IntensaMente (COMPLETO) romance Capítulo 14

T R E C E

Me levanté muy temprano, se sentía bien la cama, era suave y olía a lavanda.

Me incorpore y tras varias miradas me ubiqué, por un momento se me vino un flashback de la casa de mi madre.

Recordé lo sucedido de la noche anterior, o mejor dicho, lo que sucedió hace varias horas.

Como pude me levanté de la cama y fui al baño.

El baño tiene toallas y productos de higiene. Hice latonería y pintura,o sea, me bañé y me lavé mi cabello y la presión que sentía en mi cabeza, desapareció.

Me vestí y salí, estaba todo silencioso hasta que llegue a la cocina.

Tenía mis tacones en la mano y con este vestido y el pelo mojado parecía a una adolescente que regresó a casa después de una huída a una fiesta.

Él olor a café inunda mis fosas y es energía para mi sistema.

—Buenos días... —dije un poco ronca.

El estaba sin camisa y un mono deportivo haciendo del chef en su cocina.

—Buen día —dice con una voz tan pero tan de hombre— hay tostada dulces con café y pan francés con queso...

—Pan francés… y café

Nos sentamos en una mesa de cristal y comimos lo que preparó.

—Debiste haberte secado el cabello.

Me reprende y hace lo que menos pensé. Se levantó y fue a un cuarto y el hombre inexpresivo viene con una toalla en manos, rodeó mi cabello con ella y por el contacto quedo tiesa y en shock.

¿Quien es este hombre?

Cierro los ojos por lo delicado que es, y dejo que haga conmigo todo.

Sus manos sueltan mi cabello, envolviendolo con la toalla; sus manos tocan mi cuello enviando sensaciones por mi columna vertebral, desciende por mis brazos y siento sus labios en mi mandíbula inferior, un recorrido de pequeños besos hasta mis labios.

Ya no estoy sentada en la silla sino en la mesa de cristal, él entre mis piernas, sólo besos... mis manos recorren todo su dorso y su perfecto, perfecto cuerpo.

Mi cabello se ha mantenido prensado por la toalla, y aún mi vestido no ha sido un estorbo, ...aún.

Sus besos desciende al cuello y por el placer que ejerce instantáneamente echo la cabeza atrás, un pequeño jadeo sale de mis labios y un grito.

Espere... yo no grité.

Me separo al instante del asiático y miro a donde se escuchó el grito

Oh my God... sus padres.

El me mira y luego a sus padres y así sucesivamente hasta que Christine habla:

—¡Jesús...! por eso que no le contestas el teléfono a tus padres... —lo regaña

Yo aún sigo en la mesa, con mi paño en la cabeza, los labios hinchados y con el chino entre mis piernas.

No se si reírme por ver la cara de cachado del chino o tragarme la risa por respeto a los señores Lovecraft, al único que le causa risa es al señor Kim, que ve la escena con gracia.

—Mamá... la llave es para emergencias... —se queja como un niño el coreanito.

—Es una emergencia... necesitaba que fueras a cenar con tu familia... siempre estás trabajando y cuando estás libre no te la pasas con tu familia... —la señora me ve— tu estas invitada cariño... ya decía yo que tanta pelea contigo era un camuflaje para esconder sus atracciones...

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