¡Jefe, Mis Gemelos, Tu Problema! romance Capítulo 102

Abril adoraba los mariscos, las langostas, los abulones, los mejillones, los mariscos eran sus favoritos.

Tomó un pedazo de abulón y lo metió en su boca: "Guau, es delicioso, este restaurante realmente vale la pena".

Filemón extendió su mano y le acarició la cabeza: "A partir de ahora, sólo debes llenarte de energía positiva, nada de negatividad, recuerda el poder de la educación prenatal".

"Oh", asintió obediente, pero no pudo evitar murmurar en su mente, todas sus emociones negativas eran por él.

Filemón curvó ligeramente sus labios. Sólo cuando ella era obediente, la encontraba tolerable. "Estás muy delgada, no pareces una mujer embarazada, come un poco más".

Abril comió un pedazo de langosta. Justo como quería, así podía evitar la atención de los demás. Seguía siendo una mujer soltera, tenía que cuidar su figura, no podía permitirse engordar desmesuradamente.

Además, comer demasiado haría que el bebé creciera demasiado, lo que podría resultar en un parto difícil.

"Esto es el resultado de hacer yoga, las mujeres embarazadas no pueden comer descontroladamente, mantener un balance nutricional es lo más importante".

La mirada de Filemón se deslizó por su pecho, calentándose discretamente. Había ganado bastante peso allí, era una talla más grande que antes.

Hubo un breve silencio en la mesa.

Abril tomó un sorbo de sopa y de repente pensó en algo. Cubrió su boca y susurró: "Sr. Galindo, ¿has pensado en qué pasará si nuestro ‘pequeño secreto’ es descubierto?".

Las cejas de Filemón se arquearon ligeramente, y lanzó unas cuantas palabras despreocupadamente: "Yo me encargaré de eso, no te preocupes por eso".

Abril podía ver que él tenía un plan, después de todo, era un hombre calculador y astuto.

Pero...

Su voz se volvió sombría, como el crepúsculo flotando en el aire. Esa sutil reacción fue captada por Filemón, y su corazón se apretó. Tomó el vaso de al lado y bebió un gran trago de jugo, ese trago, era especialmente agrio.

La mesa se quedó en un silencio sepulcral.

Las olas golpeaban con fuerza las rocas, emitiendo rugidos. Ese sonido parecía entrar también en sus corazones, amenazando con romperlos.

...

Abril se concentró en su plato, tomando pequeños bocados de la comida, y de vez en cuando echaba un vistazo furtivo al hombre de enfrente a través de sus pestañas, la expresión de este era extremadamente fría, tan fría que la asustaba, haciéndole erizar los pelos de los brazos.

Durante el tiempo que habían pasado juntos, había aprendido a leer su rostro. Los hombres como él, cuanto más fría era su expresión, más malo era su estado de ánimo. No sabía qué había dicho mal, o qué línea había cruzado para hacerlo enfadar. Quizás, ser odiada era así, incluso respirar podía ser un error.

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