Óliver era tan terrífico que el mozo no se atrevió a rechazarlo y, atónito, solo pudo asentir con la cabeza.
-Sí, pues ahora mismo voy a averiguarlo. Es que solo por el lado del grupo Freixa…
Al instante, la mirada de Óliver su puso fría y dijo, -Si de verdad ya está muerto, obtener el grupo Freixa será muy fácil para mí. No hace falta preocuparse por tardar estos días.
Tenía razón. Si Simón ya estaba muerto, ¿con qué competiría con Óliver? Ni siguiera la empresa, se perdería su esposa y los hijos en ese momento.
-Tiene razón, señor Óliver. Una vez que muere, el grupo Freixa lo tendrá usted. No se necesita apresurarse estos días.
La mirada de Óliver se quedó seria y dijo, -¿Pues por qué todavía no te precipitas a averiguar lo de Xenia?
-Sí, ahora lo voy a intentar.
Después de salir el mozo, Óliver miró el contrato que iba a afirmar y entrecerró los ojos. Luego, tomó el contrato, lo vio un rato y de repente frunció los labios.
-Simón, ¿pasó esto es porque Dios lo sabe?
Entonces, directamente rompió el contrato en dos partes con toda ironía.
Simón murió el día en que se casó. ¡Qué buena noticia era!
Pero al pensar en Xenia, Óliver frunció el ceño.
No sabía cómo estaba Xenia ahora. ¿Estaba triste?
***
Estos días Xenia se quedaba en el hospital para recuperarse. Después de mojarse en la lluvia, no se había mejorado sino tenía fiebre, aunque ya estaba despierta.
Al principio, a pesar de la fiebre, estuvo consciente y su temperatura corporal varió mucho.
Hasta la noche, empezó a tener fiebre alta y no se mejoró. Después, perdió la consecuencia y comezó a quedarse comatosa. Pero antes de desmayarse, tomó la mano de Diego Leguizamo con esfuerzo y murmuró, -Simón. Hay que encontrarlo. No le pasará nada. No le pasará a Simón...
Siguió murmurando y todo lo que dijo fue sobre Simón. Como un hombre, incluso Diego sintió un poco del dolor en la mano tomada por ella.
Cuando el médico la trataba a Xenia, vio el pellizco en la mano de Diego. Se extrañó y dio un gruñido.
-La chica está comatosa, ¿por qué todavía tiene tanto esfuerzo?
Diego miró su mano con una risa forzada. Ella era así. Para Simón, incluso podía perder su vida.
-Doctor, ¿cómo está mi hermana?
El médico suspiró, se ajustó las gafas a la nariz y lo explicó en voz baja, -Con franqueza, ahora la situación de tu hermana es muy difícil. Si todavía no baja la fiebre como así, será muy peligroso. Y sabes que ya está embarazada. Y tenemos que recetarle medicamentos con mucho cuidado. Por eso sugiero utilizarle el método físico de enfriamiento antes de que baje la fiebre. Y en cuanto a otras cosas, las dejamos de lado hasta que baje la fiebre.
¿El método físico de enfriamiento?
Frunciendo sus labios delgados, Diego pensó que era un poco peligroso porque Xenia ya estaba muy débil, aunque era el único tratamiento que le convenía a ella.
Sin embargo, excepto esta, no quedaba ninguna solución.
Considerando esto, solo pudo asentir con la cabeza.
A su lado, Carmen Rubio dijo, -Soy buena en esto. Cuando mi hijo tuvo fiebre y no se atrevieron a recetarle medicamentos, hice lo mismo para que bajara la fiebre. Vicepresidente Diego, ya lleva mucho tiempo acompañándola. Descanse y déjeme cuidarla.
El médico que estaba junto a él también inclinó la cabeza y dijo, -Tiene razón. Será mejor que la acompañe porque sabe cómo cuidarla.
-Estoy de acuerdo, vicepresidente Diego. Descanse -Carmen lo persuadió.
Diego frunció los labios, dio un vistazo a Xenia con preocupación, la cual estaba en un sopor, y finalmente asintió con la cabeza sin hablar nada. Cuando se levantó, Xenia todavía le mantuvo la mano con esfuerzo.
Diego la olvidó porque estos días habían sucedido muchas casas.
Al pensar en esto, Diego se dio prisa y apareció ante la gente.
-Diego, esta chica dice que…
Al ver a Diego, a Naomí se le iluminaron los ojos. Naomí quiso llamarlo por instinto, pero no supo cómo llamarlo. No quiso llamarlo señor, por eso retiró el título y lo saludó agitando la mano con entusiasmo.
-Dejadla entrar -Diego la miró con tranquilidad. Notó que esta chica había estado preocupada al comienzo. Pero al verlo, sus ojos se pusieron brillantes al instante y ella agitó la mano con excitación.
Esta escena Diego la presenció todo…
Sinceramente, parecía que una mascota al ver su dueño, meneaba la cola locamente mostrando su fidelidad y alegría.
Al ser soltada, Naomí corrió rápido hacia Diego.
-Die... -ella detuvo la palabra a tiempo y le preguntó, -¿Cómo está Xenia? ¿Se ha encontrado Simón?
Escuchándola, Diego frunció el ceño, pellizcó el entrecejo y movió la cabeza.
Naomí se mostró decepcionada de una vez y dijo, -¿No? ¿Todavía no se ha encontrado Simón? Y Xenia…
-Tiene fiebre.
Diego la contestó lentamente y su voz se oía un poco cansada, -Ahora Xenia no está tan bien, tampoco se ha encontrado Simón. ¿Y se han resuelto los problemas en el País X?
Naomí asintió con la cabeza apagadamente y dijo, -Sí, se ha resuelto todo. Pero no puedo calmar a los medios. Cuando vine aquí, lo había averiguado y sé que la noticia se ha extendido dentro del país. Ahora casi todo el mundo de la Ciudad Norte lo sabe.
La mirada de Diego se puso más profunda y no se sabía en qué estaba pensando.
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