Esposa falsa de Simón romance Capítulo 990

Xenia iba a darse la vuelta. Justo en ese momento, escuchó las palabras de Naomí, se detuvo y regresó.

Caminó hacia la puerta de nuevo y quiso llamarla de nuevo, pensando que Naomí acababa de decir que quería estar sola y también recordando lo que Simón le había dicho antes.

Por fin, Xenia bajó la mano.

Quizás Naomí necesitase esatar sola para ajustar bien su estado de ánimo.

Y tendría una solución el día siguiente.

Hay muchas ocasiones en la vida en las que aunque estás reacio a dejarlo ir, debes hacerlo.

Si querer a Diego hacía que Naomí fuese dolorosa y se perdiese, entonces... sería una buena cosa que le dejase ver claramente lo sucedido y rendirse por completo.

Pensando en eso, Xenia susurró suavemente, -Bien. Te dejo en paz. Cuando te dejes convencer, envíame un mensaje. Me voy para descansar primero.

Cuando Xenia regresó a la habitación, solo tardó diez minutos en ir y venir.

Ella pensó que Simón no debería haberse quedado dormido en ese momento, pero no esperaba de regreso que cerrase los ojos y se durmiese, respirando suavemente en la cama.

Cuando se le acercó, Simón no la notó.

Pareció que estaba muy cansado esos últimos días.

Luego, Xenia fue a tomar una ducha y se arrastró sigilosamente sobre la cama. Debido a que tenía miedo de despertarlo, se acurrucó del otro lado. Acostada un rato, sintió un par de manos cálidas en su cintura y la abrazó por completo antes de que pudiese reaccionar.

Con un latido del corazón, Xenia escuchó una voz ronca justo cuando quería girar la cabeza.

-¿No sabes acercarte a mí? ¿Qué haces si te resfrías a medianoche?

-¿Tú no estás dormido? ¿Por qué...?

¿Acaso se fingió dormido? Sin embargo, su respiración fue obviamente tan constante y...

De hecho, Simón se quedó dormido de verdad, pero lo despertó el sonido del agua del baño. Tuvo mucho sueño al principio. Después de escucharlo, toda el cuerpo se puso inquieto y caprichoso. Cuanto más lo pensó, más no podía controlarse.

Hasta que Xenia terminó de ducharse, se llevaba la fragancia y la humedad del baño. Simón se quedó allí con los ojos cerrados, esperando que se inclinase y durmiese a su lado.

No se sabía que la mujer se acostase tan lejos de él.

Simón esperó un rato, pero ella siguió sin venir.

Simplemente la abrazó él.

-Me he dormido, pero me despierto de nuevo.

Era muy cercana a ella la voz que habló. Debido a que la estaba abrazando, Xenia aún podía sentir la vibración del pecho proveniente de su espalda, y el cálido aliento que circulaba detrás de sus orejas le picaba un poco.

Xenia sintió que tal desarrollo parecía un poco incorrecto. Echó la mano hacia atrás y oyó el bufido ahogado de Simón.

-Quédate quieto para que podamos dormir bien.

Ella le susurró.

Simón no estuvo de acuerdo, con sus brazos en su cintura, diciéndole con su voz ronca, -¿No podemos dormir abrazándonos?

-Ni hablar.

Xenia lo rechazó, -Me sentiré incómoda en esta posición todo el tiempo.

Cuando se oyeron las palabras, el hombre detrás de ella se rió en voz baja, -¿Qué tal si cambiamos una postura diferente?

¿Cambiar de postura?

Antes de que Xenia pudiese reaccionar, Simón la tiró y cambió de postura.

Se dio la vuelta y ahora miró a Simón directamente.

Xenia se quedó sin palabras.

-¿Qué te parece esta?

Él se le acercó. La punta de su nariz presionada contra la de ella. Cuando habló, todo el calor fue escupido en su rostro.

Solo estaba encendida en la habitación una lámpara de noche. Era muy tenue, pero a tal distancia, Xenia podía ver claramente la silueta de su amor. Simón era un hombre guapo, e incluso en un ambiente oscuro, se vieron los ojos como las estrellas y los rasgos faciales más profundos. Sus cejas siempre contaban con una nitidez en los días comunes, pero en ese entonces eran tiernas.

-¿Qué?

¿Se estaba riendo de él?

Simón entrecerró los ojos peligrosamente, -¿Interesante?

-¿No es así? Serás monje durante siete meses.

Siete meses...

A Simón se le hundieron los ojos de. Pareció que ella disponía de la intención de no dejar que la tocase hasta que diese a luz. Por la seguridad del niño, no tuvo otros planes.

Aguantaría un poco más esos siete meses y luego duplicaría el tiempo para embolsar lo que perdió.

¿Pero cómo podía hacer antes?

De hecho, se rió de él. Y... las cosas cambiaron.

-Bueno -Simón le pellizcó la barbilla y se le acercó-. ¿Seré monje durante siete meses? Xenia, no conoces nada a los hombres.

Xenia parpadeó. Sus largas pestañas rozaron el corazón de Simón como dos pequeños abanicos.

-¿Quieres coquetear con otra mujer?

Simón se quedó callado.

¿Coquetear con otra mujer?

Al oír esas palabras, Simón sintió que estaba ahogado. No pudieron evitar temblar las comisuras de su boca.

Obviamente, lo que dijo fue tan encantador. ¿Por qué lo entendió ella como un otro significado? ¿E incluso creyó que buscaría a otras mujeres?

Simón entornó los ojos. Le vio los labios rojos con su mirada aguda a ella.

-¿Cómo? A tu parecer, ¿soy ese tipo que amaría a cualquier mujer?

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