Esposa falsa de Simón romance Capítulo 870

Xenia fue por delante y Anthony ayudó a Simón.

El camino no fue muy largo, pero la cordura de Simón había sido casi roída por la droga, y no habló durante el viaje en coche, sentado con los ojos cerrados y los labios fruncidos mientras luchaba contra el impulso de casi salirse de su cuerpo.

Tras escuchar una voz conocida, Simón abrió los ojos y vio a Xenia caminando delante de ella, con paso apresurado y, sobre todo, vistiendo sólo su pijama.

Simón frunció el ceño.

Pronto llegaron al baño y justo cuando Simón entró, Anthony dijo, -Cuñada, sal un momento.

Xenia no tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero confiaba en que Anthony no haría nada que dañara a Simón y salió obedientemente y se quedó en la puerta del baño.

Como resultado, ella vio a Anthony abriendo la ducha y tratando de rociar el cuerpo de Simón.

La visión hizo que Xenia mirara con incredulidad.

-¿Qué estás haciendo?

Las manos de Anthony se movieron y miraron a Xenia de pie en la puerta. Al ver que se sonrojaba, la boca de Anthony se crispó, pero no sabía cómo explicárselo.

-Cuñada, yo...

Simón, que no había hablado, levantó en ese momento los ojos, su oscura mirada se posó en el delgado cuerpo de Xenia, y susurró, -¿Dónde está tu abrigo?

-¿Eh? -Xenia no entendió por qué le preguntaba eso de repente y miró el pijama que llevaba puesto.

-Ve y ponte un abrigo, hace frío.

Al decir esto, a Simón le brotó mucho más sudor frío en la frente, y parecía estar sufriendo un gran dolor.

Xenia se sintió un poco triste, pero le hizo caso y se volvió para ponerse el abrigo.

Anthony, que estaba a su lado, dijo agriamente, -Bueno, Simón, ¿todavía piensas en que tu mujer está mal vestida después de todo esto?

Anthony se quedó sin palabras. Obviamente este hombre estaba drogado, Anthony pensó que él iba a estallar, pero quién sabía que tuvo la presencia de ánimo para decirle a Xenia que se pusiera una más para salvarle de coger frío.

Cuando Anthony terminó, él no obtuvo ninguna reacción, y cuando le volvió a mirar, el muy cabrón había vuelto a cerrar los ojos, todavía en mal estado.

Al verlo así, Anthony se preguntó un poco si la persona que acababa de hablar con su cuñada era Simón o no.

-Estás siendo demasiado parcial, te he llevado todo el camino y ni siquiera me miras, estoy tan jodidamente triste.

Anthony no pudo resistirse a unas cuantas quejas.

Probablemente porque estaba haciendo demasiado ruido, Simón frunció sus labios en señal de disgusto y dijo, -¿Has dicho suficiente?

-¿Hmm?

-Diga basta y váyate.

-Hermano, realmente quiero abrir tu cerebro para ver si es sólo tu mujer, demasiado pesadas con el sexo. Yo fui quien te devolvió, te he rescatado del peligro, ¿y ahora me tratas así?

En cuanto las palabras salieron de su boca, el lado de Xenia había vuelto de ponerse el abrigo, con el teléfono en la mano, y estaba de nuevo de pie en la puerta del baño.

-Anthony, ¿qué está pasando? ¿Qué le pasa? ¿Está herido? ¿Quieres que llame a una ambulancia?

Al ver la mirada ansiosa de Xenia, Anthony sintió que si se avergonzaba de explicarlo, Xenia podría llamar a una ambulancia.

¿Pero cómo iba a explicarlo? Después de pensarlo, Anthony decidió que, dado que la situación ya era así, no tenía nada que ocultar.

Hubiera sido mejor ir directamente al grano y decirlo de forma dolorosa y directa.

Pensando en ello, Anthony miró a Xenia y se limitó a hablar, -Cuñada, Simón él es en realidad...

En ese momento, una voz gélida le interrumpió.

-No hay necesidad de llamar a una ambulancia, estoy bien.

Simón estaba drogado.

-Cuñada... -Anthony seguía sin saber qué decir con la alcachofa de la ducha en la mano, había querido usarla para Simón cuando entró por primera vez pero no lo había hecho porque Xenia se lo había impedido.

Xenia levantó la vista, sus ojos se posaron en la cara de Anthony, y dijo suavemente, -Anthony, gracias por esta noche, tú vuelve a casa primero.

Anthony no respondió.

Ante las palabras de Xenia, miró inconscientemente a Simón.

Los ojos del hombre seguían cerrados y parecía que su conciencia había sido roída hasta quedar reducida a un solo pensamiento que lo mantenía unido.

-Cuñada, yo...

Xenia sonrió débilmente, -¿Qué pasa?

Anthony reaccionó, la alcachofa de baño había sido puesta en su lugar por él, luego negó con la cabeza, -No, ya que lo dijiste, entonces volveré primero.

De hecho, él entendió a ello.

¿No le dio Zoe esa droga a Simón como una oportunidad para seducirlo? Pero al final no funcionó.

Anthony suspiró en su corazón por el hecho de que su cuñada fuera tan inteligente que lo entendiera sin que él se lo explicara.

-Entonces ... volveré y me llamarás si surge algo.

Xenia asintió y acompañó a Anthony hasta la puerta, y cuando estaba a punto de cerrarla, Anthony se detuvo la puerta con expresión desgarrada y miró a Xenia con expresión seria.

-Cuñada, aunque sé que tienes un pasado con Simón, pero esta medicina es muy fuerte, tú... debe prestar atención a la seguridad.

Xenia se quedó sin palabras.

Aunque antes había actuado con calma, Xenia no pudo evitar sonrojarse ante la seriedad del consejo de Anthony.

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