Ahora los dos estamos sentados en el balcón después de nuestro sexo matutino y bebiendo una bebida aromática, admirando la hermosa mañana. Antes de eso, nos duchamos juntos, frotándonos la espalda.
Después de ponernos la bata salimos al balcón a tomar un pequeño refrigerio. Los orgasmos quitan mucha energía y despiertan un apetito monstruoso.
Oksana nos trajo una tetera nueva, fruta, bocadillos de caviar y pastel de manzana. Estaba salivando con todas estas delicias.
Tomó un bocado de la tarta y extendió el caviar por encima... tomó un bocado. ¡Dios, es la comida de los dioses! Al verme acalorado, Damir sonrió.
- Bueno, qué se le va a hacer, -murmuré mientras masticaba, -¡es la demanda de los niños, no la mía! Lo siento.
Me sentí como un tonto, pero no pude contenerme. Tenía un antojo de pastel de caviar.
- Come, come. Lo que quieras. No te niegues nada.
Bueno, ahí van mis primeros antojos de comida inusual.
- Quería preguntarte por ese vestido, me acordé. - Es un conjunto impresionante. ¿Vamos a salir? ¿Un restaurante?
Mis ojos se iluminaron.
- No", negó con la cabeza. - No -sacudió la cabeza-, no hay razón. Me ha gustado. Pensé en ti enseguida y lo compré.
Incluso mejor.
Así de fácil, un regalo de un par de millones, sin ninguna razón. Tan típico de los multimillonarios.
- Gracias... Es un verdadero placer.
Damir sonrió. Ahora parece lleno y satisfecho. Más sexy que nunca. Sentado en una postura relajada, con las piernas abiertas, bebiendo té, mirando sus pintorescas posesiones.
Extendió la mano, la estrechó y miró el reloj suizo de oro que llevaba en la muñeca.
- Bueno, me tengo que ir. Voy a llegar tarde a mi reunión.
- ¿Cuándo volverás?
- No tengo ni idea. No te aburras, descansa más y no te preocupes por nada. Hablando de tu hermano, pronto nos pondremos a trabajar en su salud. Buscaré especialistas y buenas clínicas.
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