Damir estaba ahora de pie detrás de mí, acurrucándose contra mí como un hombre posesivo y manoseando mis muslos. Ni un segundo después, estoy excitado.
La humedad rezuma instantáneamente de mis pliegues, y mis pezones se ponen muy duros, reaccionando al menor toque de Damir como algo celestial, etéreo.
Me estremezco ante el placer que su susurro provoca en mi piel húmeda después de la ducha.
Sus frescos labios se posan suavemente en mi cuello, besándome, y su fuerte y caliente palma cubre mi estómago, trepando bajo el borde de mi bata. Acaricia. Despierta un naciente tornado de sensualidad dentro de mi cuerpo.
- El vestido... ¡incomparable!
- ¿Estás desnudo? ¿Nada bajo la bata?
Damir coge la cintura de la bata, la tira hacia un lado y la desata.
- Déjame comprobarlo.
Una mano se sumerge en el escote de la bata y cubre con confianza mis pechos. Apretando mi pezón entre dos dedos, esta acción envió una corriente eléctrica a través de mis nervios, haciéndome gemir y estremecer.
- Hueles a chocolate...
De un tirón, me aprieta contra él lo más fuerte posible. Algo tan duro y rígido entra en mi culo. Entra justo entre mis nalgas, haciéndome contener la respiración. Es su gigantesca emoción. ¡El arma del pecado y del vicio! Con la que me torturó toda la noche...
Apretando mis muslos con sus dedos, Damir frota su coño contra mi culo, seduciendo deliberadamente. ¿Realmente quiere volver a tener sexo? ¿Un maratón nocturno de orgasmos no es suficiente para él? ¿De dónde sacó tanta energía? Más que un semental. Damir Rinatovich debe ir a trabajar.
El hombre sigue jugueteando con mi polla y mordisqueando mi pezón al mismo tiempo. Mi mente se confunde, ya he olvidado lo que hablamos. ¿Siempre será así?
Uvarov comenzó a acariciarse, moviendo su mano libremente, mirando mi cuerpo desnudo con ojos oscuros.
- ¡Ahora me voy a correr dentro de ti!
Damir me cubrió rápidamente con él, movió sus caderas y se corrió. Mi pecho estaba húmedo y sediento. Me quedé con los veinticinco centímetros de él, tal vez. Y empezó a moverse, moviendo las caderas rítmicamente, respirando con frecuencia.
Me cogió la barbilla con el pulgar, me atrajo hacia él y me besó. Me di cuenta de que estaba a segundos del orgasmo...
Apreté la carne del hombre con las paredes de mi vientre con mucha fuerza e inmediatamente empecé a pulsar, a correrme.
Damir se corrió conmigo, pero no tenía prisa por salir. Su hermosa polla seguía dentro de mí, palpitando dulce y suavemente, recompensándonos con las últimas oleadas de orgasmo.
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