¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 102

Hace resbalar mi braga por las piernas y ya estoy salivando por la anticipación. Paso la lengua por mis labios, estoy desnuda y el solamente tuvo que dejar caer la toalla al piso, con la que salió del baño. Está hermoso sin nada cubriendo su espectacular cuerpo. Me lo como con los ojos y no me importa parecer una desesperada. Toma con sus labios la punta de mi pezón erecto.

– ¿Te duele aquí?

–Sí.

Le da un beso y lo lame, las estrellas han bajado hasta mis ojos, la sensación llega hasta mi centro, que ya está más que listo para recibirlo. Me quiere volver loca con sus movimientos. Saborea mi piel, muerde un poco y suspiro. Le da otro lametazo. Abro los labios esperando otro trazo con su lengua. Quema a cada paso mi piel, necesito más.

– ¿Y aquí?

Se va al otro pezón y hace lo mismo. Lo muerde con suavidad y con esta acción hace que tiemble mi ingle. Baja dando besos desde mis senos hasta mí ombligo. Pone su mano sobre mi vientre, abro los ojos y nos miramos fijamente. Se posiciona entre mis piernas, sé que está temeroso porque piensa que nos puede hacer daño al bebé o a mí.

–Ya eres lo más importante para mí – acaricia mi plano vientre, hablándole al bebé – eres un milagro para mami y papi.

–Vamos a hacer hasta lo imposible por protegerlo – le digo para deshacer su duda – estamos bien.

Doblo las rodillas y levanto la pelvis, necesito su contacto, su erección está justo en mi entrada. Va entrando despacio y lo necesito ya, levanto las caderas permitiéndole un gran acceso, veo las nubes, es delicioso sentirlo en mi interior. Si antes sentía las llamas arder ahora la hoguera me consume. Calor por dentro y por fuera.

–Estamos bien – le repito.

–Dime si te duele o si les hago daño.

Hago un movimiento de aprobación con la cabeza.

Entra por completo, suave y a la vez duro, se contiene y me enoja que vaya con tientos, estamos más que bien, el bebé, apenas es un grano de arroz, ni siquiera puede llegar a tocarlo. Sé que se muere de miedo, pero a la vez quiere hacerlo como nos gusta. Se encuentra indeciso y me da ternura su reacción. Hace un movimiento de vaivén, entra y sale con suavidad, es sublime el contacto.

–Te sientes tan bien, nena.

–Se siente maravilloso.

Mis hormonas están al tope, se mueve con envestidas certeras, lo agarro del pelo, no me importa si le hago daño, es tan intenso lo que me hace sentir. Muevo mi espalda en un arco perfecto y llego a la cima de la montaña, respiro aceleradamente, vierte su líquido caliente en mi interior, y hago contacto con sus ojos, están más negros que la noche, sus pupilas están tan dilatadas que se funden casi por completo con el iris. Se

Heme aquí con una gran sonrisa de satisfacción en mis labios, como el lobo que se acaba de comer al corderito, necesito más, pero con esto es suficiente.

Llegamos a la casa de mis suegros, quince minutos tarde, pero satisfechos, estaciona en la salida junto a el auto de Gabriel, seriamos los siete, era una reunión meramente familiar, cuando lo hagamos públicamente tal vez invitemos a más allegados a familiares y celebraremos el compromiso formalmente.

–Buenas tardes, familia.

Dice Owen al entrar a su casa, están en la sala de la entrada, se levanta a saludarnos, los besos y los abrazos son bienvenidos, esta familia demuestra siempre su amor por cada miembro que la conforma. Mi bebé tendrá una muy amorosa familia. Después de los saludos. Owen pasa directamente al punto.

–Tenemos que darles una noticia.

Extiendo mi mano para que todos noten el anillo de compromiso. Jillie levanta su dedo pulgar.

–Nos acabamos de comprometer.

Sus padres ni siquiera estaban sorprendidos. Jillie y Gabriel, sonríen y sabemos que ellos, no les han dicho nada. Hacen como si apenas se fueran enterando. Jeremy tiene una gran sonrisa en sus labios, como si ya se lo esperaba.

–Que hermoso anillo – me toma la mano Jillie y lo examina – ya eres mi cuñada oficialmente.

–Concuña, estás radiante – me dice Gabriel.

–Gracias – siento arder mis mejillas.

–Me alegro amiga, ya era hora.

Ella le ayudó a Owen con lo de la talla del dedo, más no con el diseño, él solo eligió el anillo, a su gusto y me encantó, era hermoso de verdad, el corazón central brillaba cada vez que movía la mano. Mi suegra me toma de las manos, me jala, me da un abrazo y un beso en la mejilla, sus ojos están húmedos.

–Gracias – me susurra en el oído.

Me toma por sorpresa. No tiene nada que agradecerme, su hijo es lo mejor que me ha podido pasar, yo soy la que tendría que agradecerle, por haber formado a un ser humano tan esplendido, amoroso y maravilloso. Toma a su hijo y le llena la cara de besos, no sé qué le dice y él le seca las lágrimas de las mejillas.

–Estábamos esperando para cuando se iban a decidir – dice el papá de Owen – bienvenida a la familia.

También me da un abrazo, un beso y luego uno a Owen. La camaradería entre ellos es grande. Son muy parecidos, tanto en lo físico como en su trato hacia los demás. Son hombres de carácter fuerte, decididos y van por todo.

–Te estabas demorando, hermano, en hora buena – Jeremy, lo abraza y le da dos palmadas en la espalda. Un gesto muy propio de felicitaciones.

Se me acerca y me da un beso en la mejilla y me abraza. Son tan iguales y a la vez tan diferentes, los podría diferenciar si se me pusieran los dos al frente.

–Espero que le quites el mal genio que se carga.

Todos nos reímos, es una mala fama que le han asignado y no es cierto, yo nunca lo he visto de mal genio o por lo menos conmigo nunca ha estado así, al contrario es de lo más dulce que te puedas encontrar. Hablamos durante un rato en la sala en lo que se terminaban de hacer los alimentos. Owen en ningún momento soltó mi mano, estamos sentados en un sillón para dos.

–Tal como pasó con nosotros, nos comprometimos a un mes de conocernos, sabíamos que éramos el uno para el otro – dice mi suegra – ustedes hacen una pareja muy bonita y sé que se llevaran muy bien.

–Y tus padres ya lo saben – habla mi suegro.

–Les hablamos antes de venir – le contesto.

–Por eso se demoraron, pensé que por otra cosa – habla mi querida cuñada.

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