Linda seguía intentando descifrar lo que pasaba por la mente de Cecil, cuando este se detuvo en el borde de la cama, curvando sus labios con total indiferencia, al tiempo que decía: "Tu boca está diciendo una cosa, pero tu cara dice otra completamente".
Ella bajó la cabeza, nerviosa, evitando el contacto visual, mientras explicaba: "Tres días antes de la boda, Leona dejó una nota diciendo que ella no podía casarse contigo".
"¿Tres días antes de la boda?", preguntó el hombre, de manera dudosa.
"Sí, así es", afirmó ella.
"Pero, no entiendo, ella me llamó la noche antes de la boda", habló él, inclinándose un poco hacia adelante, para ver la reacción de la chica.
Los ojos de la mujer se abrieron en sorpresa, al exclamar: "¿En serio?".
Irritado, el magnate pellizcó la barbilla de la otra con tanta fuerza que ella hizo una mueca de dolor.
"¿Crees que estoy diciendo tonterías?".
En ese momento, la gemela mayor se vio obligada a encontrarse directamente con la mirada de su nuevo esposo. La ira incontrolable creciendo en sus ojos, provocó que ella quisiera retroceder de miedo.
Sin embargo, ella miró hacia otro lado, de la manera más casual que pudo. Intentando soportar el dolor, ella dijo: "Después de ver la nota, mis padres y yo no paramos de intentar llamarla, pero su teléfono estaba apagado. La noche anterior a la boda, mis padres aceptaron el hecho de que Leona no iba a regresar, por ello, estaban más preocupados por lo que harían".
A medida que hablaba, sentía que la fuerza ejercida en su barbilla aumentaba.
Sus labios se torcieron y trataba de no gritar, levantando la mano para intentar liberarse del agarre de su nuevo esposo, diciendo: "Señor Bo, ¿podrías soltarme? Me duele".
En lugar de aflojar el agarre, el hombre apretó con más fiereza.
No emitió palabra alguna. Y, sujetándola sin piedad, clavó sus ojos sobre los de ella. Una leve sensación de satisfacción invadió el corazón de él al ver el rostro de la chica contrayéndose del dolor, hasta que...
Linda, finalmente, no pudo ser capaz de soportarlo más, las lágrimas cayeron por el rabillo de sus ojos y se deslizaron hasta la mano del hombre.
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