¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 128

Mi esposa está acostada de lado, me coloco en la parte de atrás, abrazándola, mi mano abarcaba todo lo que podía, mis bebés estaban más activos de lo normal. Se movían y luego hacían un alto para regresar con más ímpetu. No me ha pasado por alto si llegara a estar en labor de parto. Todo indica que ha llegado el momento. No descarto esa posibilidad y mi mente actúa de forma rápida.

‒ ¿Ya está todo?

Me refiero a todo lo que llevaremos a la clínica, Jillie ha venido el fin de semana trayendo varios artículos para los bebés, asegura que no está de menos tener varias opciones de vestimenta y como todo lo trae de a tres, es más que bienvenida, solo espero no vestir a mi hija con ropa de sus hermanos, porque estoy seguro de que tendré muy pronto a mi princesita en brazos. Ya contando los minutos o las horas.

‒Desde hace semanas, todo está acomodado ‒ hace el intento de voltear ‒ se me hace que tus hijos ya no quieren estar aquí adentro, llama a tus padres y yo llamo a los míos.

‒ ¿Estás segura?

‒Tan segura, que llevo por lo menos dos contracciones fuertes.

‒ ¿Desde cuándo entraste en trabajo de parto, Olivia? Nena, tenías que avisarme.

La reprendo. Había atendido una llamada en el despacho por lo que la dejé unos minutos sola, pero ya de seguro había tenido una antes de que saliera de la habitación. Acaricio sus hombros porque ahora los noto tensos, debido al dolor. Bajo la mano por la espalda, la noto rígida, se está conteniendo y me temo que es más grave que lo que me quiere hacer creer.

‒No lo pensé hasta la segunda contracción y el leve dolor en la espalda, creo que eso sucedió hace aproximadamente una hora y media.

‒Se podría decir que has tenido una aproximadamente media hora.

‒Así es, pero tomemos las cosas con calma, no quería entrar en pánico por si solo era un leve dolor, como los que me han dado las últimas semanas, quería ir también a baño, pero no cero poder llegar ‒ me explica ‒ ya están las maletas en el auto, solo falta mi bolso que está en la entrada.

La veo tranquila, ahora no sé si pararme a hacer todas las cosas que hacen falta o quedarme a su lado por si le llegara a dar otra contracción más fuerte, trato de mantenerme calmado, pero me es difícil separarme de ella, me duele su dolor y si pudiera dejaría que fuera yo el que estuviera pasando por esto.

‒ ¿Necesitas algo más?

‒Por el momento no.

Veo que se tensa y contrae la espalda, está sucediendo de nuevo, pero esta vez solo han pasado aproximadamente veinte minutos. Eso no es bueno, si llegan a ser muy seguidas cabe la posibilidad de que no lleguemos a la clínica. No quiero que mis bebés nazcan en el auto, de ser posibles llamaría a una ambulancia para que fuera más rápido la llegada a la clínica.

‒Ohh.

Tomo su mano y aprieta muy fuerte mis dedos. Puede ejercer toda la fuerza que sea necesaria para que mitigue su dolor, me cuesta no ponerme en su lugar, también son mis hijos.

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