Justo en aquel momento, Naomí se escondía en la habitación, sin atreverse a respirar.
Esperó que no hubiesen encontrado nada Xenia y los demás. Si supiesen que se haían besado ella y Rafael, ella ... no tendría rostro para volver a ver a Diego realmente.
Naomí se apoyó en el panel de la puerta y quería escuchar claramente lo que se decía afuera, pero probablemente estaba tan lejos, o la insonorización era demasiado buena.
Con todas sus fuerzas, solo podía escuchar a alguien hablando afuera.
Sin embargo, no oía exactamente de qué se estaba hablando.
Naomí se quedaba ansiosa y molesta. ¿Qué pasó con Rafael? ¿Por qué la besó de repente?
Aunque... el beso fue como una libélula tocó el agua, más tarde, pareció que...
Pensando en eso, Naomí sintió un poco caliente en la cara.
Hasta que no hubo sonido afuera, Naomí se puso nerviosa porque sabía si Diego había regresado con ellos. Lo quería saber, pero era demasiado culpable para salir.
Justo cuando Naomí estaba demasiado con gran nerviosismo, llamaron a la puerta.
Al escuchar el golpe en la puerta, Naomí sintió de inmediato que se le entumecía el cuero cabelludo. Se le enderezó el cuerpo por reflejo y no se atrevió a hacer ningún sonido.
¿Quién fue?
¿Vino a tocar la puerta en ese momento?
-Nada ha revelado. No te preocupes.
En cuanto estaba perpleja, una voz familiar vino desde afuera de la puerta.
Fue... ¡la voz de Rafael!
Naomí se calmó por un tiempo. Luego abrió la puerta y fue Rafael realmente el que se paraba en la puerta. Parpadeó, -¿De verdad? ¿Seguro?
Rafael frunció sus labios finos y asintió levemente.
-Entonces ... ¿Diego ha vuelto?
-Claro.
Naomí quería buscarlo, pero si se encontrase con él así, él debería...
-Si quieres verlo, hazlo -Rafael interrumpió su vacilación-. Deberá irse pronto.
Al oírlo, a Naomí se le cambió la tez. A todas estas, se dio la vuelta para volver a la habitación y ordenar la ropa, pero se detuvo cuando se acordó de algo.
Rafael frunció el ceño y la miró.
-¿Qué pasa?
-Olvídalo -Naomí bajó la cabeza, mirando a sus dedos de los pies sin remedio-. Creo que tienes razón. No debo imaginarme más como la favorita suya. No le agrado y está cansado de mí, pero le molesto siempre. Eso solo hará que me odie más.
Dado que él se iría, estaría bien que no se humillase.
Rafael andaba sin saber qué hacer.
Lo que dijo hace un momento fue palabras de enojo, aunque lo creía en su corazón.
Después de un momento de silencio, Rafael le explicó suavemente, -Tengo razón para decir eso. Solo no quiero que mi nena querida sufra. No muestro ningún otro significado de humildad.
A Naomí se le congeló el cuerpo un poco y volvió la cabeza para mirarlo a Rafael con asombro.
-Tú, ¿qué acabas de... decir?
¿Nena queirda?
¿Acaso ella se equivocó?
Rafael... ¿le está expresando su corazón?
Sin embargo, Rafael sonrió levemente al enfrentarse a sus ojos interrogantes. Pronto asintió, -Me has escuchado bien. Me gustas de verdad.
Naomí se sorprendió, -¿cómo? -Se tapó la boca y retrocedió dos pasos. Sacudió la cabeza con incredulidad, -Cuando te pregunté en la cocina, lo negaste, ¿no?
Entonces Naomí sintió que era imposible que un hombre sencillo como Rafael mintiese y la engañase.
Por eso... ella pensaba que no pudo ser que a Rafael le gustase.
¿Pero entonces? Dijo que era su nena querida. ¿Qué pasó?
Naomí creyó que habían sucedido demasiadas cosas esa noche. Su mente estaba en un lío y no sabía cómo resolverlo.
-Es un poco temprano su vuelo de mañana, por lo tanto, será más conveniente vivir cerca -le explicó Xenia por Diego.
-Lo entiendo. Déjame llevarle allí.
-No te molestes, Rafael. Será mejor que descanses. Deja que Simón lo lleve.
También debería ser llevado por Simón.
-No ha sido muy buena estos días la condición física del señor Simón. Y, además, ya es muy tarde. Deja que me encargue -Rafael no tomó ese asunto para sí mismo deliberadamente. De hecho, estaba preocupado por el cuerpo de Simón.
Cuando Xenia escuchó a Rafael mencionar eso, también sintió que lo que dijo tenía sentido, pero ...
-Está bien. Gracias, Rafael.
Cuando Xenia estaba pensándolo, Diego ya había tomado la decisión en voz alta.
-Diego...
-No pasa nada. Me da igual llevarme otra vez. De todos modos, habrá oportunidades para que se muestre servicial en el futuro. ¿Qué te preocupa?
No imaginaba que pudiese calar sus pensamientos internos de un vistazo. Xenia quería en realidad que Simón se portase bien ante su hermano, al menos con la etiqueta básica.
No esperaba que...
-Ya está. Me voy.
Después de que Diego le asintió a Rafael, estaba a punto de irse.
Simón salió en ese momento y le dijo a la ligera, -Os acompaño.
¡Plof!
Naomí también salió corriendo de la habitación, -¡Yo! ¡Yo también quiero ir!
Xenia se calló.
¿Significó que todos actuarían juntos?
Ella se congeló por un tiempo, se le crisparon los labios y luego les preguntó, -¿Se necesita conducir otro coche?
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