¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 100

Pone su mano en mi vientre y me ve con cara de angustia.

–Bebé, mira lo que le causas a mami – le habla a nuestro hijo.

– Voy a estar bien.

Había perdido por completo el apetito y la fabulosa comida en el plato, no se veía tan genial ahora, me levanté de la silla, corrí al baño más próximo, Owen se coloca en cuchillas a mi espalda, esta vez n me deja sola, coloca su mano a mitad de esta, me pasa la mano de arriba abajo, hago todo el esfuerzo y no saco nada, me dolía el estómago por el esfuerzo, me levanta del piso, moja una de las toallas y la pasa por mi cara, las lágrimas bajaron por mis mejillas, me abraza y me reconforta, parezco una bebé llorona, tenía hambre, puesto que al vaciar todo a primera hora, me hacía sentir débil. Sentía una baja de azúcar. Necesitaba comer algo, ¿pero qué? Esa era la verdadera incógnita.

–Hay cereal, yogurt natural y fruta, ¿te apetece eso?

Como si me leyera la mente, me da otra opción para que desayune. No es lo que quería pero espero que sea lo que mi estómago aguante a esta hora, intentaré comer lo más que se pueda, si veo que no puedo retenerlo, no insistiré. Más no creo poder solo alimentarme de galletas saladas y cítricos.

–No estoy segura.

Salimos del cuarto de baño, retomamos la marcha hacia la cocina, se sienta en una de las sillas y me sienta en sus piernas, los platos con el desayuno, los pone a un lado y me acomoda en su cuello, él también necesita comer, me tendré que aguantar los olores, aunque con el esfuerzo que hice, siento menos los aromas, me pongo derecha, le doy un beso en la mejilla, le coloco su desayuno al frente para que vea que ya puedo aguantar los olores. Me levanto.

Voy a la alacena y saco el contenedor con el cereal, lo abro y lo huelo, olor neutro y fresco, saco un plato sopero y sirvo una parte de este, le pongo el yogurt, la fruta picada que resultó ser fresa, el primer bocado me sabe a gloria. Está perfecto. Lo como con gusto, miro a Owen, está sonriendo. Le devuelvo la sonrisa y seguimos comiendo. No quiero que esta escena se repita todas las mañana, aunque pensándolo bien es lo que se espera, según los doctores es lo más natural en un embarazo.

–Ya tienes mejor semblante.

–Gracias.

– ¿Crees que te sentirás mejor, para ir con mis padres?

–Espero que sí, no podemos posponer el anuncio.

–Por mí no hay problema.

–En cuanto terminemos le marco a mis padres.

- Insisto, si no te sientes bien no vamos.

–Me sentiré mejor en un rato, ya no siento las náuseas como al despertar.

–Me parece perfecto.

Levanté los platos de la mesa y Owen guardó las demás cosas, yo me puse a lavar los platos sucios y él se fue a bañar. Al terminar de acomodar todo, regreso a la habitación, el agua se escucha correr en la ducha. Me acuesto en la cama para esperar a que salga Owen, cierro los ojos por un instante y no sé en qué momento me quedo dormida, no era mi intención dormirme, solo me despierto cuando siento sus dedos en mis mejillas. Me da un beso, me hace cosquillas en el cuello. Respira mi aroma, sé que le encanta.

Quiero que se acueste a mi lado y nos durmamos hasta mañana, pero no se puede. Tenemos muchas cosas que hacer. No abro los ojos, pero busco su contacto con mi mano, lo tomo del cuello y lo acerco a mí. Está solo en toalla, le cubre su cuerpo en la parte de abajo. Su piel está húmeda todavía.

–Nena.

–Mmm.

–Ya es hora de arreglarse.

Me desperté como si hubiera dormido muchas horas, estaba hibernando, me estiro en la cama como un gatito, necesito comida, pero comida de verdad, una mega pizza con todos los ingredientes, ya no siento ningún malestar y mi estómago está preparado para ingerir una abundante y generosa comida. Ha sido una siesta reparadora y animadora. Lista para comerme al mundo entero.

–Tengo hambre.

–Mi madre no nos perdonará si vamos y no comemos lo que ha preparado.

–Tienes razón, solo comeré un poco de fruta.

– ¿Vas a llamar a tus padres?

–Lo iba a hacer cuando salieras de ducharte, pero ya ves lo que pasó.

Busco el móvil y marco, pongo el altavoz, espero dos timbrazos y contesta mamá. No sé cómo empezar. Me gustaría que todo estuviera bien entre nosotras, la necesito.

–Hola nena ¿cómo estás? – Saluda mamá y la noto de muy buen humor – estábamos a punto de llamarte – la voz de mi madre me reconforta.

–Hola mami, ¿cómo están?

–Bien cielo, tu padre está aquí a mi lado, voy a poner el altavoz.

Espero el saludo de mi papá. Es como si desde ya nos diera su aprobación.

–Hola hermosa, ¿cómo estás? – esa voz que me llena de alegría.

– ¿Bien papi y tú?

–Muy bien, cielo.

–Me encuentro con Owen y quiere decirles algo muy importante para los dos.

–Hola Owen, muchacho ¿cómo has estado? – lo saluda mi padre.

–Hola cariño – dice mamá.

La manera en la que lo saluda mi madre es de lo más grato, es un aliciente para nuestros planes, no creo que lo vaya a tomar a mal. Es necesario que acepten nuestro compromiso. Estamos a punto de comenzar una nueva familia, ellos incluidos, mis hijos tendrán a sus cuatro abuelos para que los consientan y malcríen.

–Muy bien, señor y señora, Damschroder – hace una pausa y toma de mi mano, como si estuviéramos en presencia de ellos – el motivo de nuestra llamada es para informarles que hemos tomado la decisión de comprometernos, esperamos contar con su bendición.

No escucho respuesta de ninguno de ellos, esto no me lo esperaba. El silencio no es grato para mis oídos. Quiero llorar.

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