mirando la leve marca de lágrima, Simón se inclinó y dejó un beso sobre ella. Su movimiento fue tan ligero como una pluma, y un momento después se acostó a su lado, pero sintió su corazón como si hubiera sido enganchado por una garra.
*
Dentro del país
Naomí se puso atónita, sin palabras.
Era verdad que Diego era el dueño de casa. Si quería hacer algo a ella, la misma sentiría mucho gusto.
Sin embargo, lo que le preocupaba a Naomí era que Diego no quisiera hacerle nada.
Ay, en qué demonios estaba pensando.
¿Pero qué pasó con Bernabé? ¿Por qué le había dicho eso a sí misma? ¿Cómo supo tanto este niño?
Pensando en ello, Naomí se acercó y entrecerró los ojos para mirar a Bernabé, con sentido de amenaza. De repente, le cogió una oreja de Bernabé con su mano extendida.
-Dime la verdad, ¿cómo lo sabes tanto? A una edad tan temprana, ¿estás aprendiendo lo malo?-
Naomí se puso feroz y la fuerza en su mano aumentó, de modo que la oreja blanca de Bernabé se volvió roja a una velocidad visible a simple vista. Esta gritó de dolor, -¡Ah, suéltamela! ¡Me duele!-
-¿Aún sabes que te duele? Mira lo que has aprendido, entiendo que sabes mucho que otros.¿Pero sabes que algunas cosas no son adecuadas para los niños? Vamos, olvida lo que me acabas de decir y todos esos pensamientos poco puros que tienes en la cabeza-
-Ay- Bernabé gemió, tratando de apartar la mano de Naomí, pero no lo consiguió. Estaba tan ansiosa que las lágrimas caían de sus ojos.
Al final, solo pudo tomar la única medida, muy poderosa. Empezó a amenazar a Naomí diciendo, -Si no me sueltas, llamaré a mi tío Diego enseguida y diré cosas malas de ti-
Una vez que escuchó el nombre de Diego, Naomí realmente se asustó y se mantuvo aturdida por un momento antes de que Bernabé ya se hubiera escapado de debajo de su palma.
Se cubrió las orejas rojas y corrió hacia la escalera, sus pequeñas piernas ya daban un paso en los escalones, luego miró de nuevo a Naomí.
-Si vuelves a intimidarme, llamaré al tío Diego todos los días y hablaré mal de ti. Entonces, tendrás aún menos posibilidades para conquistarlo-
-¡Cómo te atreves!-
-¡No puedes llamarlo! Todavía quiero ser la mujer de tu tío Diego -Naomí gritó poniéndose en jarra.
-Entonces... Tienes que complacerme. Si me siento satisfecho, puedo llevarte a ver a mi tío-
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