V E I N T I S E I S
El olor a limpio, a alcohol, se cuela por mis fosas.
¿Quien diría que ahora me encuentro en estas circunstancias?
¡Quizás embarazada!
¡Quizás sin un padre!
¡Quizás sea el fin de mi noviazgo!
¡Quizás sabré si de verdad me ama!
—...Kipling Venecia. —habla la enfermera, al instante me levanto.— sígame
Lo hago y Aaron conmigo.
Entro en el consultorio. Y está un hombre maduro con su bata blanca.
—Adelante..., siéntese. Veamos... dígame a qué ha venido.
Está llenando unos formularios.
—Hace unos días me hice una prueba de embarazo casera y salió positiva...
—No es seguro... —habla el doctor.
—No sólo es éso. Tengo nueve porciento de probabilidad de concebir, le pasé el informe de mi diagnóstico a su secretaria. Creo que lo leyó. —habla Aaron.
—Quizás sea su nueve porciento señor Lovecraft...
—¡Lo dudo...! —el doctor lo miró, alzando su cejas.
Yo solo estoy en segundo plano viendo todo. Quiero huir. Desaparecer.
—¿Por que lo dudaría?
—Hace unas semanas mi mujer fue asaltada sexualmente. Y en la clínica le dieron anticonceptivos, quizás no funcionó los anticonceptivos y sí es que está embarazada sea de él y no mío.
—Ciertamente hay que ver las variantes. Pero sí tomó anticonceptivos es probable que no sea del violador y también está su dificultad de fecundar. Son dudas que hay que aclarar.
Se levanta y me pasa una bata.
—¡Ten! allí está el baño. Cámbiate sin vergüenza y esperaremos aquí para revisarte.
Hago con cuidado lo que dice, me cambio poco a poco, todo me tiembla, parezco gelatina.
Salgo con la bata puesta. Me siento desnuda.
—Ok, acuéstate en la camilla —lo hago y con señas me pide separar las piernas.
—¿Que?... Pensé que me haría un eco cómo siempre por el vientre.
—Un eco pélvico... pero quiero ver bien y es un tema delicado por lo cual procederemos de esta manera.
Asustada hago lo que me dice y separo las piernas y el me cubre con una toalla.
Me da instrucciones que apenas escucho. Siento la mirada de Aaron y más nerviosa me coloca.
—Relájate... —me regaña el médico— aquí está... este pequeño saquito.
Siento temblar el cuerpo. Ya estoy llorando.
—Puede decirme aproximadamente la fecha de...
—Ok... según sus medidas. serían unas tres a cuatro semanas.
Las pocas esperanzas fallecieron, lo ví en su rostro.
—Es la fecha cercana a la violacion. Así que no es mío.
—Es probable que sea tuyo...
—¡No creo...! todo es... —no terminó porqué se fue del consultorio.
—Relájate... —habla el doctor.— mira que todo lo recibe el bebé.
Sólo asiento.
Me da indicaciones de cuidados, alimentación, lo que debo y no debo hacer.
Salgo de allí buscando a un asiático molesto pero no lo encontré por ningún lado.
Ni en la clínica, ni afuera de ésta. No estaba su Saab.
Me dejó botada.
Siento frío. El ambiente está lluvioso.
Decido mejor caminar.
Camino y camino hasta llegar a un parque.
Pensar. Debo pensar todo lo que haré de ahora en adelante.
No sólo por mí sino por lo que tengo en mi vientre. Aún si saber su procedencia.
Vi los niños jugar en el lugar y la sensación de cariño creció en mi.
Paso mi mano por mi plano vientre: aún no te conozco pero ya te amo.
El cielo relámpagea y voy en busca de un taxi.
Voy a la casa de Aaron. Donde me quedo temporalmente.
Está vacía, la casa está vacía. No hay rastro de él.
Es de mañana y no atiende su celular. No llamo a nadie, no quiero preocuparlos.
Sólo imagino la cara de mi madre al enterarse que será abuela. Y sobre todo que es por violación de seguro me quitan el apellido.
Apagué el celular. He estado todo el día en la calle, de un rumbo a otro, no le avisé al asiático con quien duermo, que sienta lo que sentí anoche.
Son las una de la tarde y llego a la casa.
Él está sentado hablando por teléfono y moviendo la pierna constantemente.
No se ha fijado en mí. Y...
—¿Donde estabas? Me tenías preocupado...
—¿Enserio? —ironizo.
—Claro... Venecia.
—Pues fue lo mismo que sentí anoche cuando no aparecías y no contestabas el celular.
—Es muy diferente. A tí no te dieron la noticia que tu mujer estaba embarazada y el hijo no es tuyo.
—¿Siempre será así?... restregando en la cara que no es tuyo y teniendo un comportamiento así —lo señalo.
—No lo sé... no se como reaccionaría.
—Ok... bien.
Caminé rápido y subí las escaleras. Entré en nuestra habitación.
Abrí el clóset y saqué la maleta grande y empiezo a guardar mis cosas: ropa, cosas personales, zapatos...
—¿Que haces? —pregunta pasándose las manos por la cabeza.
—Es obvio... ¡me voy!
—No... ¡no lo hagas...!
—Nada cambiará... pasará los meses y si no te has dado cuenta mi barriga crecerá y luego nacerá el bebé y tú para ese entonces me querrás fuera de tu vida. Mejor adelanto lo esperado
—Perdón... pero no te vayas.
—Es mejor para ambos...
—No... dejemos ver cómo van las cosas, no te quiero fuera de mi vida.
—Me quedaré pero habilitare el departamento de Ariel, se que no durará mucho.
Se acercó y me rodeó con sus brazos.
—Soy un imbécil ¡Perdóname!
—Es natural que reacciones así. Las cosas no cambiarán. Lo sabés...
Y yo lo sé.
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