¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 115

Despertar en los brazos de Owen, es maravilloso, me tiene abrazada como si me le fuera a escapar, no sabe que es lo que menos quiero en este mundo, en sus brazos estoy segura, me siento feliz y querida, cómo un gesto tan pequeño equivalga a muchos sueños y deseos. Tener a alguien como Owen, supera todas mis expectativas. Y lo de anoche se lleva el broche de oro, fue lo más tierno, tan delicado, el mismo acto que hemos hecho muchas veces, pero nunca imaginé que se sintiera diferente, aun así fue espectacular.

Fue un nivel de intimidad que nunca había sentido antes, como si me llevara a tocar el cielo, como si supiera que puntos tocar, para elevarme. Toco su rostro y ya se alcanza a notar el crecimiento de su vello facial, me gusta verlo con barba de pocos días, le da un aire interesante, cautivador.

–No sabes cuánto te amo.

Las palabras salen de mi boca, no puedo evitar decirlo, él llena mi mundo de sueños y esperanzas, estamos escribiendo nuestra historia, empezando con un pequeño retoño en camino, inician el comienzo de nuestras vidas como pareja.

–Y yo a ti.

Se posa encima de mí, sin llegar a apoyar todo el peso, es precavido con todo, muevo mis piernas alrededor de su cintura y me presiono contra él, su peso no me molesta, pero tiene una pequeña obsesión con lo de lastimar al bebé. Su mano se desliza por mis caderas hasta llegar a mis adoloridos senos. Arqueo un poco la espalda, me quiero fundir de nuevo con él.

– ¿Haz estado despierto todo este tiempo?

Busco su cuello y lo beso, estoy a nada de violarlo. Estas hormonas se vuelven loca con solo olerlo, sus dedos hacen maravillas en mi piel, suben por un lado de mi cuerpo y vuelven a bajar dejando una estela de calor que encienden mis terminaciones nerviosas. Me mira y sonríe.

–Desde luego que sí, me gusta tenerte entre mis brazos.

Y a mí sentirme segura en ellos, como si estuviéramos hechos con las mismas piezas del rompecabezas. Que encajan y embonan a la perfección.

–Buenos días, tramposo, dejaste que te viera como una acosadora y no dices nada.

–Buenos días, futura esposa, yo también te admiro mientras duermes, me gusta sentir tu respiración al compás de la mía.

Estoy sin palabras, mi corazón se siente como si fuera a explotar de tanto amor que me hace sentir este hombre, cada palabra, cada detalle y cada una de sus caricias son lo que estaba esperando, lo que en silencio pedía mi corazón. Tengo un remolino en el pecho, queriendo poder decirle todo lo que me provoca, todos y cada uno de los sentimientos que han ido creciendo en mi interior. Pero no me deja hablar.

Desciende su boca hacia la mía, atrapa mis labios dándome un dulce y caluroso beso. Podemos estar así todo el tiempo, es como si nunca fuéramos a acabar de besarnos. Frota la parte interior de mi muslo apretándolo. Llega hasta mi parte íntima y acaricia mi zona palpitante.

– ¿Señorita, me podría decir, porqué está usted sin bragas? – dice con una gran sonrisa.

Ahora soy yo la que está sonriendo por sus ocurrencias, le sigo el juego, sé que esto nos conducirá a donde quiero que me lleve, todo lo hace con suma delicadeza, es una parte que también me gusta de él, tan suave como una pluma cuando la ocasión lo amerita.

–Porque un abogado lujurioso, me las quitó en la noche.

Posa las manos en mi trasero y lo aprieta tal cual como hago con él. Decir que me quema la piel por donde pasa sus dedos es poco. Su boca se desliza por mi cuello. Tenemos todo el tiempo que queramos, para mimarnos.

–Deberías ir sin bragas todo el tiempo, así tengo mejor acceso.

–Podría pensarlo.

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