Asistente de secretaria.
En realidad al encargada de los recados de la secretaria.
Y la secretaria es la que hace los recados para el presidente. El trabajo de asistente de secretaria es aún más difícil.
Xenia no estaba en la oficina durante dos horas y media de las tres de la primera mañana, tuvo que entregar documentos en todas partes.
Así fue la presión de trabajar en una gran empresa.
Cuando por fin consigío un descanso, Giuliana le dio un montón de documentos para que se familiarizara con el entorno.
Xenia se sentó en el sofá y leyó en silencio.
Como no estaba familiarizada con el entorno, había entregado los documentos en el lugar equivocado por la mañana. Sin embargo, una vez que se hubiera familiarizada con el flujo de trabajo, sería mucho más fácil.
Pero...
Xenia frunció el ceño. No parecía tener ninguna posibilidad de acercarse a Simón.
Pensando en aquel encuentro en el ascensor hace tres días, Xenia reflexionó.
Ella le había dicho ese día que estaba solicitando el puesto como asistente de secretaria, pero él no la detuvo.
¿Qué estaba pasando?
¿Lo hizo a propósito? ¿O simplemente no le importaba?
Xenia no creía que le importara.
Al fin y al cabo, el puesto no era una amenaza para Simón, porque normalmente ni siquiera se veían.
Sólo Giuliana llegaba a ver a Simón, fue una intermediaria que organizaba el trabajo e informaba a Simón.
Al mismo tiempo, transmitía las órdenes de Simón a los demás.
No tendría ninguna posibilidad de acercarse a Simón.
¿Cómo iba a recuperar la memoria de Simón en ese caso?
Xenia se sintió contrariada.
-¿Qué haces aquí?, ya es la hora de comer.
Xenia levantó la vista para ver a Giuliana frente a ella.
Tenía sus llaves y estaba lista para ir a comer.
-¿Giuliana?
-Es la hora del almuerzo.
Xenia recuperó el sentido y miró su reloj.
-Has estado trabajando toda la mañana y estás cansada, ¿verdad? Tómate un descanso y luego ve a comer.
-Vale, gracias.
Xenia cerró su libro. Giuliana tenía que ir a casa a cocinar para su hijo y volver al trabajo a la una.
A Xenia le daba pereza ir a casa, así que fue al comedor.
Justo al llegar al ascensor se encontró con una conocida.
-¿Lolita?
-¿Xenia? -dijo Lolita con alegría al verla, -Por fin, vamos al comedor.
Xenia sabía que lo que decía Lolita era cierto, y que no hablaba bien el inglés. Cuando pidió la comida, Lolita pronunció mal varias palabras y tartamudeó.
Una mujer con un inglés tan pobre estaba trabajando sola en el extranjero, increíble.
-¿Por qué vino a trabajar al extranjero?
-Debes preguntar porque no hablo bien el inglés. Es porque quería aprender inglés y mi familia siempre se reía de mí.
Resultó que había venido a estudiar y no tenía nada de dinero.
Xenia se rió, tomó un sorbo de su sopa y no dijo nada más.
Mientras comía, Xenia seguía pensando en Simón.
Estos días, pasaba su tiempo libre pensando en cómo recuperar rápidamente la memoria de Simón.
Terminó su comida distraídamente. Lolita sugirió ir a dar un paseo por el barrio, ya que de todos modos aún no era hora de ir a trabajar.
Pero Xenia estaba cansada después de trabajar toda la mañana y quería descansar en el sofá de la oficina de secretaria, así que rechazó amablemente a Lolita.
Una vez en la oficina, Xenia se sentó en el sofá, se quitó los zapatos y se acurrucó, masajeándose las pantorrillas.
Hacía tiempo que no estaba tan cansada, por lo que le dolían las pantorrillas.
Sonó el teléfono de la oficina de repente.
Xenia se levantó para contestar.
Era una fría voz masculina.
-Café, por favor.
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