Esposa falsa de Simón romance Capítulo 986

Cuando Xenia y Simón regresaron y estaban a punto de cambiarse de zapatos, se encontraron con que los zapatos de Naomí se abandonaron desordenadamente a un lado. Ella estuvo atónita por un momento. Parecía que esa chica acababa de regresar corriendo.

Suspiró levemente, se inclinó para volver a tomar los zapatos y ponerlos en el estante y entró.

Simón y Diego se cambiaron de zapatos detrás de ella y la siguieron.

Como si hubiese recordado algo, Diego habló con su hermana, -Voy a empacar mis cosas y salir más tarde porque tengo tomar el avión mañana.

Al escucharlo, Xenia hizo una pausa y lo sospechó, -¿Vas a salir esta noche? No tienes que levantarse tan temprano para tomar un avión, ¿verdad?

Su rostro estaba lleno de consternación al decírselo.

Su hermano mayor vino aquí con mucha dificultad, pero no lo acompañó por demasiadas cosas suyas. Incluso no lo llevó para recorrer donde vivía, lo cual hizo mal.

Finalmente se estabilizó, pero no esperaba que Diego fuese a regresar.

Además, ni se quedaría por una noche.

Al ver la desgana en el rostro de su hermana, la vista de mirarla venía llenándose más de mimo y no pudo evitar extender la mano para frotar su cabeza.

-¿No quieres que me vaya?

Al verlo, a Simón se le brillaron los ojos. Entrecerró los ojos peligrosamente.

Aunque supo que Diego era el hermano de Xenia, a su vez, Diego era una criatura masculina después de todo. Frotó la cabeza de su esposa tan íntimamente, ese comportamiento...

Le hizo muy infeliz.

Sin embargo, a pesar de que Simón se sintió muy molesto, cuando vio el rostro de su esposa se llenaba de desgana y dependencia de los familiares, solo pudo astringir esas emociones.

De todos modos, era sus parientes.

Antes de que se casase con él, sus parientes eran los objetos en los que más confiaba. Diego se marcharía mañana. ¿Por qué se preocupaba demasiado por eso?

-Diego, solo llevas unos días aquí. Me han pasado demasiadas cosas estos días, y no te he acogido bien...

En su corazón, se sentía culpable.

-Tontita. Diego dijo con una sonrisa, -Soy tu hermano. No hace falta que me agasajes. Además... no es una pérdida de tiempo que haya visto la reunión familiar tuya ahora.

Después de hablar, retiró la mano, -Bueno. Entremos.

Rafael estaba allí todavía. Pronto escuchó unos pasos, y luego los vio.

Los tres dio la mirada inconscientemente hacia el cuerpo de Rafael.

Tenían pensamientos diferentes. Al ver la huella de bofetada en la cara de Rafael, Xenia se sorprendió y le preguntó sin comprender, -¿Qué te ha pasado? Rafael... tu cara...

Rafael hizo una pausa, y entonces se dio cuenta de que la tenía en la cara.

La bofetada que le dio Naomí en ese momento no fue ligera. Incluso si era un hombre de piel gruesa, se sentía muy doloroso.

Diego la miró fijamente. Se le profundizaron la vista indiferente gradualmente.

-Nada -dijo Rafael en voz baja, y su mirada pasó por el rostro de Diego. Las miradas de los dos tuvieron un breve contacto en el aire, y se separaron de nuevo.

Sin saber qué decir, Xenia no creía que no le hubiese pasado nada. Pero a continuación, probablemente por miedo que todos estuviesen pensando locamente, y Naomí se pusiese enojada, así que agregó otra oración, -Alguien se enloquece tras beber.

Naomí le había prohibido contar lo que sucedió esa noche, pero la huella no pudo cubrirlo.

Si no dijese nada, pensarían de manera más extraña, por lo que sería mejor que se lo explicase.

Naomí bebió y perdió el control, así que lo abofeteó. La explicación fue clara.

Pero Naomí debería odiarlo mortalmente. Más tarde, cuando lo viese, podría desviarse como un ratón se encontrase con un gato. Para ser precisos, debería ser la repugnancia.

¿Cómo podría... tener una oportunidad?

-Señor Simón... -Rafael guardó silencio por un momento y de repente le dijo, -No la forzaré. Tal vez no me pertenezca en absoluto.

Después de tantos años, si hubiese tenido la suerte con ella, no habría resultado así.

Al escuchar lo que dijo, se redujo a la mitad la sonrisa de Simón. Se volvió un poco más despectiva la mirada que le dio a Rafael, -¿No puedes aguantar más con una pequeña frustración? Entonces, debes rendirte temprano, a fin de no retrasar a los demás.

Rafael le dijo, -Señor Simón…

Resultó un esfuerzo inútil para crear una oportunidad para él por la noche.

-Estúpido -Simón le lanzó una palabra, y luego le dijo con frialdad-. Debes luchar por lo que quieras. Si no, ¿te puedes cualificar como hombre?

Rafael se encontró atónito.

¿Cuándo el señor Simón se volvió tan habladora? ¿Le estuvo enseñando como perseguir a las chicas? Rafael sintió que se habían actualizado sus criterios y lo miró a Simón con asombro.

-Ve a buscar el frigorífico tú solo. Vergonzoso.

Simón terminó con esas palabras, y luego comenzó a quitarse el abrigo. Caminó hacia el dormitorio.

Rafael se sentó en el sofá sin comprender durante un rato y no se levantó para abrir el frigorífico.

La huella de bofetada ... la guardaría.

Después de todo, era algo que le dio Naomí.

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