Ye Qingwu estaba parada detrás de Jiang Ning y se sintió como si le hubiera caído un rayo, Jiang Ning era en realidad poderoso. Su Mingquan era el tercer hijo de la familia Su y llevaba muchos años mandado en Shenghai, pero Jiang Ning no se contuvo en absoluto. Atacó porque dijo que lo haría, y la cara de Su Mingquan estaba toda hinchada por sólo dos bofetadas.
—Discúlpate de inmediato —Jiang Ning rugió con fuerza.
Su voz retumbó tan fuerte que Su Mingquan sintió que su corazón bombeaba la sangre a toda prisa. No pudo soportarlo más y cayó de rodillas al piso con un fuerte golpe.
—¡Perdóname! ¡Por favor, perdóname! ¡Me equivoqué! Lo siento. —Su Mingquan se apresuró a pedir piedad.
—Discúlpate con ella —Jiang Ning señaló a Ye Qingwu.
Su Mingquan permaneció de rodillas y se acercó a Ye Qingwu, comenzó a reverenciar una y otra vez mientras sus lágrimas y mocos fluían.
—Lo siento, me envanecí y no debería haberte ofendido. ¡Me equivoqué! ¡Me equivoqué mucho! Señorita Ye, usted es una persona amable y benevolente, por favor no se moleste por alguien como yo, ¡por favor perdóneme! ¡Por favor!
Ahora estaba en verdad asustado. ¿Acaso Jiang Ning y sus hombres eran demonios? Habían derrotado a todos sus hombres con tanta facilidad y todos habían colapsado. Jiang Ning podría matarlo si no se rendía ahora. ¿Cuándo conoció Ye Qingwu a un hombre tan temible? Aunque ya había dicho que era de la familia Su, Jiang Ning seguía adelante con la paliza a todos sus hombres y no tenía ninguna consideración por la familia Su. Jiang Ning se quedó a un lado y Su Mingquan ni siquiera se atrevió a levantar la cabeza. Su cara terriblemente hinchada hacía que incluso su manera de hablar fuera poco clara.
El sabor de la sangre en su boca lo hizo sentirse más aterrorizado que nunca. Ye Qingwu de verdad estaba aturdida por eso, a persona que se arrodillaba frente a ella ahora era ese alto y poderoso Su Mingquan, el hombre que quería destruirla y matarla hace unos momentos y que ahora se arrodillaba frente a ella para pedir piedad. Esto... esto era aún más irreal que un sueño. ¿Era sólo porque Jiang Ning estaba a su lado? Observó a Jiang Ning y temía que todo esto fuera sólo un sueño. Temía que una vez que despertara de este sueño, Su Mingquan siguiera siendo ese demonio empeñado en destruirla.
—Señorita Ye, se lo ruego ¡Por favor, perdóneme!
—Yo…
El corazón de Ye Qingwu latía con fuerza. Nunca se imaginó que un día Su Mingquan se arrodillaría frente a ella para pedirle clemencia. Sabía que, si no lo perdonaba Jiang Ning podría matarlo de verdad y si eso ocurría, entonces Jiang Ning se metería en problemas porque ofendería a la familia Su.
—Yo... sólo quiero que no me acose más. Eso es todo —dijo mientras se mordía el labio.
No podía dejar que Jiang Ning se metiera en más problemas, porque eso causaría problemas tanto como para él como para Lin Yuzhen.
—¿Escuchaste eso? —Jiang Ning se puso en cuclillas y palmeó la cara de Su Mingquan—. Si te atreves a ofenderla de nuevo, te garantizo que serás un cadáver.
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