¡Jefe, pronto seremos tres! romance Capítulo 130

‒Lo sabía.

Dice mi suegra y no es de esperarse otra reacción, la obstinación de Olivia nos ha llevado a estar preocupados, desde el momento mismo que se decidió por un parto natural, claro que pensamos que era normal su decisión, pero el problema es que son tres, pero nadie la ha hecho desistir y no podemos ir en contra de su voluntad.

‒Hija, no quiero que te arrepientas cuando estés en la sala de parto, una vez que entres ya no hay vuelta atrás.

‒Lo sé mamá.

‒Pensé que iban a pasar horas una vez que entraras en labor, pero no es así, solo espero que no haya ninguna complicación ‒ dice mi madre.

‒Mis nietos ya quieren salir a ver el nuevo mundo.

Mi madre tiene razón, estaba esperando lo mismo y a la vez que fuera rápido, prefiero que esté llevando una velocidad acelerada y no esperar las largas horas. Ya con todo el papeleo en regla, del ingreso se encargó mi suegro al llegar, yo no tenía cabeza nada más que por Olivia, mis padres estaban también ayudando en lo de la instalación en la habitación que le asignaron, dejaron todo en orden y nos acompañan.

No puedo evitar preocuparme porque no quiere recibir la epidural, ya la canalizaron y está teniendo muy fuertes las contracciones.

‒ ¿Doctora ya es muy tarde para una epidural?

Puedo parecer demasiado insistente, pero agoto todas las posibilidades por tal de verla sufrir menos. No me culpen por parecer demasiado temeroso, quien ha estado es este predicamento me dará la razón.

‒En la última revisión, tiene ocho de dilatación, estamos a nada de entrar a la sala de partos, una inyección no valdría la pena ahora, en unos pocos minutos tendremos la dilatación en su máxima expresión.

‒Lo entiendo, Doctora.

Es un hecho que Olivia va a traer a los niños aguantándose todo el dolor, su respiración se escucha a cierta distancia, no debo pensar en otra cosa que no sea ella, cada movimiento, cada gesto es una señal de que ya no aguanta más. Mi impresión es que está hiendo muy rápido el parto, lo más probable es que se deba el que sean tres

Llegan dos enfermeros y mueven la camilla, veo como un líquido empapa las piernas de Olivia, la doctora también se percata de lo sucedido. Me sospecho que ha roto la fuente o aguas como dicen.

‒Ha roto fuente.

‒Nos avisan cualquier cosa, por favor ‒ mi suegro por primera vez habla, también se le nota la preocupación en el rostro.

Le digo que sí con un movimiento de cabeza, no debe preocuparse, su hija está en las mejores manos, esta clínica está especializada en Obstetricia y Pediatría, todos los equipos y aparatos más modernos que te puedas imaginar, una de las mejores clínicas en su ramo.

Todos caminamos de prisa para llegar al límite de lo permitido, la entrada de la sala de parto, solo ingresamos mi hermano y yo, me colocan la indumentaria igual a la de Jeremy, para poder estar presente, bata, cofia, guantes y zapatos especiales, a Olivia le hacen un cambio de sabanas y le colocan otra bata, esto se está poniendo cada vez más angustiante, aprieta los dientes en señal de la siguiente contracción, tomo la mano de mi mujer y la aprieta con todas sus fuerzas retorciéndome los dedos, si eso me permitiera adsorber su sufrimiento, estaría dispuesto a que me la arrancara de ser posible. No sabe el sufrimiento que me hace verla así.

‒Ya estamos por llegar.

La tranquiliza la doctora, porque estamos entrando al quirófano, Suelta el agarre de mi mano y me acaricia los dedos. No sabe que eso no es comparable a lo que ella está sufriendo.

‒Lo siento amor.

‒Puedo aguantar eso y más.

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