Entro a la habitación y mi chica está acostada en la cama de lado, dándome la espalda, coloco el vaso con el líquido ambarino que me dio su mamá para que se lo tomara y una rebanada de pan tostado, en la mesita de noche, me uno a su lado, arrastro mi brazo a través de su cintura, tomo su mano y le doy un apretón. Froto la parte de su vientre, donde nuestro bebé está creciendo. Sería su hipocampo, lo haría instantáneamente, cargaría con nuestro bebé los meses necesarios para que ella lo pasara bien.
No durmió muy bien anoche, creo que se sobrepasó con la porción extra del pastel, estaba delicioso, mas Olivia casi acaba con lo que había quedado. Fue algo de lo que comió más de la cuenta. Estaba feliz y no le vi ningún inconveniente, solo espero que no repercuta en su estado de ánimo por más tiempo. En este momento necesita que la mimen, que la consientan y le den todo el amor. Me alegra de que sus padres estén con nosotros.
–Hola nena, ¿cómo te sientes?
Hago que su cuerpo se pegue más al mío, su espalda se acopla perfectamente a mi pecho. Quisiera trasmitirle la fuerza que necesita cada mañana, que se levante con ánimos. Mi deseo es que pasen estos tres meses lo antes posible. Mi chica es una campeona, no se cae tan fácilmente y si lo hace se levanta sin ninguna queja.
–No muy bien – pone su cabeza en el hueco de mi cuello.
Pongo mi mano en su frente, esta se siente fresca, no es recomendable que su temperatura corporal se eleve más allá de los treinta y ocho grados, tenemos un termómetro para ir midiendo la temperatura cuando pensamos que puede rebasar, aunque esto no afectaría el desarrollo del bebé o que sufriera malformaciones, pero sí se tendría que investigar que la estaría provocando. En el primer trimestre se tiene que descartar todos los riesgos de un aborto involuntario. Estamos pendiente de cualquier anomalía.
–Me gustaría poder ayudarte, si pudiera lo arrancaba de ti y lo pasaba a mi cuerpo.
Su sufrimiento es mi sufrimiento, si hubiera una posibilidad remota de cambiar los papeles con gusto lo haría, solo puedo colaborar en que su día a día sea más llevadero. Me gustaría que por lo menos tenga un día de alivio, que se levantara sin ninguna molestia, también lo sería para mí, así no estaría tan preocupado por ambos. Haría cualquier cosa por ellos.
–Sé que lo harías, pero es algo normal y que no podemos evitar.
Acuno mis dedos en su vientre, lamento que esté tan enferma en las mañanas, pronto todo esto pasará tarde o temprano, espero que sea más temprano que tarde y volvamos a las mañanas normales.
–Tus padres ya están en la cocina, esperándonos.
La ánimo para que se levante y podamos desayunar o por lo menos que nos acompañe y no se quede tanto tiempo en la cama. Es difícil para algunas mujeres normalizar los cambios tempranos del embarazo, a mi chica le está costando cada mañana.
–Lo sé, solo estaba esperando a que las náuseas pasaran.
Se voltea y me abraza.
Paso mi mano por su pelo y se lo acomodo, está bastante enmarañado, pensé que ya estaría bañada y arreglada, pero me equivoqué esta vez. Sigue en pijama y no me importa si sigue así todo el día, solo que me preocupa su estado de hibernación, llegué a pensar que solo sería en las tardes, pero a ella le ha afectado prácticamente a todas horas.
–Lamento que no te sientas tan bien, pero es una señal de que el embarazo va perfecto, significa que tus hormonas están subiendo de manera adecuada.
–Lo sé, y también que cuando se equilibren dejaré de sentirme así.
–Tu mamá te mandó un remedio casero, para ver si te mejoras.
– ¿Qué es?
Me encojo de hombros, solo me dijo que se lo entregara, no sé qué contenga, pero me aseguró que le gustaría. No la veo muy convencida de probarlo siquiera.
He notado que cierto tipo de olores le causan nauseas también, ya cambiamos los jabones de baño en barra por gel corporal, de preferencia neutro que no contengan ningún tipo de fragancia, tampoco se coloca perfume, por mí no hay problema, me gusta su olor natural. No se queja de los malestares, solo que su semblante lo dice todo, sin necesidad de decirlo. Lo que más me molesta de sus malestares es que no podemos estar cariñosos, nada de besos o siquiera pensar en tener un encuentro mañanero.
–Sí es eso, pero es pasable – toma otro sorbo – no creo que me haga más mal que la sensación acida del estómago.
–Le voy a pedir que me pase la receta, los ingredientes que utilizó y las cantidades exactas.
– ¿Quieres probar? – me ofrece.
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