IntensaMente (COMPLETO) romance Capítulo 49

C U A R E N T A- y- O C H O

Creo que debo obedecer a la abuela. Y lo hice. Compre una nueva colección de prendas con el fin de volver a ser la Kipling que debería ser.

Un nuevo guardarropas exclamaba mi vestidor.

Mi casa es grande y acogedora a la vez. De dos plantas con un jardín delantero y otro trasero.

Lo bueno que tiene un gran estudio en la planta baja contiguo con el despacho. Podré trabajar desde casa cómo lo hacía en Cambridge. Así le dedicaré tiempo a mi hijo y tendré como mantenernos. Aunque tengo para vivir por años, trabajé duro para darme la buena vida para mi hijo y para mí y la ausencia de trabajo no me pegará mucho.

De hecho tengo trabajos innovadores de reestructuración y papá me ha invitado a una reunión ya que unos de los inversionistas ha escuchado de mi trabajo y quiere que le haga los planos de su nueva casa de campo.

Trabajo por sí sola sin depender de una empresa, me llaman hago mi trabajo y recibo mi pago, decidí trabajar así ya que si trabajaba bajo una empresa descuidaria de mi hijo como lo hizo mi familia conmigo y quiero evitar eso.

Me coloqué un vestido negro con unos tacones del mismo color que resalta mi rubio. No pasa la rodilla y es ajustado, es sexy y a la vez no muestra nada vulgar. Mi hijo lo dejé en casa de mis abuelos, ahora que está el cachorro allí me ha pedido visitar a mi abuela muchas veces a la semana.

Entro a la empresa que al principio me costó adaptarme por la actitud de Stefanía.

Subo el ascensor y espero a que abra en el área de mi papá.

Como siempre una mujer que adoro como amiga está sentado en su puesto. Aunque ahora un tanto castaña.

—Señorita... —la saludó con voz gruesa fingiendo ser otra. Ella se para y me abraza.

—¡Estas guapa...! —me saluda— tu papá salió y dejó dicho que te avisaría de alguna reunión... no entendí pero te va avisar...

—¡Si...! es un cliente. ¡Ah...! dime qué posibilidad hay de que lleves a tus pequeños a casa el sábado para que mi pequeño no se aburra y la pasé bien.

—¡No hay problema...! y ya escuché lo que sucedió. —sobre Ann— y quiero que me des detalle. Porqué de verdad esa tipa es una loca que me trata como si yo fuera una cachifa...

Le conté a América todo, absolutamente todo y como nadie me creyó. Ella me dijo como es ella con algunos trabajadores inferiores y su doble personalidad.

—Señoritas... —llaga papá, el tampoco me creyó se mantuvo sin opinar a lo que lo tomé como un apoyo hacia Ann.— ya el señor Santos llegó y quiero presentartelo. —asentí y lo seguí a la sala de juntas.

Entré y estaban varías personas reunidas allí, incluyendo a aquellos que no quería ver.

»Acabamos de terminar una reunión y el quería conocerte y dar algunas ideas. —asentí— lo más sensato es que cuadres fuera de aquí ya que está Aaron y Kim y precisamente ellos no le da gusto verte. —me susurra

—Claro... —divise al hombre del negocio. Podía presentir las miradas no gratas de ellos y algunas de dudas.

—Señor Santos —habla papá— ella es Venecia Kipling —asentí y le entendí mi mano al hombre de ojos ¿verdes? Aparentemente rubio o pelirrojo, es extraño castaño claro cercano a un rojo que puedo confundir con rubio, su agarre es firme y sus venas en la mano se marcan y ese traje azul marino a la medida lo hace ver sexy, serio y responsable y le queda de maravilla y su sonrisa, sus  hoyuelos en la mejilla y esa mandíbula cuadrada. Qué hombre.

—Señor Santos un placer conocerlo.

—Señorita Kipling el placer es todo mío. —creo que es hora de soltar nuestras manos, papá carraspea y lo hacemos.

—Señor Santos, no es lugar para hablar de negocios, ¿le parece bien sí vamos por un almuerzo y discutimos los detalles?

—¡Excelente...! entonces después de usted —me señala la puerta y con una sonrisa me despido de papá.— he escuchado maravillas de su trabajo, un amigo que hace un tiempo usted le diseño su casa de playa y cuando me contó que se mudó a Canadá, fue una señal divina y más que Holmes fuera su padre.

—Si. Bueno, he hecho muchos diseños pero ¿para que me necesita en realidad? —el ascensor nos deja en la primera planta y al salir divisamos la cafetería— lo digo porque está saliendo de una constructora especializada para cualquier trabajo y ¿me llama a mi? ¿por qué yo y no ellos? —el se encoge de hombros y me da una sonrisa de esas que hacen volar nuestros pensamientos, le señalo la cafetería— podemos almorzar allí, no soy tan formalmente clásica...

—Me parece genial, yo no soy tan clásico. —se ríe. Cruzamos la calle y entramos al local que está llenándose. Puedo identificar algunas caras de hace cuatro años y allí está Mauro, con el cabello más largo y se le ve contento, nos sentamos en una mesa junto a la ventana y con una sonrisa se nos acerca.

—¡Nechi...! dichoso los ojos que te ven —me abraza— lamento lo del edificio y la explosión... salió en todas las noticias —yo le resto importancia con la mano y nos sonreímos— ¿Que desean? Invita la casa por los viejos tiempos... —nos miramos el señor Santos y yo y con una sonrisa cómplice continúa hablando Mauro— ok. Le recomiendo la especialidad de la casa —asentimos y el se marcha.

—Señor Santos...

—Nada de señor... soy jóven llámame Christopher.

—Christopher... bien, entonces llámame Venecia.

—Lindo nombre... —me interrumpe

—Ok, ¿Que desea en realidad?

—La casa es para mí mamá. Es un regalo de cumpleaños... tengo algunas ideas, mi madre es mexicana y quiero que el diseño de su casa sea a lo mexicano. Que ella se sienta en realidad en su casa y no en unas estructuras cara y moderna, nada material sino por el valor sentimental de la misma.

—Eso es algo muy lindo. Su madre debe estar orgullosa de usted, tengo amigos mexicanos y podrían ayudarme en el proyecto. Y usted, ¿en que trabaja en realidad? No quiero ser metiche y no es mi problema sólo es por motivo de tiempo, las posibilidades de reunirnos mas adelante y para sacar el presupuesto.

—Claro. Entiendo, soy economista y estoy encargado de la dirección de Happy Baby, cuando estudié economía en londres me gané unas prácticas acá en Canadá y aproveché el tiempo y el que era mi tutor es hermano del dueño y por cosas de la vida ahora soy uno de los directores.

—Eso es increíble, no creo que sea por suerte sino por mucho trabajo y empeño que usted se encuentre en ese lugar.

—¡Así es...! al principio fue difícil, las señalaciones y prejuicios pero la perseverancia es el secreto —me guiñó un ojo.

—Entiendo en realidad como es todo. —me sincero— las personas pueden destruir con sus palabras y hay quienes no dejan que otros surgan y es miserable todo eso.

—¡Señores...! —saluda la mujer que recuerdo muy bien, la del flequillo pelinegra que una vez América me dijo que era esposa de Mauro, pensé que se divorciaron pero creo que nació el amor.— su pedido...

Nos deja el almuerzo. Delicioso como es todo, salmón ahumado con ensalada cruda y arroz.

Terminamos de comer y se acerca Mauro.

—Espero que lo hayan disfrutado. —le sonreímos y retira los platos— hasta la próxima. —y se va.

—Ok. Entonces le daré la dirección de mi casa para que se pase cuando tenga formada sus ideas, y el resto me encargo yo. —nos levantamos y nos despedimos no tan formalmente, o sea, me abrazó y me dió un beso en la mejilla, me sonroje porque es un hombre muy guapo y yo estoy de falta de cariño y pues desee que ese beso se rodara de mi mejilla a mis labios.

Salgo y cruzo y voy por mi carro. Un Audi A5 seguro donde puedo trasladar a mi hijo.

Se me perdió de la vista Christopher y arranqué en busca de mi hijo. El camino no se me hizo largo, es más todo el trayecto fue pensar y pensar en un cliente que quiere hacerle una casa a su mamá, eso es encantador y más que trabaje en una empresa especialista en productos para niños.

Llegue y me encontré con un niño corriendo con un perro algo pequeño, sus ladridos eran fuertes para su tamaño.

Mis abuelos encantado por la visita me pidieron regresar y con un gracias le dije que pronto.

Tenía que hablar con mis amigos y pedirles que vengan para ayudarme al proyecto que quiero y así darme compañía.

Llegué y no pasó mucho cuando un asiático frío y distante me pidió ver a mi hijo y le dije que sí, ahora el debe estar de camino hacia acá para llevárselo.

Le hice una pequeña maleta a mi bebé, ya que se quedará unos dos días y madre precavida vale por dos.

—Pórtate bien y haz caso a tu papá. No des que hacer y no comas dulce en la noche, recuerda lo que dijo el dentistas.

—Si mamá. Ya sé.

—Claro tu siempre sabes y lo haces —lo reprendo y el muchachito se ríe y lo que me provoca es comérmelo a besos.

—Te amo mami... —¿Como no amarlo? Es un pesar que haya sacado todo lo de su padre. Espero que cuando sea grande no sea un idiota igual que él. Me encargaré de criarlo para evitar futuros como el nuestro.

El timbre suena y por la puerta aparece Christine, me sorprendí porque esperaba a él.

Mi cara fue obvia y ella me aclaró:

—Aaron me mandó a buscarlo ya que no se agrada de verte y como sabrás los motivos —ella me mira por primera vez con ojos altivos como si yo fuera una cualquiera, mi hijo es tan inocente que no se da cuenta la mala cara que le hace a su madre y aún así se le lanza a los brazos de su abuela.— hola corazón... Vamos con papá, despídete de tu mamá —el le hace caso y se retiran.

Yo soy la mala, la bruja. Todo están hechizados.

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