Esposa falsa de Simón romance Capítulo 796

-Leonardo, nos estás describiendo a mí y a Simón como personas malas. ¿Cómo es tratar contigo a propósito? Acabo de enterarme de este asunto.

Anthony extendió la mano sonriente para acariciar el pecho de Leonardo y su voz se suavizó un poco para engatusarlo.

Leonardo resopló fríamente y le apartó la mano con un chasquido, -No te creo. Eres tan malo, ¿has engañado mal a Simón?

Al oír esto, Anthony sacudió instantáneamente la cabeza negando con los ojos muy abiertos, -No, ya conoces la naturaleza de Simón. ¿Cómo podría influir en su mente?

Al oír esto, Leonardo entrecerró los ojos y miró a Simón.

Aunque no habían pasado mucho tiempo juntos, la naturaleza de Simón era efectivamente como lo que había dicho Anthony. Aunque había perdido sus recuerdos anteriores, su naturaleza no había cambiado,que era terca.

Lo que se trae en los huesos, no cambiará.

Al pensar en esto, Leonardo volvió a pensar en su hija mayor.

Por aquel entonces... Rosa era tan testaruda como él, desobedeciendo sus disposiciones e insistiendo en lo que creía correcto, por lo que había acabado en esta situación.

Cuando pensó en Rosa, la mirada de Leonardo envejeció al instante.

Esta hija le resultaba verdaderamente pena.

Así, la mirada de Leonardo a Simón ya no fue tan dura, sino que habló con cansancio, -Mocosos, salid de aquí. Quiero estar solo.

Anthony dijo,-Leonardo, ¿estás bien? Me gustaría quedarme y guiarte.

-Soy un anciano, ¿todavía necesito tu guía? Salid juntos.

Al decir esto, Leonardo preparó a tocar a los dos con su muleta y Anthony tuvo que salir corriendo.

Simón le siguió y se levantó, con su mirada que se posó en el cuerpo de Leonardo y dijo débilmente, -Entonces saldremos primero. Cuida de tu salud.

Leonardo resopló con frialdad y giró la cabeza, sin responder a sus palabras.

Anthony siguió a Simón fuera del estudio y caminó una buena distancia antes de atreverse a hablar.

-¿Qué significa esto? ¿respeta Leonardo tus deseos?

Simón no contestó, pero sus cejas se fruncieron inconscientemente. Las cosas no eran tan simples como pensaba y esta idea del abuelo no debía ser temporal.

Así que no lo renunciaría tan rápido. La expresión del abuelo en este momento, significaba haber pensado en algo y no quería hablarlo.

-¿Por qué no dices nada? ¿No estás ansioso en absoluto? ¿Y si realmente os da a ti y a Zoe un compromiso?

Los pasos de Simón se detuvieron bruscamente y levantó fríamente los párpados, -Vuelve primero.

Anthony preguntó, -¿Qué quieres decir? Te hablo de un tema tan importante, ¿y me haces volver?

-¿Puedes cambiar de opinión a mi abuelo?

Anthony respondió, -Parece que... no, vale, me voy.

Después de eso, se dio la vuelta y caminó en otra dirección mientras murmuraba, -Es bueno volver a charlar con la asistente.

-Quédate -detrás de él llegó la voz severa de Simón.

Anthony se detuvo en seco y se volvió de forma desagradable, -¿Qué? ¿No me dijiste que me fuera? ¿Hay algo más?

-No la acoses.

Así es como había llegado a ser, tanto si estaba en la compañía para él en casa como aquí.

Por suerte, salía del trabajo a las 11 de la mañana, con un descanso de dos o tres horas entre medias, por lo que no tenía que ir corriendo a casa y podía dormir un poco más si dormía aquí después de comer.

Mientras pensaba en ello, Xenia cayó en un sueño, sin saber que la puerta del despacho de la secretaria se había abierto y que alguien había entrado.

Anthony había venido a buscar a Xenia a propósito. Cuando llegó, se encontró con todos los que estaban fuera de servicio, así que tuvo que ir a la cantina a buscarla. Pero no vio a nadie en la cantina durante 20 minutos, sólo a Lolita, quien tampoco vio a Xenia subir al piso cuando la preguntó.

Anthony tuvo que subir a buscarla y cuando empujó la puerta, vio una figura acurrucada en el sofá.

-Cuñada, cuñadita, despierta.

En su sueño, a Xenia le parecía oír que alguien la llamaba al oídos con voz suave todo el tiempo. Pero sus párpados eran tan pesados que no podía abrirlos, tan aturdida que no sabía si era realidad o un sueño.

-Cuñadita, levántate y te llevaré a ver a Simón.

Simón...

¿Quién era Simón?

-Qué buena oportunidad, no la pierdas. Cuñadita, no te duermas...

El hombre alargó la mano y le pinchó en el brazo con el dedo índice y tras varios golpes, el sueño aturdido de Xenia se alejó finalmente. Abrió lentamente los ojos y lo que se encontró con sus ojos fueron las facciones no tan decentes de Anthony, que ahora la observaban con curiosidad.

-Cuñada, por fin te has despertado.

Al verla abrir los ojos, Anthony esbozó una gran sonrisa.

Xenia reaccionó con un grito de sorpresa y lanzó su mano directamente a la cara de Anthony.

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