Raquel puso el tazón en la mesa con mucha fuerza, le contestó con mal humor.
Sobre Simón, Jorge no pudo tranquilizarse. Aun descargando la ira contra su hija, no podría aguantar la pregunta.
-¿Qué pasó? Vengo para él, decidme por qué no está aquí.
El aire se quedó congelado, se perdieron las ganas de cenar, y la sala se hundió en silencio excepto el sonido de la sopa hirviendo.
Naomí vio las patatas ablandándose. Aunque quería sacarlas de la sopa caliente, no se atrevió a hacerlo en esta situación, ella tuvo que aguantarlo.
Un rato después, Xenia le contestó.
-Está en el hospital.
Jorge se levantó de repente, cuya respiración se volvió honda, -¿Hospital? ¿por qué fue al hospital? ¿qué pasó?
Al principio, Jorge creía que Simón sólo salió un rato, así que quedó tranquilamente con ellos a cenar. Al enterarse de que estaba en el hospital, Jorge de repente perdió la gana de cenar.
-Dylan, deja de comer, vamos al hospital.
Raquel los detuvo en ese momento.
-Dejad de meteros, no podréis hacer nada, tu nieto no pasa nada en el hospital, no más que se cayó por la memoria estimulada, ya se ha descansado en el hospital, ¿todavía tenéis dudas?
Al informarse sobre la memoria estimulada, Jorge se paró un momento, cuyos ojos se volvieron brillantes.
¿Eso significó que su nieto iba a restaurar la memoria?
De repente, Jorge sintió perdido por dentro. Simón seguía protestándole cuando no se restauró la memoria. ¿No le trataría más frío una vez que se recuperó?
Le extrañó mucho la causa de estimular la memoria. ¿No había estado bien antes? Tampoco tenía una reacción especial al ver a Xenia.
-¿Por qué te muestras así? -se levantó Raquel, mirándolo con las manos manteniendo delante del pecho-. ¿Acaso estás preocupado por que te fuera a abandonar una vez que se restauró la memoria? Como tu hija, te aconsejo, si la gente sigue siendo obstinada, perderá más. Tantos años pasados, si todavía no te arrepientes, realmente me da mucha pena.
La sala de estar se quedó en silencio.
***
Al mismo tiempo, se vio el hospital.
-Tío Rafael, si papá sigue durmiendo, ¿toda la noche nos quedaremos en el hospital?
Al oírlo, Rafael tuvo una idea, miró hacia Bernabé.
-Señorito Bernabé, ¿Está cansado? ¿voy a llamar a su madre para llevarle a casa?
Ante las preguntas, Bernabé sacudió la cabeza con mucha fuerza.
-No, prefiero esperar despertarse papá.
Luego, Bernabé recordó algo, dijo seriamente con los ojos bien abiertos, -Tío Rafael, ¿podría dejar de llamarme señorito?
Rafael dudó, -¿Por qué?
-Sé que tío Rafael trata genial a papá, pues mejor sólo me llamas el nombre, llámame Bernabé.
¿Cómo se atrevió llamar al hijo de su jefe solo el nombre?
-¿Tío Rafael? Sólo me queda esta petición, por favor.
Ante esta cara, la mirada y el tono expectantes, Rafael se encontró que no tenía ni idea de rechazarlo, así que asintió con cabeza.
-Vale -dijo.
No le quedó cualificación de amar a esa chica tan buena, ni de tocar al chiquito mono enfrente.
Bernabé vio todo lo que comportó Rafael. Lo vio tender la mano al lado de su cabeza, pero retraer pronto.
Bernabé no estaba contento, -Tío Rafael, dame la mano.
Rafael dudó, -¿Qué? -luego echó la mano-. Bernabé colocó su mano en una posición adecuada, y después acercó la cabeza contra la mano.
Rafael sintió que la cabeza pequeñita estaba flotando en la palma, lo que le transmitió un tacto un poco frío. Mirándolo, Rafael no podía hablar de nada más.
-Tío Rafael, querer es querer, no es nada más. Si quieres tocar la cabeza, ¿por qué retraes la mano? No he dicho que no me toques.
Rafael sintió calor por dentro, sin esperar que la mente de Bernabé estuviera tan madura que adivinó lo que estaba pensando.
“Querer es querer, no es nada más.” Claro que dijo la verdad de que le quería a Naomí.
No se atrevió a reconocerlo, y tampoco Naomí sabía que le quería.
Era por pensar demasiado él, o por saber demasiado el muchacho.
Qué va, sólo era un niño de 4 o 5 años, ¿cómo podría saber tantas cosas?
Rafael lo tocó suavemente la cabeza, un rato después retrajo la mano.
-El mundo adulto es muy complicado, las cosas no son tan simples, es muy difícil explicar.
Bernabé inclinó la cabeza, -Pero yo no creo que sí, tío Rafael, mira a mis padres, han complicado las cosas, de allí que estén separados durante tantos años.
Rafael estaba callado.
Le sorprendió un poco. Aunque no le apetecía reconocer, era la verdad.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Esposa falsa de Simón