Esposa falsa de Simón romance Capítulo 919

-A lo mejor -sonrió ligeramente Rafael.

Tal vez realmente fuera así, pero los mundos de los adultos y los niños eran diferentes.

De niños, todos eran capaz de decir, “Hacemos las paces.”

A medida que iba creciendo, esta frase se volvió cada vez más difícil de decir,

Entre parejas, amigos y familiares, era como así.

-Tío Rafael, ¿no tengo razón?

-Sí, tienes razón.

-¿Te gusta a la tía Naomí?

Rafael dijo, -¿Por qué vuelvas a decir eso? Como un chiquitito, ¿por qué te interesan mucho los asuntos de los adultos?

Sin duda, Rafael no iba a reconocer que le quería a Naomí.

Antes no le había quedado ninguna oportunidad, ni ahora, él no tenía la cualificación.

-Tío Rafael, tengo mucha curiosidad.

Rafael iba a decir algo, pero se interrumpió por la llamada de la puerta, que fue abierta por una enfermera, quien hizo las rondas.

Al verla, Rafael soltó un suspiro, se sintió liberado.

Después de salir la enfermera, la sala estaba tranquila de nuevo.

Le dio gracias que Bernabé no le preguntó otra vez. Rafael pensó un rato y dijo, -Bernabé, voy a tomarme el aire fuera, quédate aquí, si se produce algo, llámame.

-Vale -asintió con la cabeza, manteniendo una sonrisa dentro de los ojos. Bernabé no pensaba que tío Rafael fuera pendejo.

Al marcharse, Rafael se sentó en la silla del pasillo. Él soltó un suspiro, se alivió.

Bernabé estaba solo en la sala. Después de llamar a Rafael pendejo por dentro, giró la cabeza hacía Simón tumbado en la cama.

-Malo papá, ¡todavía no he ajustado nuestras cuentas! Por qué te caíste.

Pero, aun estando desmayado, no afectó el ajuste de las cuentas.

Bernabé pensó un rato, y de repente, soltó una sonrisa.

Él se acercó a la cama de Simón a pasos cortos, se quitó los zapatos y el abrigo, subió ligeramente a la cama, y luego se arrodilló al lado de Simón.

Simón estaba desmayado, con los ojos cerrados.

Después de quedarse a su lado, Bernabé dio un gemido con fuerza, mirándolo la cara hermosa, -Malo papá, no tienes ventajas excepto la cara idéntica a mí.

Al decirlo, Bernabé de repente extendió las manos, le apretó la cara y la tiró con fuerza de ambas partes. Mientras descargaba la ira, Bernabé dijo, -Papá malo, no sólo intimidas a mamá, sino también a mí. Te desmayaste sin seña, ¡ha atraído la intención de mamá en mí!

La cara bonita de Simón se deformó por las manos gorditas de Bernabé, quien mostraba una carita de burla.

Le dio gracias que su padre no se había sometido a cirugía estética. De ser así, se habría roto la prótesis por su amasadura.

Incluso cuando estaba de humor, directamente subió encima de Simón como si subiera al caballo y siguió pellizcando la cara de Simón.

En ese momento, Simón sintió un dolor insoportable en la cabeza. Al ir a hablar de algo con Bernabé, perdió el conocimiento.

El dolor del ojo izquierda le ayudó restaurar la cordura. Simón le soltó la mano, dio un gemido.

Una vez se libró, Bernabé se quitó de él rápidamente, quería bajar de la cama a prisa.

-Espera.

Al mirar su acción, Simón lo detuvo.

Bernabé se quedó pasmado, mirándolo.

-¿Qué quieres?

Aun teniendo un tono enfadado, era la voz ingenua de niños. Junto con la cara idéntica, Simón casi podía asegurar que ese chiquito enfrente era su hijo.

Simón dio un vistazo en su muñeca, que estaba roja por la violencia que hizo él mismo. Él frunció el ceño, -No lo hice a propósito, ¿te duele?

Simón se levantó y lo tiró fácilmente en sus brazos. Aun siendo un chico, todavía era un niño, tenía el cuerpo bastante blando. Manteniéndolo en los brazos, Simón también se ablandó, ni siquiera le importó el dolor del ojo izquierda sino la herida en la muñeca. Al darse cuenta de que era su hijo, la voz y el tono se volvieron suaves.

-Déjame ver.

Simón le tomó ligeramente el brazo, cubrió la otra mano en la herida y la amasó suavemente.

Estaba muy enfocado.

Bernabé estaba congelado. Era la primera vez que sentía el cuidado suave y serio de su padre, que se volvió irreal en comparación con su madre.

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