¡Jefe, Mis Gemelos, Tu Problema! romance Capítulo 74

Abril se levantó para ir al baño.

Julio tomó un sorbo de jugo de fruta y murmuró: "Cuando tenga dinero, mi hermana no tendrá que trabajar tan duro. Después de que me enfermé, se gastó todo el dinero de la casa. Mis padres perdieron sus trabajos y mi hermana es la única que nos mantiene. Debe haber pedido muchos préstamos para pagar mis tratamientos. Cuando tenga dinero, no tendremos que preocuparnos por los cobradores de deudas".

Lionel se estremeció, nunca la había oído hablar de eso. No se imaginaba que Abril había soportado todo eso sola.

"Julio, si tú y Abril tienen problemas, deben decírmelo de inmediato. En Estrellania, no hay nada que yo no pueda resolver".

"Está bien", asintió Julio, él podía ver que Lionel era una persona muy capaz, con él al lado de su hermana, podía estar tranquilo.

Abril salió del baño, justo cuando llegó a la esquina, fue arrastrada a un cuarto cercano por un brazo fuerte. Se asustó y abrió la boca para gritar, pero al ver esa cara fría y guapo, su voz se quedó atascada en la garganta.

"Sr. Galindo, ¿qué, qué está haciendo?".

La mirada de Filemón cayó en su hombro, era afilada como una navaja, como si quisiera rasparle la piel.

"¿Quién es ese bastardo?".

La intimidación de Filemón la hizo temblar: "¿Qué bastardo?".

Filemón agarró su hombro, sus dedos frotaron con fuerza su piel, haciéndola gemir de dolor: "Si él se atreve a tocarte de nuevo, le cortaré la mano".

Solo entonces Abril se dio cuenta de a quién se refería y con todas sus fuerzas sacudió la mano de él. "Tú eres el bastardo. ¡Él es mi hermano, mi hermano de sangre!".

Filemón se quedó atónito enseguida, recordando que Olivia le había llamado la noche anterior para decirle que su hermano había llegado. Pero aun así su enfado no disminuyó.

"No importa si nuestra relación es pública o no, eres mi esposa en términos legales, si te atreves a cruzar la línea, estás acabada". Su voz era baja y fría, ella tembló ligeramente, despertando de su confusión y mirándolo con una mezcla de vergüenza y enfado: "¿Y tú? ¿Puedes hacer lo que quieras?".

Su mirada cayó en sus labios hinchados y enrojecidos, una sonrisa burlona se curvaba en la esquina de su boca. "Puedes exigirme lo mismo, pero depende de si tienes la habilidad para hacerlo".

Fue como un golpe bajo, destrozando la valentía y la dignidad de Abril. No tenía esa habilidad, frente a él, era insignificante como una hormiga, humilde y desechable, fácilmente aplastada bajo sus pies.

Bajó la vista, sus largas y espesas pestañas proyectaban una sombra desolada en sus pálidos párpados. Un momento después, cuando volvió a levantar la mirada, sus ojos estaban muy tranquilos.

"No importa, haz lo que quieras, de todos modos, nos divorciaremos en cinco meses, tú seguirás tu camino, yo seguiré el mío, no tendremos nada que ver el uno con el otro".

Los músculos de la boca de Filemón se tensaron, cada vez que oía la palabra divorcio, su corazón se sentía muy incómodo.