- ¡Damir! - es lo único que consigo decir bajo la loca presión de sus besos.
Pero ahora mi Damir, mi apasionado depredador está aquí a mi lado. Siento su abrazo ardiente, sus besos imperiosos, y definitivamente no es un sueño.
Me besa la cara. Con avidez y codicia, como una bestia, se clava en mis labios con un gruñido, mordisqueando, atormentándome y, al mismo tiempo, lamiéndome con su lengua, hundiéndose muy profundamente.
- ¿Me has echado de menos?
- ¿Eres realmente tú? ¿No es un sueño?
Las lágrimas ruedan por mis mejillas. Las ásperas yemas de mis dedos recorren mis pómulos, limpiando la humedad salada.
- Realmente lo estoy. Si supieras cuánto te he echado de menos... No he podido venir antes, demasiado arriesgado para llamar. Tuve que fingir que estaba de luto, no fue fácil.
Mi alma se hace pedazos. Miro fijamente el rostro de Damir Uvarov, admirándolo embelesado. Siento que... me he perdido. El momento en que miré sus ojos oscuros, casi negros. No sólo me robó el cuerpo, sino también el alma.
¡Si supiera cómo he perdido la cabeza! Qué loco estaba por separarse. Dios, estaba tan acostumbrada a su presencia, a sus codiciosas caricias y a sus sucias palabras. Preocupado por que le vaya bien, rezando sin cesar.
Tenía ante mí a un hombre fuerte e inflexible, dispuesto a mirarlo durante horas, deleitándose con su impresionante imagen.
La separación me ha dejado claro que no puedo estar sin él.
Estoy loca de remate por él.
Me enamoré de Damir Uvarov.
Completa e irremediablemente.
Está acostumbrado a tomar todo lo que quiere, sólo lo mejor. Damir es fuerte y peligroso, pero al mismo tiempo cariñoso y sensible. En el fondo. No deja entrar a casi nadie. Pero parece haber encontrado un lugar para mí allí.
¿Soy la excepción? ¿Se puede rescatar el contrato? Veo tanta sinceridad en sus ojos, como si supiera sin duda que ha cambiado de opinión. Nunca me dejará ir. No me voy a casar con Regina.
Movió sus caderas bruscamente, sentí su duro golpe y sin querer me mordí el labio.
Y entonces me di cuenta de que su polla se había puesto tan dura y grande que casi rasgaba la tela de mis pantalones.
- Lo haré. Lo haré. A ti. Vete a la mierda. - Gruñó intimidatoriamente y ahora me pellizcó los pechos. - Todo el día. Hasta que sea un montón de muertos...
- Oh...
- Un mes... Durante un mes no tuve a nadie. Sólo mi propia mano, que he estado destrozando pensando en ti, Jana.
Me da la espalda. Aprieto mi flamante frente contra la pared, sin creer que finalmente vaya a suceder. ¡Podía sentirlo muy dentro de mí!
- ¡Podría haberme pedido una puta, podría haberme tirado a Regina! Pero no quería a nadie... ¡A nadie, joder! Sólo tú... Y creo que me he dado cuenta de que estoy enamorado. Y no creo que pueda dejarte ir.
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