Esposa falsa de Simón romance Capítulo 768

-¿Te gusto? -la preguntó con su habitual indiferencia.

-No -lo negó Xenia moviendo la cabeza, con los ojos fijos en los suyos.

-¿Segura? -sonrió Simón y se le acercó, -¿Crees que te creo?

Xenia se retrocedió dos pasos atrás para evitar la situación embarazosa como ayer, justificándose, -Te sirvo la leche porque te veo cansado. Creo que la leche te quedará mejor, nada más, mi señor.

Luego añadió, -Si no fuera para ti, lo haré igual para todos mis superiores.

Cuánto más nerviosa estaba Xenia, Simón estaba más interesado en ella.

Obvio que ella sintió mucho afecto hacia él, pero lo negó para conseguir más horas a su lado.

“No deja de desafiar mi paciencia.” Pensó Simón.

-¿Eres tonta, o idiota? -de repente dijo Simón.

-¿Cómo?

Simón se volvió y dijo frío, -Tráeme el café antes de que me ponga enfadado. Si te gusta la leche -sonrió Simón, -Que la bebas tú.

Xenia estaba ya 100% segura de que no iba a beber la leche, de hecho, nunca le había gustado la leche.

Suspiró Xenia y se rompió las muelas tratando de convencerle porque su enojo era casi nada en comparación con su salud.

-¿O te sirvo un té? -retiró la leche y le preguntó.

-El té es bueno como el café, que te animará y con un buen sabor.

Se quedó Simón totalmente impaciente y la miró con los ojos furiosos, -¿Quieres abandonar el trabajo?

Sintiendo su firme actitud, Xenia no insistió más, y salió con la leche.

En este momento Giuliana la esperó en la puerta de la oficina.

En cuanto la vio, Giuliana se le acercó sonriendo, -¿Ya sabes que te equivocas? Con dos días trabajando aquí, no lo conoces tanto como yo a él. Nunca vas a cambiar su hábito. Te aconsejo que no lo retas más.

-Es terco como una piedra, además… -hablando la mitad, detuvoGiuliana, pero la apresuró Xenia, -¿Y?

-Aunque lo convences, no se podrá mantener por mucho tiempo.

-¿A qué te refieres? -preguntó Xenia.

Se levantó Simón y le limpió las manchas.

Todo pasó de una manera inconsciente.

Ni siquiera se dio cuenta de las manchas que dejó en sus labios, Xenia ahora se quedó bastante enrojecida con su contacto íntimo.

En este momento, Simón la ordenó, -Vete.

Viendo que estaba inmóvil, Simón repitió, -¿A qué esperas?

Xenia se marchó después de un rato de inmóvil detención, mientras Simón se quedó en blanco mirando sus dedos con las manchas.

Después de un buen rato, Simón limpió las machas con su pañuelo, una tras otras veces.

Era el que se mantenía limpio y alejado de cualquiera, pero ¿por qué le limpió las manchas de manera natural?

Simón tiró el pañuelo y volvió con su trabajo.

Todo se volvió silencioso.

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