La lujuria resuena en su voz y sus movimientos irradian pasión. Me flexioné como un gato flexible contra sus rítmicos empujones, demostrándole lo mucho que me gustaba la sensación de estar llena de su dura polla.
- ¡Por fin! Estoy en ti... Es como si no te hubiera visto en años...
Damir empieza a empujar rítmicamente, pero controla la fuerza. La palma de un hombre se apoya en mi vientre, acariciando suavemente.
- ¡Dios, Damir! ¡Se siente tan bien! ¡Por favor, más!
- ¿Quieres otro orgasmo? ¿Todos a la vez?
- Hoy quiero correrme todo el día...
Se ríe bastante, cambiando la amplitud y el ritmo. Ahora Uvarov se introduce en mí con empujones profundos pero escasos. Me dan escalofríos una y otra vez, lanzada al epicentro de una especie de tornado ardiente... Estoy cerca de mi segundo orgasmo.
- Joder, nena, no puedo controlarme, ¡quiero follarte rápido y fuerte!
- ¡Así que jódeme, Damir! Joder... Haré lo que sea, me siento muy bien, ¡pero no pares! Te necesito mucho...
- Y yo te necesito. ¡No podré detenerme, aunque haya un escuadrón armado irrumpiendo aquí! - Damir se inclina, mordisqueando mi hombro con sus dientes, sus musculosas nalgas siguen trabajando a una velocidad vertiginosa, apretando.
La velocidad se vuelve prohibitiva. Un resorte apretado dentro de mí por los potentes empujes, presagio de un orgasmo inminente, y mi cuerpo se inunda de calor.
La bestia interior de Damir se desata, convirtiéndolo en un codicioso y violento maníaco sexual. El hombre respira con fuerza, ahogando mi aliento hirviente. Su agarre en mis brazos es fuerte y apretado, como las ataduras de un nudo náutico.
- No tardará mucho...
- ¡Conmigo! ¡Jana, ven conmigo! Vamos...
Mi cuerpo se agita en espasmos de placer agudos e implacables. Damir me rodea con sus brazos y me acaricia el vientre, algo vibra dulcemente en mi interior y luego hay una explosión.
Las lágrimas brotan de mis ojos...
Ráfagas de semen caliente dentro de mí.
Se me clava en los oídos. Mi boca sabe a fresas. Mi corazón se acelera como una ametralladora.
- Pero si las niñas nacen, entonces...", me dice de repente. - Tendrás mis bebés hasta que sea un niño.
- ¡Oh! - Casi me atraganté, sorprendido por el anuncio.
- Así es, Jana. ¡Te tendré hasta que me des un heredero!
Me coge en brazos y se sumerge conmigo en el agua burbujeante. Me sienta entre sus musculosas piernas, abriéndolas de par en par, con una mano en mi pecho y la otra en mi clítoris.
Es perverso y excitante...
- "Te voy a follar", me recuerda intimidantemente. - Me vas a montar toda la noche.
Los dedos cobran vida, acelerando el ritmo. Una mano juguetea sobre los pliegues de mi clítoris hinchado, la otra me pellizca el pecho, haciendo que mi pezón gima y palpite.
Siento que algo se hincha rápidamente detrás de mí, convirtiéndose en una larga pitón depredadora. La máquina de Damir ha cobrado vida, a punto de entrar en acción de nuevo.
- Recuerda, no eres sólo mía por esta noche. Eres mía para siempre.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Heredero de un multimillonario