Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 244

Poco después, Erika tuvo preparada la cena y se la sirvió a Santiago.

Le preparó la comida occidental que a él le gustaba mucho.

Cuando se sentó a la mesa, Erika y Diana se sentaron a su lado.

—¿Cómo te va lo del trabajo? Veo que tu padre está cada día más ocupado en estos tiempos —preguntó Diana.

—Sí lo está, porque últimamente estamos ampliando el mercado, en eso no tengo mucho que tratar, pero mi padre y los tíos están ocupados —dijo Santiago.

—Por cierto, tienes que volver temprano a casa con Vanesa en el día del cumpleaños de tu tío Hugo. Desde que murió Enrique, la villa se volvió bastante silenciosa y espero que su cumpleaños pueda calentar la animación —dijo Diana.

—Pero murió padre hace poco y organizamos una fiesta de tal manera, ¿será apropiado? —dijo Erika.

Diana bajó sus miradas observando el anillo de plata en su mano,

—Nada inapropiada será la fiesta. De todo modo, somos una familia que compartiremos juntos tanto las adversidades como las felicitades. Además, a Enrique le gustaban las fiestas. Pero, en los últimos días, la villa se queda bastante solemne y fría adonde nadie tiene ganas de volver.

Mientras Diana hablaba, Santiago y Erika se mantuvieron callados.

Diana y Enrique estaban juntos desde la juventud hasta la vejez, todos de la familia eran conscientes de la solidaridad de sus relaciones. Desde que murió Enrique, no lloró ni una gota Diana, ni tampoco se quedó naufragada en los recuerdos amargos, pero la tristeza era tan visible que se la veía en su rostro.

Todo se volvió silencioso ahora.

Perdió Santiago de repente el apetito, aunque era un plato bien suculento.

—¿No te gustó? —preguntó Erika.

—No, pasa es que no tengo mucha hambre —explicó Santiago—, además, he almorzado mucho en la empresa.

Mientras lo limpió la sirviente, Diana le preguntó a Santiago cómo se estaban llevando él y Vanesa recientemente.

Apenas contestó Santiago, Erika dijo,

—Se habían divorciado, no importa si se llevan bien o no, al final no vivirán juntos.

La miró Diana desalentada,

—No te metas más en lo de Santiago y Vanesa, te advierto aquí que mantente callada en el cumpleaños de Hugo, además, ni se te ocurra invitar a los no importantes a casa.

—¿Cómo que son irrelevantes? Creo que son todos relacionados con nuestra familia —explicó Erika frustrada.

Era sumamente necesario que se lo advirtiera con anticipación, o la situación llegaría definitivamente a su máximo tensión.

—Se trata de la fiesta sólo para nuestra familia y te advierto que no invistes a los ajenos —repitió Diana en un tono serio.

Erika se calló de pronto, cabizbajo.

Sus charlas le recordaron a Santiago aquellos tiempos en que la reprochaba Erika a Vanesa cada vez que la encontró en casa, pero ésta nunca le había refutado ni tampoco se había justificado.

Ahora que Erika era la que estaba sufriendo.

Apoyado contra la silla, Santiago dijo tranquilo,

—¿Vendrán algunos invitados por parte de Hugo?

—No, nadie —dijo Diana—, me dijo ayer que sería una reunión para la familia y nadie más lo invitará a casa. El cumpleaños no es importante, sino la reunión de todos familiares. Desde que murió Enrique, todos nos quedábamos en bajo ánimo y nos comportábamos cautelosos, espero que en la fiesta podremos ser felices como antes.

—Me parece bien —dijo Santiago.

Diana levantó la cabeza mirando afuera,

—Ha sido tarde, ¿estará bien Vanesa sola en casa?

—Ya es una adulta que sabe cuidarse —dijo Erika impaciente.

Le echó Diana una mirada furtiva y de pronto se calló Erika.

«¿Qué está pasando ahora? ¿Desde cuándo soy la que sufre en casa? Recuerdo que no le cae tan bien Diana a Vanesa como ahora.»

—Vale —se levantó Santiago—, entonces me retiro. Pensé que me podría encontrar aquí con padre para hablarle de los detalles sobre el trabajo, si no me toca la surte, mañana se lo diré en la empresa.

—¿Tan pronto ya te vas? —murmuró Erika—, quédate aquí por más tiempo.

—Vete a descansar, que ya es tarde —dijo Diana.

Erika lo miró decepcionada.

—Vale —dijo Santiago—, vendré con Vanesa para el cumpleaños de Hugo.

—Bueno, que te vaya todo bien —dijo Diana sonriendo.

Erika lo acompañó hasta el estacionamiento.

Santiago se detuvo de repente y la preguntó,

—Dicen que tía Miranda estaba interesada ahora en el matrimonio de Gustavo.

—Efectivamente, dicen que ya se había investigado varias chicas para él —dijo Erika—, pero antes no le interesaba tanto como ahora, es todo mentiroso lo de que a Gustavo no le interesaba el casamiento y de que se habría dedicado a la causa, ahora que tiene tanta prisa.

—Con una edad como la suya es normal que le interesa el matrimonio —dijo Santiago en un tono tranquilo.

—¿Cómo que es normal? Si no hubiera sido por ellos, no te habría casado con Vanesa —añadió Erika—, aun sabiendo que tenías el compromiso con Lidia, no cedió ni un paso atrás. No nos querían tener una vida mejor.

—Los comprendo —dijo Santiago en un tono tranquilo—, al fin y al cabo, se trata de sus intereses y ante los cuales, nadie quería perderlos. No hace falta que me ceda Gustavo.

Luego le acarició Santiago el hombro,

—Déjalo pasar que no es nada importante ahora. Espero que pueda Gustavo encontrar a una chica buena.

Erika lo miró desalentada,

—Lo tomas cono tu hermano, pero él a ti, no.

—Me voy ahora, y no hables mucho ante abuela —dijo Santiago.

—Últimamente tu abuela estaba del lado de Vanesa que siempre se justificaba por ella, pero ates no era así —dijo Erika en voz baja.

Santiago suspiró,

—Puede que se sienta ahora muy culpable por no haberla cuidado bien, porque se lo prometió a abuelo.

Escuchando sus palabras, Erika se calló de pronto.

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