Jefe Atrevido: Amor Retardado romance Capítulo 271

Escuchando las palabras de Vanesa, Santiago se apresuró a levantar para acudir a casa de Vanesa.

Apeas salió de la oficina, se encontró con Alexander.

—¿A dónde vas? —preguntó Alexander en un tono asombrado.

Luego vendrían los de la familia Merazo para la solución del escándalo, y no podía estar ausente Santiago.

—Madre se fue a la casa de Vanesa, y las dos están ahora peleando —dijo Santiago suspirando.

—¡Qué locura está haciendo? —dijo Alexander sorprendido.

—Voy para allá para ver qué pasó entre ellas —dijo Santiago.

—Voy contigo —dijo Alexander.

Con lo caprichosa que era Erika, Santiago no era capaz de contenerla por sí solo. Entonces los dos se fueron precipitados a la casa de Vanesa.

Cuando llegó ahí, la pelea ya terminó.

Mientras Vanesa estaba sentada al sofá viendo la televisión, Erika se rompió en sollozos.

Apenas los vio entrar a Santiago y Alexander, volvió a llorar en un tono aún más emocionado.

—¿Por qué llegáis tan tarde que casi me mató tal zorra —dijo Erika temblando.

Vanesa la miró con un rostro feroz y Erika se quedó de repente callada.

Alexander sabía claro cómo era Erika, la miró suspirando largo y profundo, volvió a mirar a Vanesa, quien estaba desordenada con el cabello suelto al lado de dos hombros.

—¿Qué pasó? Vanesa —dijo Alexander en un tono suave.

Ni siquiera lo miró Vanesa, dijo en un tono frío,

—Pregúntale a ella.

Erika se mantuvo callada con las lágrimas brotando de los ojos.

—Mamá, ¿qué haces por aquí? —preguntó Santiago.

Se quedó de repente Erika sorprendida, bajó sus miradas y seguía llorando.

—¡No llores! Cuéntanos lo que pasó —dijo Alexander con cierta impaciencia.

Escuchando sus palabras, Erika dejó de llorar.

—¿Qué haces por aquí? —repitió Santiago.

—Pues vine aquí para rogarle a ella que hiciera una declaración para explicar lo del Internet —murmuró Erika.

Mientras Vanesa se mantuvo callada, Santiago la miró por un rato.

—¿Quién fue la primera en pelear? —preguntó Santiago.

Erika se calló de repente.

—¿Crees que no son suficientes los líos que nos rodean? —dijo Alexander en un tono enojado.

Vanesa echó a reír,

—Ahora lo más importante es tratar a la policía que está llegando. Si os encuentra por aquí, se volverá aún más escandalosa la noticia.

Alexander y Santiago se quedaron sorprendidos mirándose el uno al otro.

—¿Has llamado a la policía? —preguntó Alexander.

—Sí —dijo Erika cabizbajo.

Se quedó Erika ahora arrepentida por haber llamado a la policía, pero en una situación con tanta tensión en que se encontraba, no podía contener su furia ni tampoco le permitía dejarse humillada por Vanesa.

—¡Qué locura has hecho! —gritó Alexander enojado.

«¡Está así por toda culpa tuya! Siendo ella tan caprichosa y nadie la había impedido ni una sola vez. Ahora que cometió el error, todo el mundo tiene la responsabilidad».

—¿Por qué no la detuviste? —suspiró Santiago.

Vanesa echó a reír,

—¿Por qué tengo que hacerlo? ¿No sabes cómo es tu madre? Si la detuve, la consecuencia sería aún más tremenda.

«Tiene razón».

Bajó las miradas Santiago y se quedó ahí inmóvil.

—Alexander, ¿es grave lo que hice? —murmuró Erika en voz baja.

—¡Tonta! —dijo Alexander con cierta impaciencia.

Erika se calló de pronto.

—Basta, ya estoy cansada. Sal ahora mismo antes de que llegue la policía, a quien explicaré con una justificación cualquiera. Si os llama por teléfono, explicadles por llamada, es mejor que no os encuentre por aquí —dijo Vanesa.

—Tienes razón, vámonos ahora mismo —dijo Alexander precipitado.

—Sí, sí, sí —añadió Erika—, vámonos ahora para que no nos encuentren por aquí. Sin testigos, no habrá denuncio.

Santiago miró a Vanesa,

—Pero, ¿estás bien? ¿Tienes algunas heridas?

De repente Erika se quedó descontenta.

«Soy yo quien está herida más gravemente, pero ni siquiera me preguntó por nada».

—Santiago, te advierto que os habéis divorciado, ¡compórtate bien! —dijo Erika.

—¡Cállate! ¿Cómo has podido ser tan sinvergüenza? —dijo Alexander enojado.

Erika bajó de pronto sus miradas.

—Vete, que llegará la policía —dijo Vanesa.

—Vámonos —dijo Erika precipitada mientras se dirigió hacia la puerta.

Santiago se quedó allí inmóvil mirando a Vanesa por un buen rato.

Vanesa lo miró con cierta impaciencia,

—¿Qué pasa? ¿Estás enojado con que la había golpeado a tu madre? Se lo mereces. Si quieres vengarse por ella, hazlo ahora. Ya estoy harta de la locura de tu madre.

Después de un largo suspiro, Santiago se le acercó,

—Si mi madre viene la próxima vez, no la dejes entrar.

Dijo Santiago mientras extendió la mano para ordenar su cabello, pero se retrocedió de repente Vanesa.

Santiago retiró su mano,

—Me voy entonces.

—Vete —dijo Vanesa con cierta impaciencia.

Cuando Santiago se metió al coche, Alexander y Erika ya habían estado ahí dentro. Mientras arrancó el coche, Santiago volvió a mirar a Vanesa por la ventana. Estaba ordenando su cabello con tranquilidad.

—Vámonos, que llega la policía —dijo Erika precipitada.

Santiago apartó sus miradas y arrancó el coche.

Apenas salieron, llegó la policía.

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