IntensaMente (COMPLETO) romance Capítulo 41

C U A R E N T A

Aaron Lovecraft

Tener un hijo es una responsabilidad muy grande, no se compara con criar un perrito o un gato como lo llegue hacer cuando estaba chiquito. Jamás, aunque lo deseé me mire criando un niño, la infertilidad me había cegado y ahora no se que hacer con un niño de cuatro años y menos con sus preguntas tan oportunas.

Su costumbre al dormir, su parlancheria, su manera de hablar parecido a Venecia, su risa es como escucharla a ella.

Sorprendente, me llama papá, no pensé ganarme ese título de la noche a la mañana, aún pienso lo que hubiera pasado sino no hubiese sido el nueve porciento ganador, no tuviera a mi hijo, la verdad es que no hubiese ido tras de ella por la noticia del derrumbe, su hijo fuese sido un extraño para mí y se que es mezquino de mi parte y me arrepiento, me arrepiento cada vez que lo veo a él, padre no es el que hace sino el que cría, fuera sido una figura paterna para el hijo de Venecia sino fuera sido mío y hubiera estado presente el día de su nacimiento y sus cumpleaños y sus días alegres y en todo momento.

—¿Para donde vamos?... —es la tercera vez que le digo que lo llevo a mi trabajo ya que Marta le dí el día libre y no quise molestar a mis padres con que lo cuiden, en realidad es por mero orgullo, mi mamá me dió una charla de como hacer mi deber como padre y luego papá me dió otra y pues me resigno a que lo cuiden si no es por complacencia.

—Vamos a mi trabajo. Vas a conocer a América, ella te quiere ver y la empresa.

Estaciono el auto en el parquímetro y luego de bajar, bajo a mi hijo.

—¿Sabes que no puedo ir adelante en el auto? Te pueden multar... los niños tienen que ir atrás.

—Lo sé, luego cambio de auto. —volteo a ver mi Saab que no tiene asiento para niños y bajo mi mirada a mi hijo. Cosas cómo ésta se tiene que preparar un padre.

Cambiar de carro, de costumbre, dedicación, cariño.

—¿Cuando me enseñarás a manejar? —¿que pregunta es esa?

—Cuando tengas edad...

Entro en la oficina tomado de mano de mi mini copia, es tan agradable esta sensación, desde recepción hasta las secretarías no dejan de vernos.

Entro en el ascensor y presiono el botón de mi área.

—Vamos al área de proyectos, tu abuelo Arthur está en el área directiva de construcción.

Arthur... aún tengo un trago amargo al saber que estos cuatro años me ocultaron la existencia de mi hijo.

—¿Y que se hace en proyectos?

—Diseñar, ordenar a otros y dar el permiso de algún proyecto en particular.

—¡Ahh! el jefe... —me río por su forma de hablar.

Llegando, me recibe Stefanía, la nueva directora técnica administrativa.

—Señor Lovecraft —me habla con respeto ya que luego de la marcha de Venecia, ella quiso recordar nuestros encuentros carnales hasta que le dí un stop y le pedí que me tratara como lo que soy: su jefe.— necesitaba la firma del proyecto de Vancouver, además hace una hora he buscado un traductor para la reunión con los alemanes y es imposible.

—Ok... ahora iré con ellos a disculparme y dejar la reunión para otro día. —ella se retira y bajo mi vista— vamos hablar con los nuevos socios... —mi hijo asiente.

Vamos a la sala de juntas y entro con mi hijo, el cual no se me quita de un lado.

—Buenos días señores... lamento la demora pero no encontramos traductor. Me pregunto si podría dejar la reunión para otro día.

Espero que me entiendan por lo menos el setenta porciento de lo que dije.

Ellos se miran la cara y se que hablan entre ellos, cosa que no entiendo.

Mi hijo me presiona la mano pero le hago seña para que hablemos luego. El sigue insistiendo y levanto las cejas para que vea que no es momento para sus preguntas.

Debí hacerle caso.

Me distraje y no me dí cuenta que soltó mi mano y se acercó a donde los extranjeros.

Habló en su lengua, 'en su lengua..'. y seguían hablando con mi hijo, hasta que uno de los inversionistas se levantó molesto y salió de allí y tras el otros quedándome sólo con mi hijo en la sala sin saber que sucedió.

—¿Que sucedió y por qué tú hablas alemán? —pregunté serio

—Me enseñaron como hablarlo y esos señores son malos —señaló hacia la puerta— estában hablando mal de nosotros, uno dijo que eres irresponsable y otro se burló porqué me trajiste contigo, dijeron que tu mujer no cuidaba de tu hijo y que es poco profesional y otra cosas que no recuerdo.

Me entró la ira. ¿Como se atreven a meterse conmigo o con mi hijo?

—¿Y que le dijiste?.

El se mira las manos y levanta lentamente la vista— L que mamá le dice a mis tíos...

—Y que le dice tu mamá a tus tíos —la curiosidad me consumió.

—Son unos metidos, idiotas bueno para nada, pero me faltó estúpidos y cínico porque se fueron muy rápido...

No sabía si preocuparme por el futuro de la empresa o enseñarle modales a mi hijo.

El hecho que si tenía que corregirlo no podría reírme y la risa aumentaba cada vez que trataba de ocultarla hasta que no aguanté.

—A los adultos hay que respetarlos  —finalmente dije con la respiración agitada por las carcajadas.

—Pero...

—Nada... ¿y tú mamá como permite que digas éso? —dije medio serio

—Ella no sabe, pero la escucho... escucho todo...

—¿Todo?

—Si... la peleas con mis tíos, cuando habla por teléfono, cuando me lleva al colegio y hasta las señas que habla para yo no entender... pero la entiendo.

—Tu entiendes... ok, ¿y tú mamá tiene novio? —asomó una sonrisa

¿Por qué le hice esa pregunta?

—¿De esos que se dan besitos? —asiento— Pues... si me llevas a comer helado quizás recuerde si tiene o no tiene.

¿Mi impresión o mi hijo me está chantajeando?

—Ok... que te parece si vamos a que tu abuela y comemos helados, pero hay que ver a América.

Su sonrisa me lo dijo todo.

Bajamos a la primera planta y fuimos directo al parquímetro.

Las preguntas de: ¿Cuando veré a mamá? ¿Puedo hablar con ella?

Es constante. Me sorprendió que preguntará por su abuela Mónica.

Ni hablar de Marta que lo consiente con sus galletas.

Fui a casa de mis padres y estaban reunidos y mi hijo llegó emocionado, es muy activo.

Chocolate con Fresa, helado de chocolate con Fresa y no sólo eso, comió churros bañados con chocolate.

Su pequeña boca estaba embarrada de puro chocolate.

Lo veíamos comer y aún es increíble saber que el niño que está sentado en nuestra mesa es mi hijo.

—¿Te gusta? —pregunta mamá.

—Mucho abuela... mamá no me deja comer muchos dulces porque dice que no duermo luego. —chasquea la lengua— Cosas de ancianas...

—Que ocurrencias tienes... —le dice mamá— ¿y te gusta Toronto?

—Si... es muy grande y lleno de edificios. Y muchos carros.

Mamá se fue a la cocina y mi papá está atendiendo una llamada afuera es el momento.

—¿Y... tu mamá tiene novio? —le dije pausado mientras se termina el churro.

—Pues... si vamos al cine quizás te diga si tiene o no...

—¡Basta Ander...! sin chantaje, si no me quieres decir está bien pero no me chantajees, en la casa vemos películas, tengo un pequeño cine.

—¡De verdad...! de lujo. —su mirada bajó al churro— Y mamá no tiene novio, ella dice que yo soy su único amor. Y ¿Tu papá ya olvidaste a mamá?

—Como podré olvidarla si es la madre de mi hijo. —sonrió.

Regresamos a mi casa, a nuestra casa, mi hijo es muy activo y debí hacerle caso a la advertencia de mamá, parece que tiene pilas extra, no se cansa, antes de acostarse a dormir pidió su laptop como lo ha hecho los tres días que llevamos aquí. Me sorprendió, la laptop tiene imágenes desde el nacimiento de Ander, su panza de varios meses, me perdí ese momento en su vida por idiota, y sus vídeos desde las ecografías, Venecia hizo un buen trabajo, debo decir que está hecha una mujer, completamente, se le vé madura, con carácter y hermosa aunque tuviera los ojos hinchados y la piel enrojecida.

Admirable, me confió a Ander sin más, la he llamado y ha hablado con él pero muy poco tiempo, me preocupa y no quiero perderla, ...o sea, no quiero que mi hijo pierda su madre, ella ya es otra página pasada en mi vida ¡Así es! Venecia Kipling es historia vieja y páginas pasadas.

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