¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 119

La hora ha llegado, no sé ni cómo decir cómo me siento, es un sube y baja de emociones, quiero llorar, quiero reír. Me voy a casar con el hombre que en verdad amo, que me hace sentir amada de todas las formas posibles, mis bebés van a tener a un padre amoroso, comprensivo y puede que también consentidor, se le nota a leguas que es para él una dicha ser padre.

– ¿Nena, qué haces? – dice mamá al entrar a la habitación.

– ¿Qué cosa?

–Te vas a lastimar los dedos, deja los nervios, pronto pasaran.

Caigo en cuenta de que estoy retorciendo las manos en mi regazo. Siempre he escuchado eso. Las novias siempre están nerviosas antes de la boda, es un hecho porque ahora lo estoy viviendo en carne propia. Dejo de martirizar a mis dedos y fijo la vista en el espejo, me muestra una mujer plena a punto de convertirse en esposa de un hombre encantador y madre de sus hijos dentro de pocos meses, siento el pecho pesado, como si algo lo estuviera oprimiendo. Tomo aire profundamente, ya que siento que me hace falta.

Mi corazón está latiendo a mil por hora, me hormiguean las palmas de las manos, me siento al punto del desmayo, sé que es normal, pero es una sensación muy extraña.

–Oli, destraba las piernas, parece que quieres ir al baño.

Y precisamente es lo que se me viene a la mente, encerrarme en el baño. La maquillista hace sus últimos toques y no puedo salir de mi asombro, parezco una princesa de cuento, el maquillaje es natural, resaltan el delineado de mis ojos y mis labios.

–Falta poco para que empiece la ceremonia – entra mi suegra a la habitación.

Me levanto de la silla, miro a mi mamá y luego a mi suegra, doy una vuelta para que vean el atuendo completo.

– ¿Qué opinan?

–Te ves hermosa.

Mi madre es la primera que habla.

–Mi hijo es un suertudo al tener a tan hermosa novia.

Tal como lo dijo él, y yo lo reitero, la afortunada soy yo.

–Ya es hora.

Salimos con destino al jardín, toda la casa está adornada con rosas blancas y rojas, todo se ve tan glamoroso, las paredes blancas realzan el decorado en cada esquina y columna, todo es precioso. Llegamos al inicio del jardín donde me espera mi padre y me hace un arco con su brazo, lo tomo, mi madre y mi suegra se sientan en las sillas de adelante, voy viendo a los invitados y entre ellos se encuentran Milenka DaVelli y Matt Morgan, que pronto darán el siguiente paso como nosotros, también alcanzo a distinguir a su hermana Miluska al lado de mi cuñado, algunas de las tías de Owen, dos de mis primos, los pierdo de vista, mi concentración ahora es en mi futuro esposo, caminamos hacia el alta, Owen me está esperando al lado de Jillie, el altar está conformado por una mesa de roble que contiene las actas para ser firmadas por nosotros y los testigos, Jillie y Gabriel. De fondo se escucha la canción de Chistina Perri, A Thousand Years (Por Mil Años Más).

Llego a su lado y lo tomo de la mano, mi suegro toma una hoja nos mira a los ojos.

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