Esposa falsa de Simón romance Capítulo 860

Rubén y Efrain se quedaron totalmente aturdidos porque nadie hubiera pensado que se encontraría con su paciente aquí, ni hablar que le saludó.

Mientras Rubén le clavó los ojos, el hombre sonrió acercándose a Efrain.

-¡Qué casualidad, doctor! Le debo muchas gracias por su eficiente tratamiento psicológico. Ahora me encuentro súper bien. Pero, ¿no está en el extranjero? ¿Por qué regresó de repente? Pensé que me equivoqué de persona -dijo con entusiasmo.

Efrain se levantó y sonrió forzoso, -Me temo que usted se equivoca de persona, no soy el Doctor Efrain.

-¿No es usted el Doctor Efrain? ¡Qué raro! -murmuró el hombre.

Efrain sonrió -No lo soy.

Mientras el hombre se quedó atónito por sus palabras, Rubén lo miró frío que le dejó estremecer.

Entonces se marchó murmurando, -No puede ser. Lo conozco… ¿Me equivoqué?

Luego Efrain se sentó y sonrió levemente, -¿Acaso existe un hombre que se parece a mí?

Zoe gritó, -Claro que se equivoca de persona, porque deberías trabajar de actor en vez de psicólogo.

Terminadas las palabras, se marchó.

-Zoe, ¡detente! -ordenó Rubén en su habitual tono de frialdad.

Zoe lo miró decepcionada, -¿No dijiste que era una visita normal? ¡Me engañaste! ¿Crees que soy una loca?

Efrain se le acercó, -Señorita Zoe, las cosas no son como piensas…

-¡Cállate! -gritó Zoey se retrocedió, -¡No soy loca! Son vosotros locos que me engañáis.

-Zoe, ¡cálmate! Nadie cree que eres loca, y la visita no es nada más que un asesoramiento psicológico -explicó Rubén.

-¡Soy normal! ¡No necesito ningún asesoramiento psicológico! -gritó Zoe.

-Vale, vale. ¿Entonces podemos ser amigos? -dijo Efrain suavemente.

-Gracias por lo que has hecho hoy. Vete a descansar, otro día hablaremos -dijo Rubén.

Entonces Efrain se marchó.

Con lo profundo que conocía a su hermana, no haría daño a sí misma pero a los demás, sí. Entonces Rubén llamó a Anthony, quien se volvió loco apenas recibió su llamada.

-¡Joder! ¿No podrías hacerlo con la menor discreción? ¿Qué hacemos ahora? -gritó Anthony.

-Te lo cuento por amistad, pero no tengo obligaciones de responder tu furia -dijo Rubén en un tono indiferente.

-Además, si ella quiere hacer algo, sabes que nadie la detendrá -añadió Rubén.

Apenas lo insultó Anthony, Rubén colgó el teléfono.

“Tiene razón, Zoe nunca hará daño a sí misma, pero a los demás, sí.” Pensó Anthony murmurando, -A ver si le toca esta vez a Xenia o a Simón.”

Cuando salió de casa, Anthony suspiró, -¡Qué mujer ciega y terca perdiéndose en el amor imposible!

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