- Trabaja tu boca.
La belleza del órgano masculino me cautiva. Unos dedos fuertes se deslizaron sobre el eje, dejando al descubierto la cabeza, como si Damir me mostrara su poder y me provocara al mismo tiempo.
- Vamos, nena, empieza.
Sonrojada, me relamo los labios y me tomo mi tiempo para acercar la boca al extremo de la cabeza aterciopelada y de sabor ligeramente salobre. Lamo con la lengua la perlada gota de lubricante. Un regusto picante se extiende por mi lengua. ¡Actúo por una corazonada! Cerrando los ojos, chupo la dura carne, centímetro a centímetro, mojando el eje con mi saliva.
La potencia hinchada y calentada palpitaba en mi boca, estirando mis mejillas. Los dedos de Damir se enredan en mi pelo. Una palma firme me presiona la nuca, marcando el ritmo que le gusta. Yo obedezco. A juzgar por la humedad de mis bragas de traje de baño, la sumisión me excita.
- Trabaja tu lengua", pide, empezando a respirar cada vez más fuerte.
De repente, suena una llamada entrante. El teléfono aparece en la mano de Damir, pero él sigue apretando el pelo de mi nuca con fuerza, empujándolo hacia mi boca.
- He estado esperando tu llamada. ¿Todo según lo previsto?
Su interlocutor parece responderle algo, Damir mantiene la calma, aunque su cuerpo arde, cubierto de piel de gallina y sudor mientras mis labios y mi lengua se estremecen al explorar su carne varonil. Uvarov se muestra tan serio e importante mientras lleva a cabo sus negocios, charlando sobre ellos. Es emocionante...
- Lo tengo. Te llamaré en diez minutos para repasar algunos detalles. Asegúrate de que nadie se entere de este trato. Especialmente Kolomoisky.
Está abandonando la llamada.
- Lo siento. Continuemos...
Yo sí, él empuja. Se necesita un gran empujón para que el semen brote. ¡Estoy muy emocionada! ¡Pánico! ¡Tengo que tragármelo! Todo, hasta la última gota. Tengo miedo, pero lo hago.
Hay tanto líquido que me ahogo un poco. Hago mis primeros movimientos de deglución, lo pruebo. Resulta que ya no es tan desagradable. Al contrario, es salado, viscoso, almizclado.
Damir se aparta, yo le miro inocentemente con una ligera media sonrisa, pasándome la punta de la lengua por los labios. Uvarov me coge la barbilla, examinando mis labios, manchados de humedad blanca. Con cuidado, lo limpia con el dedo y me mira satisfecho, con admiración.
- No tenías que hacerlo.
- Me ha gustado", respondo alegremente, a lo que Damir se sorprende.
- Vaya... ¿Qué estás haciendo, Jana? Por qué no puedo... pensar en otra cosa. Desde que te conocí.
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