¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 111

Tomo el móvil y esta vez marco el número de Gabe, suena los tonos de llamada. Toma la llamada al tercer timbrazo, escucho el ruido de los demás autos, porque pone el altavoz.

–Hola amor, ¿dormiste bien, descansaste?

Le hago la pregunta porque no somos nada decididas a la hora de escoger la ropa, nos tenemos que probar cientos de atuendo para poder elegir. Livy es de las pocas mujeres que conozco que solo con ver un vestido o una blusa, sabe que se la va a llevar, muchas veces ni se ha llegado a probar la ropa y así se la lleva.

–Hola, muy bien, amor, como siempre – su voz ronca atraviesa mis fibras cerebrales.

Esta semana no hemos tenido mucha actividad, mis estados de ánimos han estado por el suelo, primero porque pensaba que estaba embarazad y luego porque el resultad había salido negativo, ni yo misma me entendía, era como si mi mente hubiera estado esperando que si lo estuviera y había sido un rotundo fracaso. Ahora quiero un bebé.

–Hoy nos vamos de shopping con Owen y Livy, nuestros padres y los de Livy.

–Qué bueno amor, ya estoy por llegar.

–Está bien, amor, bajo para encontrarme contigo en la entrada.

Y aprovechar para darle unos cuantos besos antes de que mis padres decidan salir. Salgo al jardín y desde ahí puedo ver cuando llegue. Le hago una señal para que venga hacia donde estoy y le doy un beso. Los besos de Gabe, son calientes, osados y me derriten, pone la mano en mi trasero, solo la coloca, no aprieta ni hace ninguna acción reprobable.

– ¿Ya te sientes mejor?

–Sí, siento actuar como una loca, nadie tiene la culpa de mis berrinches.

–Te entiendo amor, a mí también me ilusionó la noticia de que pudieras estar embarazada, ya podemos empezar a escribirle a la cigüeña.

–Hoy – lo ínsito.

–Hoy – me contesta.

Entramos a la casa para apurar a mis padres, estaremos toda la tarde fuera, me gusta pasar los fines de semana en familia, muchas veces se nos unen los padres de Gabe, pero esta vez no va a ser posible, se fueron unos días a ver a sus hijos menores que se encuentran estudiando en Londres, dicen que siempre tienen que estar cuidando a los cachorros, no se les puede dejar todo el tiempo libres. Los entiendo, nuestros padres también cuidaban de nosotros de esa forma. Libres pero vigilados.

Descendí del auto en cuanto Gabriel abrió la puerta de este, venia sentada en la parte posterior con mamá, papá se sentó de copiloto, Jeremy llegaría después, alegando que ya tenía su atuendo para la boda, pero de todos modos llegaría para la hora de la comida, vamos a ir a uno de los restaurantes italianos favoritos de mi cuñada. Que ha tenido ganas de comer lasaña desde hacen días.

Quien iba a pensar que mi hermano el gruñón, malhumorado, que lo quiere tener todo controlado, sería trasformado en un manso cordero, es una mamá gallina cuidando de sus polluelos, hay algo especial en la mirada de mi hermano cuando se posa en Livy, como si quisiera protegerla de todo lo malo. Me acerco le doy un beso y un abrazo. Toco su vientre aun plano.

– ¿Cómo está mi sobrina? - digo para molestarla

– Perfectamente, pero va a ser niño.

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