Dylan sabía que Jorge siempre había querido conocer a Bernabé, su propio bisnieto. Jorge incluso se desmayó de emoción al ver lo bueno que había crecido Bernabé ese día.
Jorge hizo que las criadas prepararan una suntuosa comida por adelantado.
Bernabé podía ser capaz de derretir el corazón de todos.
Raquel aceptó asistir a la cena por Bernabé.
Simón no aprobó que Xenia cuidara a la enferma Naomí y la llevó a su habitación.
-¡Bájame, tengo que cuidar a Naomí, tiene fiebre!
Simón la metió en el baño y le susurró, -Estás embarazada, ni siquiera puedes tomar medicina por si te infectas.
-Que soy resistente -dijo Xenia con obstinación.
-Por díos -dijo Simón preocupado-. Báñate, la médica de cabecera cuidará a Naomí.
Xenia no insistió cuando escuchó esto.
Al fin y al cabo, la médica podría atender a Naomí de forma más profesional, y Xenia dijo con alivio, -Vale, me voy a bañar, y luego puedes llevar a Bernabé a casa.
Simón asintió, le entregó la muda y se fue.
Llamó la médica de Carlos, la que había estado tratando las heridas de Simón todos los días desde que se había despertado, por lo que se conocían bien.
La médica llegó poco después y Rafael la llevó a Naomí y los dos querían irse.
Diego, que estaba leyendo un periódico en el sofá, le preguntó a Simón, -¿Qué vas a hacer?
Simón le devolvió la mirada y dijo, de forma poco natural, -A reservar un hotel.
-Puedes hacerlo por internet -dijo Diego, creyendo que Simón no tenía que apresurarse.
Simón entendió lo que decía y miró a Diego, no esperaba que el hombre supiera lo que iba a hacer.
-Tengo algo que hacer, por favor, cuida de Xenia -sonrió y dijo.
Diego no dijo nada más y leyó atentemente el periódico .
Simón supo que había aceptado y se fue con Rafael.
Cuando Xenia terminó de bañarse y encontró a Diego solo en el salón, fue directamente a ver a Naomí.
La médica la saludó.
Charlaron un rato y se conocieron.
Luego Xenia preguntó, -¿Tiene mucha fiebre?
El médico asintió y dijo, -Sí, pues, hace tanto frío que debes abrigarle.
-Estoy decepcionada de ti, de verdad.
Diego finalmente dijo con calma, -¿Qué tengo que hacer entonces? ¿Por qué debería engañarla si no voy a estar con ella?
Hizo una pausa y miró con indiferencia hacia la habitación de Naomí.
-Esto será mejor. Sólo entenderá que no soy para ella cuando se enfrente a la realidad.
-Como quieras.
Xenia volvió a su habitación y cerró la puerta.
Diego se quedó solo, leyendo tranquilamente el periódico en el salón vacío, como si no hubiera pasado nada.
Ya no deseaba nada más que la familia.
Fue entonces cuando Xenia recordó que no tenía ni idea de dónde había ido Simón. El hombre tenía prisa, como si tuviera algún asunto importante que atender.
Xenia refunfuñó para sí misma sobre Simón durante un rato y le entró un poco de hambre.
Pero ella y Diego eran los únicos que estaban en casa.
Diego tampoco había comido todavía, y Xenia estaba tan enfadada que no quería salir.
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