¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 112

Soy perezosa al querer levantarme, me estiro en la cama tratando de no hacer un mal movimiento y no despertar al hombre que duerme a mi lado. Contemplo el rostro de Owen, es de las pocas veces que me despierto antes que él, también de las pocas veces que los malestares me han dejado tranquila por las mañanas, está durmiendo con una mano en forma de puño en la mejilla, parece un bebé grande, se ve tan adorable. Guardo este recuerdo en mi mente. Estoy enamorada.

Me deslizo hacia la orilla de la cama, pongo el pie en la alfombra y me preparo para lo inevitable, voy al cuarto de baño, estoy feliz, los malestares me están dando tregua, aprovecho y hago mis necesidades sin ningún contratiempo, a lo lejos escucho el murmullo de la charla de mis padres, cuando pasan por afuera de nuestra habitación, ellos están acostumbrados a levantarse muy temprano, de seguro ya mi madre nos va a preparar el desayuno, regreso a la cama, me acomodo a su lado y sus manos se deslizan por mi cintura y me pega a él. Estamos totalmente desnudos, estos días me he sentido muy acalorada, así que, he optado por dormir con poca ropa o en definitiva sin nada puesto, él me dice que de todos modos siempre le ha guastado dormir así.

–Buenos días, futura esposa.

Esas palabras suenan muy bien, me gusta cómo se escuchan. Me atrapa entre sus brazos, me inmoviliza colocándose encima de mí. Desliza sus manos por ambos costados de mi cuerpo, haciendo que me prenda con ese solo roce, muevo mi cuerpo en busca de más contacto, sonríe, está consciente de que no podemos intentar nada, con mis padres a unos pasos de nosotros.

–Buenos días, futuro esposo.

Sin más preámbulos, su boca hace presa a la mía. Lo disfruto, aunque no me vaya a dar lo que quiero, sus besos me son suficientes por el momento, más adelante tiene que cumplir con lo que me prometen. Su lengua baila al compás de la mía, muevo mis piernas y lo atrapo por la cintura y me muevo en círculos contra él. Oigo un sonido gutural de su boca y resuena en mi garganta. Él comenzó y ahora no se aguanta. Suelta mis labios y me mira fijamente, sus ojos destellan lujuria y pasión. El tono de sus ojos se han oscurecidos, están tan intensos que parecen negros.

Muerde su labio inferior, le está costando contenerse, viaja a mi cuello, su lugar favorito, da unos cuantos besos y baja hasta el nacimiento de mis senos, mis pezones se ponen duros con su roce, enrosca la lengua en uno de ellos, me hace ver las estrellas, respiro fuerte, siento dolor y placer al mismo tiempo, no se queda mucho tiempo en él y le toca el turno al otro, va dejando una estela de besos y llega hasta mi ombligo.

–Más.

Digo cuando se detiene, da varios besos alrededor del vientre, mete su lengua en mi ombligo, se va incrementando mi temperatura, deslizo mis dedos entre su pelo y hundo mis uñas en su cuero cabelludo, buscando más contacto, le da besos a todo mi vientre, está besando a nuestro bebé a través de mí, lo amo. Sube su rostro y contemplo sus hermosos ojos.

–Ya nos tenemos que levantar.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Jefe, pronto seremos tres!