¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 129

Me impresiona el tamaño que ha adquirido el vientre y lo noto un tanto desproporcionado, ya no está de una forma redonda, sino que está de lado, con inclinación hacia abajo, estos niños ya no quieren estar dentro de su madre, tal como lo ha dicho Olivia. Es como una lucha interna, esperando ver quien sale primero.

‒Wow, eso estuvo fuerte.

‒Ya son más seguidas, ya le mandé un mensaje a la doctora cuando tuve la segunda contracción, estoy segura de que voy a necesitar una epidural.

De verdad esta última contracción me ha causado un poco de ansiedad, voy tratando de superarla, no quiero entrar en pánico y no poder ayudar en nada. Me da gusto que haya cambiado de opinión, espero que la mantenga y en cuanto lleguemos comunicárselo a la doctora Maxwell. Debemos actuar lo más rápido que se pueda, es primordial evitar todo el dolor posible.

‒Claro que sí amor.

‒No te reocupes, todo está bajo control, estos niños nos van a dejar llegar hasta la clínica y se van a portar bien.

Acaricia el lugar donde se ha formado un abultamiento, se relaja y los movimientos de los bebés se calman, es como si la hubieran escuchado y se quedaron quietos, no se aceleran como minutos antes.

‒Esperemos que nos dejen llegar, nena, están desesperados por salir.

Su cara es tan tierna a pesar de lo que está pasando, aguantando con todo el aplomo, como toda una guerrera, sin quebrarse, sin quejarse, como si esto no fuera nada.

‒Te amo.

‒Te amo.

Le doy un beso, cierro la puerta y camino a toda prisa hacia el lugar del conductor, rezo a todos los santos encargados de las embarazadas a punto de dar a luz, el trayecto lo hacemos con tan solo una contracción en el camino, igual a la última o más fuerte diría yo por la enormidad en la posición que se encuentra, me detuve en lo que duraba, le tomé de la mano y continuamos, llegamos en tiempo record a la clínica, sin infringir ninguna regla de conducción.

Todos confirman a través de mensajes que están en camino, al llegar nos esperan con un silla de ruedas, la sacan del auto, la sientan y la conducen a una sala para una revisión rutinaria, le retiran la ropa que trae y le colocan una bata con la abertura hacia atrás, la acuestan en una camilla. Todo lo veo pasar con demasiada velocidad. De un momento a otro ya están preparando todo alrededor.

‒Levanta las piernas Olivia, las puedes acomodar en los soportes.

Mi mujer hace un movimiento afirmativo y la ayudo a colocar cada pierna en donde indica la doctora, su fuerza está menguando, me imagino el grado de agotamiento que le han causado las contracciones.

‒Estas de cinco, bastante cerca de los seis centímetros de dilatación.

Eso quiere decir que va a ingresar a una sala de parto de un momento a otro, ninguno de nuestros familiares ha llegado y Jeremy es el encargado de la filmación, saco el móvil, lo tengo preparado en la función de video. No me quiero perder ningún detalle, pero tampoco quiero dejar sola a Olivia, es complicado tomar una decisión, en dado caso le pediré a alguno de los presentes que tome el video.

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