Este hombre, que en realidad seguía sacando esto a la luz. Xenia sintió que si siguiera hablando con él, sólo se aprovecharía de ella.
Así que Xenia interrumpió a tiempo esta conversación y cambió de tema enseguida, -Volvamos primero.
Aquí no estaba muy lejos de la cominidad, y probablemente por eso Simón pudo encontrarla.
Aun así, Xenia estaba un poco preocupada; al fin y al cabo, ella había salido a primera hora de la mañana y, según la llamada que le había hecho Simón, no se sabía si él ya hizo algo.
¿Y si él preguntara algo, entonces?
¿Y qué iba a decir ella?
¿A decir la verdad?
Xenia frunció los labios, pensativa al ser conducida hacia adelante por Simón, pensó por un momento que en realidad no estaba tratando de ocultar nada a propósito, y que estos habrían sido los recuerdos previamente perdidos de Simón, y que si él realmente percibió algo, o recordaba algo, entonces no parecería que hubiera nada malo en que fuera honesta.
Simón salía conduciendo, llevando a Xenia al coche y pasando la mano por encima de ella para evitar que se golpeara la cabeza mientras se preparaba la entrada.
Xenia seguía pensando, cuando de repente sintió un cálido aliento que se acercaba a ella, y cuando miró hacia atrás Xenia vio de repente un apuesto rostro frente a ella, magnificado un millón de veces.
Ella se asustó.
El rostro apuesto que se acercaba sobresaltó a Xenia y ella se le cortó la respiración, -Tú, ¿qué haces?
Los ojos estrechos del hombre se entrecerraron ligeramente, formando un arco especialmente bonito, y los labios de Simón se curvaron, -Cinturón de seguridad.
Después de decir eso, le abrochó el cinturón de seguridad.
Sin embargo, después de esto, no se apartó de ella, sino que se acercó, con su respiración audible.
-¿Por qué tanto alborota?
-No es nada.
Ella desvió la mirada y torció la cabeza en el proceso.
Sin embargo, al momento siguiente, Simón le cogió la barbilla y le giró la cara a la fuerza para que Xenia tuviera que encontrarse con la mirada de Simón.
-Joder, ¿para qué? -Como estaba tan cerca, Xenia podía ver incluso la fina pelusa de su cara, y al pensar en aquellas imágenes de la noche anterior que la sonrojaban, el corazón de Xenia empezó a golpear de nuevo contra su cuerpo, como si quisiera estallar.
-¿Y dices que no es nada, por qué así?
Simón bajó la voz, su voz ronca en varios grados, -¿piensas en la noche anterior otra vez?
Al escuchar estas palabras, el rostro de Xenia se sonrojó bruscamente y alargó la mano para apartarlo con fuerza, -¿De qué estás hablando? Conduce tu coche.
Tras apartar a Simón, se giró hacia la ventanilla del coche, sin atreverse a volver a mirar a Simón a los ojos.
Tras unos instantes de silencio en el coche, éste finalmente se puso en marcha.
Pronto los dos estuvieron de vuelta en casa y lo primero que hizo Xenia al volver a entrar fue quitarse los zapatos y correr a la cocina sin siquiera hablar con Simón.
Si no hubiera caminado tan rápido que le causara dolor en alguna parte, ella habría arrugado el ceño en el acto y entonces su andar se habría vuelto extraño.
Con lo que parecían ser unos ojos ardientes que la miraban, Xenia no se atrevió a detenerse, sino que soportó el sentimiento extraño y volvió a ser la de siempre, entrando en la cocina y cerrando la puerta tras ella.
¡Bang!
Simón, de pie en el vestíbulo, observó la escena e inconscientemente alargó la mano para tocarse la nariz al oír el sonido de la puerta de la cocina al cerrarse.
¿Por qué tenía siempre la ilusión de que la puerta le había dado en la nariz cuando estaba tan lejos?
Una vez que la puerta de la cocina se cerró, Xenia sintió que por fin tenía una sensación de libertad, y lo que acababa de mantener se derrumbó en ese momento, tocando ligeramente su cintura mientras avanzaba con dificultad.
Colocando las bolsas sobre la mesa, Xenia las desempaquetó una a una y puso los ingredientes en la nevera.
Una mirada hostil apareció bajo los ojos de Simón ante la mención de los acontecimientos de la noche anterior y no contestó.
Sin embargo, Xenia preguntó un poco titubeante, -¿No fue tu abuelo quien te dijo que volvieras anoche...? ¿por qué...?
Ahora ella se preguntaba cómo demonios le habían drogado. ¿También lo sabía el abuelo de Simón?
Ante la mirada confusa de ella, Simón le apartó el pelo de las mejillas y le susurró, -No te preocupes, yo me encargo.
-Antes de que salieras anoche, me dijiste que esperara a que volvieras, y es ...
-¿Y no acabé volviendo? -Simón la interrumpió- Volví aunque estaba drogado, ¿no?
Xenia le miró durante un largo rato, mordiéndose el labio.
-Sofismas.
Aunque la persona estaba de vuelta, pero con una cosa tan grande sucediendo, ella también estaría preocupada, ¿de acuerdo? Y en una situación crítica como la de anoche, ¿qué habría pasado si no hubiera vuelto? Entonces no habría ...
Pensando en ello, Xenia dijo entonces, -No veo que vuelvas si no es Anthony.
-Seguro que vuelvo.
Sin embargo, Simón le respondió con firmeza.
Xenia se quedó helada.
-Incluso sin Anthony, habría vuelto.
Xenia lo miró estupefacta, sin esperar una reacción semejante de su parte. Ella no dijo ni una palabra más, y la mano de Simón le acarició la mejilla.
-Estabas muy cansada anoche, así que quédate en casa y descansa hoy y no vayas a la oficina.
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