Ella no se enfrentaba a menudo al Jorge, por que Simón la protegía perfectamente.
Al darse cuenta de eso, Xenia soltó una sonrisa y dijo ligeramente, -Nada duro, la supervivencia de Simón se refiere a mi mayor deseo. Gracias por haberlo visto de nuevo y tener suerte de unirnos, incluso si me deja sufrir más, no me importará. Vale, tampoco me fastidia su abuelo.
Por el contrario, estaba muy agradecida con Jorge.
Xenia aguzó los ojos a Jorge, quien estaba sentado en el sofá de la sala de estar.
Naomí dijo, -Tú ganas, un anciano tan terco, ¿en realidad no te fastidia? Es la primera vez que nos encontramos, no me parece fácil de tratar.
Curiosamente, Naomí le preguntó, -¿Pero, por qué no lo rechazas?
Xenia bajó la mirada abatidamente.
-Porque, ha salvado a Simón.
Originalmente a Naomí no le hizo caso. Pero tan pronto como escuchó la contesta, Naomí se calló de inmediato.
Cuántas personas quedaron enterradas en el mar cuando se produjo el accidente de avión, incluso no se pudieron encontrar ni una parte del cuerpo.
Todo el mundo creía que él había muerto. Sin embargo, Simón estaba vivo, aunque había cambiado el apellido y el nombre.
¡Qué suerte tenía de sobrevivir!
Y el hombre que le dio una nueva vida, era Jorge.
¿Qué habría pasado si Jorge no lo hubiera salvado?
Al pensarlo, Naomí temblaba de miedo. No se atrevió a imaginar. Ella echó un vistazo a Jorge, quien se sentaba en el sofá. De repente, se quitó la razón de quejarse.
Como lo que dijo Xenia, Jorge no parecía tan molesto.
Después de todo, para Xenia, la mayor esperanza en esa situación tan desesperada era Simón.
Ni siquiera le fastidió, por el contrario, le dio muchas gracias.
-Ya lo veo, seguro que no me quejaré de él, ¡no te preocupes! Xenia -dijo Naomí.
Xenia el dio una mirada, con una sonrisa por la compresión.
Para Xenia, ella nunca querría ser enemiga con Jorge. Incluso si no le gustaba a sí misma, ella intentaría tratarlo de una manera suave, dejándolo aceptarla.
Ella nunca lo odiaría. No le importó lo que pensaron los demás. Su mente nunca cambiaría.
***
Mientras todos se sentaban juntos para la cena de Nochevieja, Jorge se quedó pasmado, mirando la escena frente a él.
Cuántos años habían pasado...
Siempre comía él mismo, acompañado de los sirvientes de pie, ocupados para él. Jamás había uno cercano sentado junto a él.
A veces, Jorge podía hablar con Dylan sobre lo que había pensado, pero después de todo, Dylan tenía su propia familia, sin razón de acompañarle en los festivales importantes.
-Dylan, toma la sopa a calentarse.
Al oírla, Jorge se despertó del recuerdo. La vio pasando una sopa caliente a Dylan con una cara feliz. Dylan se levantó apresuradamente y lo tomó con ambas manos, -Gracias, señora Xenia.
Xenia estaba un poco avergonzada, -Dylan, por favor, llámame Xenia.
Realmente se sintió muy avergonzada cuando la llamó señora Xenia como un mayor, especialmente ante Jorge, cada vez la llamó señora Xenia, a Jorge le recordó la realidad.
Al ver las setas y patatas en rodajas que quería mucho, Naomí se quedó muy emocionada. Ella los metió en la parte picante, donde los teñía de rojo. Se vieron deliciosos.
Eran muy calientes, pero Naomí estaba ansiosa, comió mientras sopló en las rodajas de patatas
Jorge se quedó sin palabras al verla comiendo sin importar nada. ¿Ella parecía una chica?
Justo cuando Jorge estaba listo para decir algo sobre Naomí, su hija Raquel sacó de la parte picante un montón de tocinos y algo en palito preparado por ella misma, y luego se los sopló como Naomí.
Incluso Raquel sintió que el sabor no era suficiente, los manchó en la salsa picante y los tomó de un enorme bocado.
Jorge de nuevo se quedó sin palabras.
No esperaba que su hija, que llevó tantos años sin verse, se había vuelto así.
Jorge estaba muy decepcionado. Él dio un vistazo a Xenia, quien estaba calentando en silencio la ternera en la parte marisca con un filtro público en vez de tragarse como Naomí y Raquel.
Dentro de poco, la ternera estaba lista. Ella lo puso en un plato blanco y se levantó para servírselo a Jorge con una salsa.
-Abuelo.
Jorge no esperaba que ella le diera la ternera en rodajas en vez de cuidarse a sí misma.
Aun estando muy sorprendido, Jorge siguió mostrándose orgulloso, -¿Qué es esto caliente? Está sobre cocido, ¿cómo puedo comer?
Xenia observó la ternera.
No estaba sobre cocida en absoluto, cuya suavidad era exactamente perfecta, al mismo tiempo, si la carne cedió al gusto, sería fácil tomarlo junto con los parásitos.
Al pensarlo, Xenia soltó una sonrisa leve, -Abuelo, es la primera vez que caliento la ternera, menos hábil, pruébelo, voy a cocinar el cordero para ti.
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