¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 126

Una gran mano baja desde la cintura acariciando mí abultado vientre, Owen se encuentra a mi espalda, por lo consiguiente siento su erección en el trasero haciendo movimientos de adelante y atrás, mientras besa detrás de mí oreja, es una grata sensación, despertar con las caricias de mi marido, quiero voltear y para poder darnos el primer beso del día, pero por más que intento no puedo. Ya no soy tan ágil como hace unas semanas, seis meses cumplidos y no me levanto de la cama si no es con la ayuda de una grúa, en el intento solo me quedo boca arriba. Soy todo un fiasco. Se ríe.

‒No te muevas.

Acto seguido empieza a deslizar la parte de arriba de mi pijama, que consiste en una blusa de tirantes, quedan expuestos mis grandes senos, que le encantan como se ven, dice que los adora.

‒ ¿Te gusta lo que ves?

De coloca encima de mí, solo que en la parte de los muslos sin apoyar por completo todo su peso, toma con una mano unos de los senos y lo empieza a apretar, con la otra mano alcanza el borde del bóxer que uso de pijama y mete la mano sin llegar a profundizar en la caricia, sé lo que trama.

‒Nena, no sabes cuánto me encanta.

‒Lástima, porque hoy no podemos hacer nada.

‒ ¿Por qué?

Hace un puchero de niño regañado, se ve tan tierno.

‒ ¿Se te ha olvidado que hoy es el día que nos dicen el sexo de los bebés?

‒Para nada, solo quería ver si tenía suerte.

‒Eres incorregible.

‒Por lo menos lo intenté.

Se baja de mis muslos y me ayuda a levantar, quedamos frente a frente y nuestros labios se juntan, solo es un pequeño beso de buenos días. Esta última semana me he sentido muy bien, las contracciones casi son nulas y los pies dejaron de inflamarse, por otro lado ya los trillizos empezaron sus primeros movimientos, que solo los he podido sentir yo, Owen siempre está al pendiente para ver si puede llegar a sentirlos, pero se detienen en el momento que me coloca la mano en el vientre.

Nos dirigimos al cuarto de baño, cepillamos nuestros dientes, por lo regular llenamos la bañera, se coloca en la parte de atrás y masajea todo el vientre, enjabona la esponja y la pasa con suavidad por toda mi piel, me relajo en sus brazos, de pronto la barriga se me pone blanda y siento tirones a los costados, ahora si fueron varios movimientos.

‒ ¿Lo sentiste?

‒Wow, son como unos pequeños gases circundante.

Me rio, porque eso no me lo esperaba. Ya sabemos que están buscando su espacio y que cada día se encuentra más disminuido. Él lo sintió como un pequeño gas, pero yo lo siento como si estuvieran dado volteretas y saltos mortales.

‒Son tus hijos, tonto.

Reímos los dos a carcajadas.

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