Esposa falsa de Simón romance Capítulo 711

Todo de la boda estaba en caos completo.

Cuando Diego salió, justo vio esta escena. Levantó a Xenia con la cara fría y notó que su vestido de novia blanco tenía varias huellas negras, y se hizo una herida en su brazo. Hasta en la frente blanca, se le quedó una huella roja, como si hubiera sido golpeada por algo.

¿Cómo se ocurrió un cambio tan drástico en tan solo unos minutos?

Naomí echó un vistazo, pensó un rato, luego se dio la vuelta y le gritó al periodismo.

-¿Tienen personalidad o no? Empujaron a la gente y golpearon a Xenia cuando sucedió algo tan grande. ¿Son periodistas? ¡Creo que son paparazzi!

La maldición de Naomí puso sobrios al periodismo en la escena. De hecho estaban un poco emocionados en este momento, pero cuando vieron a Xenia que fue ayudada por Diego, con la cara pálida y el cuerpo herido, apoyando débilmente contra Diego, se sintieron un poco culpable, de inmediato, dieron unos pasos hacia atrás naturalmente.

-Lo siento, estamos ansiosos, y eso no fue nuestra intención. La señorita Xenia Leguizamo se ve muy mal. Llévala al hospital rápido.

-Sí, sí, tiene las manos heridas. Así que será mejor ir al médico rápidamente.

A Xenia se le agotaban todas las fuerzas, en ese momento no tenía energía. Se inclinaba sobre Diego como un fango suave. Diego sabía que no debían demorar más, por lo que directamente la levantó.

-La llevaré al hospital. Contacta al personal y pídele evacuar y lidiar con eso.

-Sí.- A Naomí no le importaba nada más en este momento, y solo pudo obedecer las órdenes de Diego.

Levantando a Xenia, Diego se fue. Cuando estaba a punto de subir al auto, Xenia, quien había estado recostada débilmente en sus brazos, de repente agarró a Diego por la manga.

-¿Le pasó algo a Simón? ¿Lo que han dicho es verdad?

Al escuchar, Diego se detuvo.

-No lo creo -Xenia miró a Diego, con el rostro pálido, -Diego, dime... ¿Es verdad lo que dicen los periodistas?

Diego, mordiéndose los labios, no hablaba hasta que la subió al auto y le susurró, -Es demasiado caótica por aquí. No conviene que te quedes en este lugar, primero vamos al hospital a tratar la herida.

Miró el rasguño en el brazo de Xenia fijamente, y su cara pálida.

-¡¡No!!- Xenia negó con la cabeza y agarró a Diego de la manga, -No voy al hospital, voy al aeropuerto.

¿Al aeropuerto?

Diego frunció el ceño, -Si vamos ahora al aeropuerto, probablemente, también habría muchos periodistas allí.-

-Quiero encontrarlo, Diego...- Xenia levantó la cabeza, con los ojos inexpresivos.

Sostenía en ese momento la mano de Diego, como un pez moribundo, agarrando la última esperanza, y reacia a dejarla ir.

Tal mirada...

Diego no quiso mirarla más, se mordió los labios, apretó los dientes y dijo, -¿Vas a buscarlo? ¿A dónde? ¿Puedes encontrarlo cuando vayas al aeropuerto?-

-Voy al aeropuerto.- Insistió Xenia.

Diego miró al conductor, -Vamos al hospital cercano para tratar la herida.-

Cuando Xenia lo escuchó, sus ojos se abrieron más grande y miró a Diego con incredulidad.

-¡No voy al hospital!-

Diego no se movió, mirando su brazo blanco. Había un rasguño visible y ​​la sangre manchaba el blanco vestido de novia, como un trébol rojo en la nieve. Las flores florecían una a una.

Obviamente... ella estaba herida, pero parecía que no podía sentir el dolor.

Diego suspiró y sacó su celular para ayudarla a buscarlo. Cuando llegaron al aeropuerto, el oficial aún no anunció el lugar del accidente del avión. Xenia y Diego esperaban ansiosos en el auto.

-¿Habrá el anuncio oficial del lugar del accidente? Si no se anuncia siempre, entonces nosotros...-

-No te preocupes, ya he pedido a alguien para que lo revise. Tal vez Simón no subió al vuelo esa noche. No te preocupes demasiado. Y le pediré a alguien que me envíe la medicina. Tienes que tratar la herida.-

-Si no hubiera abordado ese vuelo, no se habría encendido el celular hasta ahora... Diego -Xenia lo miró de repente, con ojos esperanzados, -¿Podemos extrapolar la ubicación de acuerdo con la hora del accidente?-

Diego se mordió los labios y se lo recordó con seriedad.

-Primero trate la herida del brazo y espere las noticias.-

Xenia lo miró sin comprender y negó con la cabeza, -No...-

-No, no puedo esperar más.-

-No puedo esperar más, yo... no puedo hacer nada, pero... realmente tengo que hacer algo...-

-Ayúdame, por favor, ¿vale?-

Cuando Xenia dijo esto, tenía los ojos enrojecidos, la nariz y el corazón entumecidos, pero las lágrimas no le salían.

Al mirar esta escena a través del espejo retrovisor, el conductor parecía ser capaz de sentir la desesperación en su interior, y sus ojos no pudieron evitar ponerse rojos.

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