Al cabo de un rato, levantó la mirada de nuevo y dijo en un tono frío.
-Gracias por estos días.
Naomí se asombró y dijo moviendo la cabeza, -De nada. Pero quiero ver a Xenia. ¿Puedo?
El príncipe azul importaba, pero buena amiga era más importante.
A Naomí siempre la preocupaba Xenia más.
-Anda.
Cuando la llevaron a Naomí a la sala de hospital de Xenia, Carmen estaba cuidándola. Al ver llegar a Naomí, Carmen aflojó un poco de tensión y dijo, -Naomí, ¿has solucionado todos los problemas en el País X?
-Sí, los he terminado. ¿He oír hablar que Xenia tiene fiebre?
Cuando se hablaron las dos, bajaron mucho la voz porque temieron que despertaran a Xenia. Carmen hizo movimientos afirmativos con la cabeza.
-Sí, tiene una fiebre grave. Pero como está embarazada y no se puede recetar medicamento cualquiera, el médico ha aconsejado el tratamiento físico de enfriamiento.
Al escuchar esto, Naomí gritó con sorpresa, -¿De verdad? ¿Está embarazada?
Carmen la observó con ojos entrecerrados como si hubiera captado algo.
-Según tus palabras, ¿ has sabido que Xenia está embarazada? ¿Y ella? ¿Sabe que ella misma está embarazada? -hablando de esto, Carmen no pudo dejar de fruncir su entrecejo bonito.
Si Xenia supiera que ella seguía andando por todas partes después de estar embarazada, pues resultaría algo malo.
-Esto solo es mi hipótesis porque antes charlé un poco con Xenia. No estábamos seguras de que si estaba embarazada y Xenia también pensó que después de celebrar la boda iba al hospital para que le revisaran en caso de embarazo. No se ha pensado que…
Las dos mantuvieron en silencia tácitamente y no siguieron hablando.
Al cabo de decenas de segundos, Naomí acudió a tomar la toalla que estaba en la mano de Carmen y dijo en voz suave, -Déjame hacerlo. Antes cuando Xenia estaba enferma, siempre la cuidaba yo. También sé algunos de sus hábitos.
Naturalmente, Carmen observaba todo lo que favorecía al Xenia. Muy pronto entregó la toalla a Naomí. Y desde entonces, Naomí iba a cuidar a Xenia.
Xenia todavía seguía con la fiebre alta. No se sabía si la fiebre la trastornaba. De vez en cuando Xenia lanzó unas palabras. Pero al escucharlas, se sabía que las decía inconsciente.
Naomí solo podía cuidarla mientras la consolaba suavemente.
Durante este tiempo, Diego y el médico habían venido unas veces.
Hasta el resto de la noche, por fin empezó el descanso de la fiebre de Xenia. Gradualmente, también se tranquilizó su respiración. Naomí se quedó alrededor de la cama, recordando la noticia que había visto antes.
Trataba sobre las personas que fueron salvadas el primer día, las cuales todavía tenían señal de vida. Y las que se llevaron al hospital se habían salvado.
Sin embargo, así, desaparecieron las vidas que habían flotado en el mar después de una noche de tormenta.
Al día siguiente, cuando se puso en acción el equipo de rescate, todo lo que fue rescatado eran cadáveres muertos.
Pero Diego dijo que no se había encontrado Simón, lo que significaba que Simón no estaba entre los sobrevivientes. ¿Pero dónde estaba su cadáver?
Simón y Xenia se habían esforzado para estar juntos. !Dios mío! ¿Por qué los separó así?
Al pensar en esto, Naomí no pudo dejar de llorar con ojos rojos.
-Simón, ¡vuelve! ¡Vuelve!
Cuando Naomí casi gritó por el lloro, Xenia, que estaba echada tranquilamente, lanzó una palabra, pero la dijo en voz muy baja. Naomí solo pudo acostarse para escucharla.
Después de oír que lo que dijo Xenia era el nombre de Simón, Naomí empezó a llorar más.
-Descuida, Xenia. Seguro que Simón no quiere verte triste sola. Sin duda, regresará.
***
Las caras de ellos estaban mal y también se mostró seriedad alrededor de sus ojos. Obviamente dijeron esto era para cuidarla. Si ahora siguiera inquiriendo el problema, los decepcionaría.
Considerando esto, Xenia solo pudo asentir con la cabeza con suavidad y respondió que sí.
Se le iluminaron a Naomí los ojos y le preguntó, -Por eso, ¿quieres la dulce o la salada?
Le contestó, -se pueden ambas.
-Pues te la voy a servir.
Enseguida Naomí se levantó y muy pronto, se la trajo a Xenia una sopa de arroz dulce. Se sentó ante ella con sonrisa muy cariñosa y dijo, -Ven, esta era tu sopa de arroz favorito cuando estabas en el País X. Acabo de probarla. Esta tienda la hace muy auténtica.
Naomí la cuchareó un poco y se la sirvió a Xenia.
Un olor dulce emanó de la sopa de arroz al aire y el ambiente se llenaba de calidez. A Xenia le debería gustar la sopa de arroz, pero no sintió ningún sabor dulce cuando la tomó.
Lo que percibió fue amargor puro.
Pero continuó comiéndola despacio. Naomí le sirvió la sopa de arroz y Xenia la tomó.
Xenia fue tan tranquila y obediente que hizo sentir un poco de miedo a los demás.
Poco a poco, Naomí comenzó a asustarse y sintió que algo estaba mal. Xenia se quedó demasiado tranquila y no rechazó la sopa de arroz que le sirvió.
Sentía que esto no fue la rección que debería ser.
¿Cómo era posible que, si Xenia recién preguntó algo sobre Simón, la obedeciera cuando Naomí la hizo comer la sopa de arroz?
Cuando Naomí sintió que algo estaba mal y la velocidad de servir la sopa de arroz fue bajando, finalmente Xenia reaccionó.
Como si se sintiera incómoda, con cara pálida, de repente Xenia se agachó con las manos en el estómago, , inclinó la cabeza y vomitó toda la sopa de arroz que había comido.
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