Xenia la miró desalentada, pensando, “¿Cuánto debería estar enamorada de Diego que no podía separarle ni un segundo?”
Viendo sus miradas irónicas, Naomí bajó la cabeza y dijo, -¿Crees que estoy demasiado atrevida? Pero si no lo hago precipitada, y algún día aparece otra mujer a su lado, no tendré ningún chance.-
-Además, si no aparezco todos los días en su frente, me va a olvidar luego.-
-Vale, vale,- sonrió Xenia y dijo, -Dame tres días más ya te consigo a Bernabé a tu lado para darte consejos.-
-¿En serio?- halagada a más no poder, Naomí casi saltó.
-En serio.- La contestó Xenia.
-Pero, ¿si Simón no está de acuerdo?- Naomí pensó en su rostro indiferente y serio, de pronto los miedos brotaron de sus ojos, -Al fin y al cabo, las cosas han cambiado.-
Su padre no era nadie sino el mismísimo señor Simón de la Familia Freixa en la Ciudad norte, además si se enteró del papel que desempeñó su hijo, el consejero de amor, no la haría dejado en paz a Naomí.
-Tranquila,- sonrió Xenia, -Máximo tres días ya lo verás, así que aguanta un poco.-
Tres días.
“Si dentro de tres días no vuelve Bernebé, ¿se lo arrebatará Xenia?” pensó Naomí, “¿Se volverá a separar por mi culpa?”
Luego Naomí le dijo, -Pues, Xenia, creo que mejor lo dejamos ahí con su padre, yo no tengo prisa. Tu felicitad es lo más importante. Aunque quiero mucho a Diego, no puedo ser tan egoísta que lo arrebatas de él por mí, porque con tantos sufrimientos a los que os sometéis…-
-¿Quién dijo que eres egoísta? ¿En qué estás pensando?- sonrió Xenia.
-Por fin estáis juntos, no quiero que…-
-Tranquila,- Xenia dijo, -Sé perfecto lo que me toca hacer para recuperarle, porque le he mentido por mucho tiempo.-
-Entonces…- Naomí se puso feliz, -Me quedo tranquila, así espero a tu buena noticia.-
Se marchó Naomí y Xenia siguió trabajando.
Los siguientes tres días Xenia trabajaba y vivía como de costumbre. Si no la hubiera advertido Naomí la promesa de tres días, Xenia la habría olvidado, porque durante estos días, casi no se dio cuenta de la falta de Bernabé a su lado.
-Han pasado tres días, Xenia, si…- empezó a preocuparse Naomí.
-¿Han pasado tres días ya? ¡Qué vuela el tiempo!- suspiró Xenia.
Viendo que estaba tranquila, Naomí perdió de repente todas sus ilusiones, pensando, “Han pasado tres días sin que aparecieran Simón ni Bernabé, ¿cómo pudo mantener calma?”
No entendió a qué vino su calma.
-Si llegó el día, hoy coges a Bernabé.-
Aparcó su coche, y entró en una cafetería de cerca, eligió una mesa con la ventana desde la cual se pudo observar la puerta de su empresa.
En cuanto levantó la cabeza, ya podría verlo cunado salió del edificio.
Entró en el Whatsapp, dudando si le mandó un mensaje, al final decidió dejarlo porque había estado aquí en persona.
Cinco minutos después de que salieron del trabajo, por fin lo ubicó.
Con un corazón latido al ritmo rápido, se marchó de la cafetería.
Salió Simón hacia su coche, quejándose de su tardanza, “Me tendría que esperar un rato Bernabé.”
Pensándolo, aceleró un poco, sin darse cuenta de que le siguió atrás Xenia, con unos zapatos de alto tacón.
Pensó Xenia que aceleró para evitar el encuentro.
Se volvió enojada y se detuvo, le gritó, -¡Simón!-
Caminó más lento Simón cuando escuchó una voz femenina, pero luego aceleró porque no pensó que ella le hubiera buscado hasta aquí.
“Debería ser las ilusiones porque la había pensado mucho en los últimos días.” Pensó Simón.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa falsa de Simón