Esposa falsa de Simón romance Capítulo 991

-¿O acaso soy tan frívolo y poco confiable para ti? ¿Crees que tendría una aventura con otra mujer mientras estás embarazada? -cuando ella no respondió, dijo Simón enarcando una ceja.

Xenia se quedó sin palabras, sorprendida por la táctica de Simón.

De repente, recordó que él ya era un hombre de lengua afilada que a menudo la dejaba sin palabras, y que estaba enfadada con él pero no podía hacer nada al respecto.

Así que Simón sólo estaba siendo lo que era.

Xenia parpadeó y sus largas pestañas se movieron.

Simón casi la besó.

-No me mires así y no me seduzcas si no quieres acostarte conmigo -dijo Simón con voz ronca, tapándole los ojos a Xenia al pensar en sus palabras.

La idea de no poder tener sexo durante siete meses hasta que ella tuviera su bebé tenía a Simón al borde de perder el control de su sexualidad.

Xenia se preguntó con suspicacia: "¿Seducción? Estaba rechazando seriamente."

-Eso fue un rechazo... -pensando en lo que acababa de decir el hombre, añadió Xenia.

Simón no sabía qué decir.

-Tú eres el que no puede controlarse, como antes en la oficina, ah...

Antes de que pudiera terminar, Simón besó a Xenia en los labios.

Entonces dejó de moverse, temiendo perder el control.

Las pestañas de Xenia barrieron contra la palma de Simón y ella lo sintió tambalearse.

Luego Simón se levantó de la cama.

Xenia también se sentó.

-¿Qué vas a hacer?

Simón entró al baño sin mirar atrás.

-Ducharme.

Luego cerró la puerta del baño.

Xenia no lo detuvo.

***

Era muy tarde por la noche y varios coches circulaban bajo las sombra largas de farolas.

Rafael siguió la navegación y condujo el coche con atención.

Diego a su lado empezó la siesta después de subirse al coche por el cansancio.

El único sonido era el de los dos respirando.

Rafael imaginó: "Deberíamos ser divertidísimos o sorprendentemente tranquilos si Naomí pudiera estar con nosotros".

Se sentía un poco desacostumbrado a esta tranquilidad.

Los dos llegaron al hotel.

-Naomí es amiga de mi hermana y mía, eso es todo -explicó Diego.

Lo negó completamente.

-¿Realmente no sientes nada por ella? -dijo Rafael con los ojos entrecerrados.

Después de todo, Naomí había estado persiguiendo a Diego durante mucho tiempo.

-Estás tan bien fingido que sospecho -Rafael pensó en algo y dijo.

-¿Y qué?

-No es de tu incumbencia -dijo Diego con despreocupación.

Rafael estaba enfadado pero no podía negarlo.

-Pero no quiero que se haga daño Naomí.

Diego miró fijamente a Rafael y pareció ver a través de él.

-Excusas, ¿no? No necesitas mi permiso para hacer lo que quieras -Diego se giró para mirar hacia otro lado y añadió con más frialdad-. Pero, escucha, no puedo estar con ella, nunca.

-¿Por qué? -Rafael estaba desesperado por escuchar sus razones.

-¿Por qué te gusta? -preguntó Diego.

-Por ningna razón -Rafael fue de seguridad.

Era la primera vez que escuchaba a Diego decir tanto, e incluso pensó que éste se había enfadado.

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